Revista nº 1041
ISSN 1885-6039

¡Que vienen los Reyes!

Martes, 05 de Diciembre de 2006
Rafael C. Gómez León
Publicado en el número 134

Continuando con las propuestas didácticas, en este artículo les ofrecemos una aplicable a las fechas navideñas ya tan cercanas, centrándose particularmente en el Día de Reyes. En torno al cuento ¡Que vienen los Reyes! se proponen actividades para alumnos de Educación Infantil y Primaria.


Como todas las tardes, Villalandia era un hervidero de niños saliendo de la escuela. Unos, que jugaban a la piedra robada, correteaban alocadamente y se escondían tras los matos. Otros jugaban a la pelota. Los más atrevidos tiraban piedritas con sus guindaderas a las latas vacías que habían encontrado dentro de alguna solitaria y herrumbrosa papelera. Los más curiosos formaban pequeños corrillos cuchicheando historias que trataban de no se sabe muy bien qué personajes.

Portal elaborado por el imaginero barroco orotavense Ezequiel de León Domínguez, cuando aún no contaba con 20 años.
A Aday, Yurena y Tamara, tres amiguitos que estaban en educación infantil, les encantaba escuchar las antiguas historias que contaba don Julián, El Sieteoficios. Era don Julián un señor entrado en años al que llamaban El Sieteoficios porque sabía hacer de todo: arreglaba los tejados de las casas terreras, hacía pan y hasta pasteles, remendaba pantalones, tapaba los pajares con paja de centeno y en ocasiones hasta trabajaba de barbero.

Muchas tardes, sentado junto al poyo de plantas medicinales a las que cuidaba con esmero, esperaba como agua de mayo la llegada de los chiquillos de la escuela. Su cara, surcada por grandes arrugas que había labrado el tiempo, se dejaba entrever bajo las alas de un sombrero gris comprado en Venezuela. Una enorme humareda que salía de su torcida cachimba de castañero, recordaba las humaseras de las chimeneas de las casas antiguas. Unos pantalones de dril, con listas blancas, una camisa de franela y unas botas de cuero de color canelo que le había hecho don Victoriano, El Zapatero, conformaban su vestimenta.

Por la calle de adoquines se acercaron los tres amiguitos a la casa de Don Julián:

- ¡Buenas tardes! -saludaron al unísono los tres compañeros-.
- ¡Buenas tardes, niños! -respondió Sieteoficios-. ¿Cómo lo han pasado en la clase?
- ¡Muy bien! -contestó Aday-. Hoy hablamos de la estrella de los Reyes Magos.
- ¡Y de los regalos que les vamos a pedir! -exclamaron entusiasmados Yurena y Tamara-.
- ¡Ay, los Reyes! ¡Si supieran lo que me ocurrió cuando era un menudo como ustedes! -comentó el viejo maestro-.
- ¡Cuente, cuente! -insistió con curiosidad Aday-.


Después de chupar lentamente de la cachimba casi apagada, Don Julián, ensimismado, comienza su relato:

“Ustedes saben que los Reyes comienzan con mucha antelación a empaquetar los miles de juguetes que van a dejar a los niños y a las niñas. Luego, en una gran caravana formada por miles de camellos engalanados, cargados de regalos y conducida por los pajes, inician un largo y duro camino a Villalandia.

Portal realizado por Ezequiel de León Domínguez.

Durante varias semanas atraviesan grandes montañas, pasan hondos barrancos y cruzan espesos bosques, antes de llegar al muelle en donde los esperan unos enormes barcos, engalanados con miles de papeles multicolores, que serán cargados de regalos que trasladarán a las Islas. Cansados, tras varios días de travesía, atracan en el puerto de noche, para que nadie los vea. A continuación, baja a tierra esa inmensa caravana con su séquito y emprende un fatigoso recorrido a lo largo de toda la cordillera, hasta llegar a Perojil; bajan al Valle, luego, por la ladera y llegan a Villalandia.

Pero en esa Navidad de la que les hablo, se encontraron, cuando bajaban al Valle, con una desagradable sorpresa. Una malvada bruja, de nombre Manos Sucias, que vive escondida dentro del Teide, y que odia a los niños, había preparado un conjuro maligno con el que cubrió de nieve toda la montaña para impedir que los camellos pudiesen caminar, y evitar así que los juguetes llegasen a los ilusionados pequeños que los estaban esperando.

Los Reyes Magos se pusieron muy tristes. Abajo, los niños, a eso de las tres de la tarde, subimos como todos los años por la empinada calle de Los Tostones, haciendo sonar los pitos, para recibirlos. Nuestro asombro y desesperación fueron grandes al comprobar cómo, tras horas y horas, no daban señales de vida. Algo raro estaba sucediendo y debíamos buscar una solución. La idea fue mía. Propuse a los demás tocar todas las campanas de Villalandia para avisar a nuestra amiga el Hada de los Vientos Alisios. El repique de campanas se extendía de un lugar a otro hasta que, después de un par de horas, la divisamos en el horizonte montada en una gran nube blanca, y desplazándose hacia nosotros poco a poco. Cariñosamente, nos preguntó: ¿Qué ocurre? ¿A qué se debe tanto jaleo de campanas?

Amiga Hada, hablé yo por todos, fuimos como todos los años a recibir a los Reyes, y después de varias horas de espera, viendo que no llegaban, nos pusimos muy nerviosos temiendo que algo malo les haya pasado.

Sonrió con ternura y nos tranquilizó:

- No se preocupen. Vayan a casa y acuéstense tempranito. ¡Ah! Y no se olviden de dejarle comidita a los camellos y algo calentito a los Reyes. Yo me ocuparé de todo.

Portal realizado Ezequiel de León Domínguez.

El Hada de los Vientos Alisios remontó el vuelo en su nube algodonosa. Cuando ascendió lo suficiente pudo observar a los Reyes que le hacían señales con pañuelos de seda multicolores. Bajó hasta ellos y preguntó qué les pasaba. Los Magos le dijeron la faena que les había hecho la bruja Manos Sucias, y el Hada, después de meditar un poco, sentenció:

- Eso tiene fácil solución. Subiremos los camellos en mi nube y yo los llevaré hasta el Valle, para que así ustedes puedan repartir los juguetes.


Tuvo que hacer varios viajes hasta que trasladó a toda la caravana hasta Villalandia. A la mañana siguiente, antes de que cantaran los gallos y de que saliera el sol, brinqué de la cama como un salta perico, y fui a ver si los camellos se habían comido la comidita y si los Reyes se habían tomado el chocolate calentito que les había dejado la noche anterior. ¡Se lo habían comido todo!

- ¡Los Reyes han venido! -grité-.


Muy despacio, para no despertar a mis padres, me dirigí a la chimenea a ver los regalos que me habían puesto. Todo lo que pedí estaba allí: un camión de verga con unas ruedas muy grandes y negras, dos naranjas chinas, unos higos pasados y unas lonas del indio nuevas.

Desde entonces, el día antes de Reyes, para avisar al Hada de los Vientos Alisios de que tiene que venir a ayudar a los camellos a bajar la ladera, en Villalandia tocamos con mucha fuerza los pitos y repican las campanas de todas las iglesias.

- ¡Qué historia tan bonita!, Don Julián -coincidieron los tres niños. Tenemos que irnos a casa, porque se nos está haciendo muy tarde.

- Vayan, vayan..., pero cuidado con los coches -les aconsejó El Sieteoficios- Otro día les enseñaré algunos juguetes de cuando yo era niño y que los guardo como oro en paño en mi caja de madera de cedro.


Los tres amiguitos se alejaron muy contentos, dejando a Don Julián, El Sieteoficios, sentado en su banco de piedra, pensativo y haciendo humear su cachimba de madera de castañero, mientras la tarde caía apaciblemente.


Nota del autor.

Éste y otra serie de cuentos creados en su día, fueron pensados para trabajar algunos aspectos de los Contenidos Canarios en las Aulas de Educación Infantil donde la palabra, la figura del cuentacuentos, iba a tener un protagonismo esencial para el desarrollo del lenguaje oral, a la vez que despertábamos el interés por descubrir diferentes aspectos de nuestra identidad canaria.

La creación de este tipo de cuentos, por nuestra parte, fue más propio del atrevimiento de quienes estamos ligados a la tarea educativa que de la pluma de un especialista en este arte de la narrativa. El hacérselos llegar en esta ocasión tiene por objetivo el ayudar y animar a sacar la fantasía, que seguro llevamos dentro, y despertar ese interés por las creaciones literarias y nuestra cultura, generando en el alumnado el gusto por la audición y lectura de cuentos.

A continuación, sugerimos una serie de actividades que pueden partir de la lectura o audición del cuento, ¡Qué vienen los Reyes!, tal y como hemos hecho, anteriormente, con otras propuestas didácticas, donde la investigación y estudio del entorno cercano al alumnado va a desempeñar un papel primordial en toda nuestra práctica educativa y que va a envolver nuestra metodología de trabajo.


Algunas sugerencias de actividades para Educación Infantil.

Contar el cuento en el aula es la opción más frecuente, pero también puede resultar sumamente motivador el que sean los propios padres y madres quienes se lo cuenten o lean en casa a sus hijos e hijas; para ello podemos pasar el texto a los mismos. Cuando éste se retoma en el aula, la importancia del cuento y el papel que han desempeñado los padres y las madres adquieren una relevancia altamente positiva pues la figura de los mayores, como vehículos transmisores de historias, va a producir progresivamente en el alumnado un interés y respeto por las tradiciones, por el contenido de los libros, por los mensajes que ellos encierran, por la tradición y transmisión oral. En definitiva, estamos posibilitando la formación de nuevos lectores, lectores críticos y creativos, interesados por la investigación y el entorno cercano.

De la conversación e interrogantes que podemos generar tras su audición, saldrán sin lugar a dudas múltiples actividades que pueden propiciar un acercamiento e interés a este tipo de narraciones: dramatizar el cuento o alguna parte de éste, dibujar secuenciadamente el mismo, realizar una maqueta con los personajes, confeccionar cooperativamente un mural con los elementos representativos que aparecen el la narración y personajes...

La figura e importancia de los mayores es harto evidente en este cuento, por lo que proponemos invitar a las abuelas o los abuelos de la clase o a los miembros del club de mayores del pueblo o barrio para que vengan a contar sus vivencias sobre: ¿cómo eran los Reyes en su época?, ¿qué le dejaban?, ¿a qué jugaban?, ¿qué anécdotas recuerdan?, ¿qué historias conocen relacionados con estas fechas?...

Aquí, tras introducir el cuento en el aula, podemos generar múltiples actividades que intenten desarrollar actitudes no sexistas (juegos y juguetes que no fomenten las desigualdad de géneros), valorar los juguetes no bélicos ni destructores, importancia de los juguetes autoconstruidos (aquí los mayores nos pueden aportar ideas sobre la construcción de algunos juguetes con el montaje de algunos talleres), la importancia de los cuentos e historias de tradición oral, los alimentos característicos de la época (se puede montar algún taller de elaboración de turrones, truchas... o visitas a centros productores) y los excesos de las fechas, recuperación de algunos juegos y juguetes tradicionales...


Algunas sugerencias de actividades para Educación Primaria.

Aparte de desarrollar todas las técnicas de lectura y escritura, la lectura comprensiva, etc., sería interesante dependiendo del nivel y/o ciclo trabajar algunos aspectos relacionados con el habla canaria y peculiaridades según las islas y/o pueblos:


. Palabras del habla canaria: mencionamos solo algunas; guindadera (tira chinas), cachimba (pipa de fumar), castañero (castaño), etc. Ellas nos puede dar pie para trabajar e investigar de forma sencilla el habla de la zona dependiendo de la época del año, festividad, trabajo, etc., procurando valorar las especificidades de cada pueblo. A menudo, despreciamos ciertas palabras o frases al creer que son fruto del mal uso que hace “la gente de campo”, cuando en realidad están transmitiendo portuguesismos, americanismos, etc. que se han mantenido vivos en un determinado lugar.

. Juegos y Juguetes: en el cuento sólo se mencionan algunos elementos lúdico-recreativos de la época, intencionadamente, para propiciar la investigación de los mismos en el entorno inmediato: juegos como “la Piedra Robada” o juguetes como “el Camión de Verga”, “las Muñecas de Trapo y de Cartón”... Fueron frecuentes en muchas islas los juguetes elaborados con las hojas de las tuneras, las “mazarocas” de millo, las hojas y troncos de las palmeras, etc.

. Apodos, nombretes, motes...: investigar la importancia que antiguamente tenían los apodos para conocer a tal o cual vecino y cómo se asociaba éste con alguna característica, propiedad, virtud, defecto o actitud del personaje (El Sieteoficios viene a definir a una persona que dominaba muchos oficios). Muchos de estos apodos se han mantenido de generación en generación, conociéndose en ocasiones a un determinado personaje más por éste que por su propio nombre o apellido. Este hecho nos puede facilitar el trabajar la importancia cultural que han tenido, propiciando en el alumnado una actitud de respeto y no como una forma ofensiva hacia los demás.

. Oficios tradicionales: los trabajos manuales o tradicionales están desapareciendo con las mujeres y hombres que han mantenido durante décadas esta herencia cultural hasta la llegada de la maquinaria arrolladora de la modernidad que, con las nuevas tecnologías, los han hecho desaparecer. El cuidado del medio ambiente y el reciclaje de muchos materiales de deshecho estaban presentes en numerosos oficios tradicionales. En el cuento, se mencionan algunos de ellos: tejero, tapador de pajares, barbero, remendador de pantalones, zapatero... No estaría de más trabajar la importancia de éstos y/o conocer de primera mano alguno relacionado directamente con las fechas navideñas: turroneros-as, pasteleros-as, jugueteros-as...

. Vestimenta tradicional: la descripción del personaje, don Julián El Sieteoficios, nos puede permitir el trabajar la vestimenta tradicional de transición aún presente en nuestra gente mayor y conocer cómo ha evolucionado: sombrero, cachimba, pantalones de dril, camisa de franela, unas botas canelas (botas “rambleras”), lonas del “Indio” (un tipo de calzado de tejido de lona y suela de goma que se aprovechaba para hacer las ruedas de los “camiones de verga”), etc.

. Alimentos:

- asociados a los Reyes como regalo: era frecuente, en época de Reyes, recibir algunos alimentos tradicionales que acompañaban en el mejor de los casos algún pequeño juguete: higos o fruta pasada, higos porretos, naranjas “chinas”, rosquetes, “anises”... Podríamos preguntar qué le regalaban a nuestras abuelas y nuestros abuelos.
- asociados con la fiesta: pasteles (famosos los de Los Realejos), turrones, truchas... y otros muchos productos que varían según la Isla o pueblo del Archipiélago.

Comentarios