Revista nº 1037
ISSN 1885-6039

El salto del enamorado. (Incluye VIDEO)

Lunes, 07 de Mayo de 2007
A.C. BienMeSabe
Publicado en el número 156

Sobre el mar, con pie firme y abismal, se levanta un risco en el lugar de La Galga en Puntallana. Tan pétreo que las caricias o bravura del oleaje del inmenso océano Atlántico no ha podido, jamás, horadarlo. Tan vertical que no puede anidar en él una gaviota, ni crecer un bejeque florido. Murallón sin apéndices que pueda frenar una caída mortal. En su base, sólo en bajamar, se dibuja tímidamente, confundida por la espuma del oleaje, una estrecha playa de arenas y piedras negro azabache y en su cima árida y desapacible sólo crecen cardones, jaulagas....

 


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Sobre el mar, con pie firme y abismal, se levanta un risco en el lugar de La Galga en Puntallana. Tan pétreo que las caricias o bravura del oleaje del inmenso océano Atlántico no ha podido, jamás, horadarlo. Tan vertical que no puede anidar en él una gaviota, ni crecer un bejeque florido. Murallón sin apéndices que pueda frenar una caída mortal. En su base, sólo en bajamar, se dibuja tímidamente, confundida por la espuma del oleaje, una estrecha playa de arenas y piedras negro azabache y en su cima árida y desapacible sólo crecen cardones, jaulagas.... En este lugar, el sobrecogedor silencio sólo lo rompe el eco del retumbar del oleaje que acaricia con salitre los labios del caminante.



Levantando la vista del abismo, en la soledad de la cima, hacia el norte aparece el blanco caserío de San Andrés, entre platanales, palmeras, canelos techos de teja canaria, el campanario de la iglesia y de nuevo el azul mar. Más allá, la luz intermitente del faro de Punta Cumplida o del Engaño, ya en el término municipal de Barlovento. Dejando la orilla, la mirada encuentra las poblaciones de Los Sauces, Los Galguitos y Las Lomadas. Mil verdes intensos y el azul del océano arropan el lugar. Hacia el sur, un paredón pétreo canaliza el impresionante barranco de Nogales y la fértiles campos de La Galga donde se alza la antigua ermita de San Bartolomé.
 
 
Cuentan que por aquellos pagos vivía un intrépido pastor amigo del riesgo, de valor ciego e inconsciencia que brotaba de su juventud. El ardor de su corazón le pedía y necesitaba, ante la soledad y el peligro, "...una pasión que endulzara su salvaje aislamiento, y una creencia que le infundiese valor en sus arrojadas empresas. Así, los dos sentimientos más sublimes que puedan abrigar el corazón humano llenaban el alma del atrevido pastor: la religión y el amor". Por aquellas tierras de pastos vivía una doncella de alabada belleza y los sentimientos del mancebo sufrieron una atracción irresistible, "...que día a día se acrecentaba con los desdenes de la bella joven". Esta se cansó de las pretensiones del mancebo y le quiso probar. Antes de convertirse en su esposa, el joven pastor debía acercarse al precipicio y apoyando ambas manos en su lanza, colocando el regatón en la orilla de aquel precipicio, dar vueltas formando un semicírculo con su cuerpo desprendido en el vacío.


Y así presto y rápido se dispuso a hacerlo el pastor, mientras, le palpitaba su corazón con las más dulces esperanzas. En el borde del abismo colocó la lanza, la agarró con las dos manos, y exclamó:

-¡En el nombre de Dios! 


Y diciendo esto su cuerpo salió despedido sobre el vacío dibujando un círculo, hasta que sus pies alcanzaron de nuevo la roca.

-¡En el nombre de la Virgen! - gritó por segunda vez y su cuerpo encontró de nuevo la orilla. Se acercaba el momento de ver consumado su amor y por tercera vez exclamó retumbando el eco:

-¡En el nombre de mi dama!

En ese momento, según la tradición, mientras se perdía su voz por los barrancos, el cielo determinó "castigarle por invocar el nombre de una criatura en tan supremo peligro, el desgraciado mancebo, suelto en el vacío, sintiendo bramar las olas en el fondo de aquel abismo, no pudo volver a ganar el borde del risco, y víctima de su amor cayó precipitado al mar". Y cuentan que, desde ese lejano y luctuoso día, al risco le llamó el pueblo Salto del Enamorado. Aún hoy su nombre evoca, a quien se acerca a aquellas fugas abismales, la osadía del enamorado pastor.


Narrador: Manuel García Morales.
Montaje técnico: Daniel Santana Sosa.
 

Leyenda popular transcrita por María Victoria Hernández.
 
 
 
 
 
 
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Comentarios
Viernes, 18 de Julio de 2008 a las 18:55 pm - Dr. Carro

#05 acerca de esa historia puedo decir que hasta donde se este joven se llamaba Jose Antonio Carro, es decir uno de mis antepasados Palmeros, era natural del Granel, Puntallana, es lo que me han contado mis ancestros, saludos cordiales, Dr. Carro

carrorembe@yahoo.es

Martes, 06 de Noviembre de 2007 a las 17:19 pm - ke te Importaaaa

#04 no me lo imagine asi tan feo

Miércoles, 09 de Mayo de 2007 a las 22:57 pm - Héctor

#03 Como galguero me siento orgulloso de que hayais publicado la leyenda. Es una de las más bonita que existen en Canarias, aunque lamentable su trágico final. Esta leyenda ha marcado siempre la historia del barrio y del pueblo.

Sobre el nombre del pastor puedo decir que según un familiar mio, que a su vez lo había escuchado de otro antepasado, el muchacho se llamaba José Antonio y la muchacha ya no lo sé, aunque intentaré averiguarlo. Saludos!!

Miércoles, 09 de Mayo de 2007 a las 19:48 pm - José R. Escudero

#02 En espera de una respuesta mejor y si me lo permiten, voy a contestar a esta cuestión. Desde lo que yo sé y conozco, creo que no hay nombre conocido para los protagonistas de esta célebre leyenda, una de las más populares de Canarias. Se cree que sucedió en los primeros años después de la Conquista. El periódico palmero El Time (21.02.1864) recogía lo que el cronista Lorenzo Rodríguez escribía sobre este relato. No se informaba de ningún nombre, aunque sí aportaba rasgos descriptivos. Así, se decía que era un joven pastor de gran habilidad y que vivía en las cercanías de La Galga. Conocida era su destreza en trepar riscos y manejar la honda y el palo. Pasaba las horas tocando la flauta mientras vigilaba a las ovejas. Era muy enamoradizo, tímido, de excesiva confianza. El valor le llegó tarde y también su mala fortuna. La chica, sin embargo, era una bella campesina local, una altiva doncella que siempre rechazaba las pretensiones del mozo. Se la mostraba también esquiva, caprichosa y finalmente aterrorizada por la muerte del mozo. Llega a perder la cordura y lloró su desdicha todos los días de su vida.

El relato da su nombre a un alto risco del Barranco de Nogales, también llamado Barranco Hondo, pago de La Galga y al lema que reza en el blasón del municipio: “Dios, La Virgen, Mi Amada”.

Gracias

Miércoles, 09 de Mayo de 2007 a las 11:51 am - guantacara

#01

Me gustarias saber el nombre del pastor y de su enamorada

gracias