Revista nº 1037
ISSN 1885-6039

Voces volcánicas.

Miércoles, 18 de Marzo de 2009
Ignacio Reyes García
Publicado en el número 253

Muchas voces isleñas perdieron su significado o cambiaron de género para adaptarse a la gramática de la lengua dominante. Devolverle ahora su verdadera identidad permite descifrar aquel pasado con su propia voz, marcando así una referencia imprescindible a la hora de calibrar el alcance de los cambios culturales que han tenido lugar. Y un dominio donde estos aspectos se pueden observar con certera plasticidad emana por ejemplo del vocabulario volcánico, muy reducido todavía en sus expresiones resueltas, pero que rinde ya algunos datos interesantes acerca de la percepción nativa del fenómeno.


Aún se cuentan por miles los topónimos ínsuloamazighes que aguardan un estudio filológico exhaustivo. Seguro que no es necesario insistir en el generoso testimonio lingüístico e histórico que contienen, por cuanto la onomástica geográfica retiene con frecuencia rasgos socioculturales muy reveladores a propósito de los seres humanos que han hecho su vida en un territorio determinado. Referencias ideológicas, naturalistas y económicas constituyen las tres instancias principales, a veces incluso enlazadas, desde las que se suelen conjugar tales designaciones.

El catálogo de valores concretos resulta tan extenso como la imaginación y el horizonte comunicativo que requieran los habitantes de un lugar. Antecedentes identitarios, sembrados de nombres tribales y antepasados clasificatorios (epónimos), procuran ese anclaje sociohistórico sobre el que la comunidad forja las ideas, costumbres, hitos y relaciones que definen su personalidad diferencial. Todo ello arma una especie de apropiación simbólica de un medio que, no obstante, se ha de nominar también en función de las estrategias de subsistencia. El vocabulario toponímico constata y describe ubicaciones y calidades (activas o potenciales), pero así mismo refleja formas de explotación. Como es lógico, la percepción del entorno nunca permanece ajena a la creación social del espacio y, por consiguiente, vive en la interacción dialéctica establecida entre las personas y el resto de la realidad física.

Simples nombres de plantas, animales, colores, sabores, substancias o partes del cuerpo humano por ejemplo, que en ocasiones se mencionan inclusive con ciertas cargas sensitivas y emotivas, ilustran muy bien la cosmovisión que una sociedad antigua ha necesitado fraguar para reproducir las condiciones de su existencia natural y colectiva. Ahora bien, que la investigación logre formarse una imagen diáfana de ese pensamiento, pasa por evitar los anacronismos y operar desde las claves culturales que se van descubriendo. Bastan cuatro generaciones para que una lengua o una modalidad de habla desparezcan, y no digamos nada si esa comunidad ha sido sometida a una presión social más o menos prolongada. Pero, salvo en casos de extinción física de la población, cosa que no aconteció en Canarias, siempre ocurre algún grado de mestizaje lingüístico, al tiempo que, en alguna medida, prevalece esa visión indígena del mundo en el nuevo régimen mientras se conservan las formas de vida con las que ha guardado relación. Otro asunto distinto es la torsión que suelen sufrir esos ingredientes durante este tránsito, muy acusada en el ámbito del lenguaje debido a la decadencia del sistema de comunicación ínsuloamazighe.

En ese proceso, muchas voces isleñas perdieron su significado o cambiaron de género para adaptarse a la gramática de la lengua dominante. Devolverle ahora su verdadera identidad, a través de un análisis etimológico cada día un poco más depurado, permite descifrar aquel pasado con su propia voz, marcando así una referencia imprescindible a la hora de calibrar el alcance de los cambios culturales que han tenido lugar. Y un dominio donde estos aspectos se pueden observar con certera plasticidad emana por ejemplo del vocabulario volcánico, muy reducido todavía en sus expresiones resueltas, pero que rinde ya algunos datos interesantes acerca de la percepción nativa del fenómeno.

Con seguridad, el paradigma de esas mutaciones reside en el Teide, que nunca fue un término masculino ni emblema de esencias benéficas y, mucho menos, patrióticas. Una mole semejante, cuyas expresiones vitales no podían infundir otra cosa que temores infernales, recibió dos nombres nada equívocos: Teide (tĕydit), ‘la perra’ cuyo cuerpo acogía la más impresionante boca de la ‘malignidad’ o Echeide (eššăd́), también era conocida por la denominación de otro personaje siniestro, Taraire (tarair), una ‘ogresa’ todavía amenazante en los cuentos amazighes.

Dentro de unos meses, el noviembre próximo, se cumplen cien años de la erupción del Chinyero (šinyăr), la última vez que la isla de Tenerife vio la pavorosa exhibición de ‘vapores que produce una fritura’ magmática. Noción similar a la que desprendía ya en el pasado el palmero Roque de Tiniguiga (te-n-egiga), comarca famosa hace unas pocas décadas (1971) por el estallido de su variante gráfica, el volcán Teneguía, ‘una del vapor (caliente) o humo’.

Porque de una ‘fisura en el suelo’ o Teaguia (tăgăyt), también llamada Teguseo (teguz) o ‘abertura’, sólo cabe esperar otra emergencia eruptiva como la desencadenada en La Palma el mes de mayo de 1585. Todo ello con su devastadora secuela de Tacande (takăndăy) o ‘piedra quemada’ y ‘picón’ gomero o Esnene (ess-əgnăynăy), una ‘destucción, ruina’ o Tahiche (taghiššădt) que, no obstante, también ha diseñado algún que otro jameo (xam) o ‘casa’ y hermosas hoyas naturales, como la ‘caldera’ de Fireva (firăw), en El Hierro.

Lo que hoy inspira una sensación de sobrecogedora belleza desatada, para los antiguos isleños era una aterradora eminencia que expulsaba secreciones con estrépito, como recuerdan la ‘cumbre que moquea’ en Nisdafe (nəssəd́-aghf), la ‘montaña que vierte’ en Timanfaya (timmăy-anffay) o la ‘supuración’ que algún día drenó las entrañas del Guanapay (Wanaffay). Naturaleza derramada cuyos ‘flujos engullen’ la vida en Tizalaya (tizalayyah), hasta que la deriva de las Islas apaga tarde o temprano esa potencia colosal y deja sólo un ‘viejo volcán extinto’ o Tajaste (taghast), la mayoría de las veces fondeado a un paso de las feroces dentelladas inmobiliarias del progreso y el olvido.


Fondo de Cultura Ínsuloamazighe
http://www.ygnazr/eseghber.htm


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Comentarios
Viernes, 20 de Marzo de 2009 a las 23:50 pm - Ignacio Reyes

#09 Cuando carecemos de traducciones directas en las fuentes, como pasa casi siempre con los antiguos materiales isleños, sólo queda tirar de contextos, respetando ciertas pautas fonéticas, condiciones morfológicas y desarrollos semánticos.

Nada en la información disponible lleva a pensar en un \'viento caliente\' como explicación de Ajódar, por mucha similitud fonética que pueda exhibir la hipótesis, igual que ocurría con mi primera conjetura [H\'·D·R]. En cambio, se nos dice que la fortaleza permitía vivir allí a un amplio contingente de personas. Al menos, esta caracterización tiene encaje en la lectura que he planteado por último: asudar > ašodar > ahodar, con una secuencia fonética bien acreditada en la lengua amazighe.

Excluido el hispánico topónimo Horgazales, nos queda ese extraño Adlobas, que presenta no pocos problemas. Pero, desde luego, no diría que guarda alguna relación formal con Ajódar. Toca paciencia, me temo.

Viernes, 20 de Marzo de 2009 a las 20:47 pm - Fco. Suarez M.

#08 A los lectores: Quizás podrán pensar que estos temas deben tratarse, ya en estos apéndices del tema, de forma personal (telefono, correo electrónico...). Pero hay un doble objetivo, uno es el debate abierto para dar dinamismo a esta revista y el otro resolver cuestiones que surgen en el debate. Continúo por tanto.

Al señor Reyes:

Adlobas, la montaña en forma de pirámide perfecta, entre Tasarte y Tasartico, adjunta a la de Almogaren, podrá ser la supuesta Ajódar o Ahodar por similitud, o quizas este sea el nombre en su día de al zona. Cubillo Ferreira, en un librito que publicó hace muchos años, cree que Ajódar que tiene relación con la combinación de las voces, no recuerdo ahora de algún dialecto del sur de Argelia: \"ahod\" \"dar\" que traducido al castellano podría ser viento caliente y lugar. No sé. Usted es un filólogo conocedor del amazhige y espero que nos aporte algo definitivo.

Otro gran promontorio es el que se encuentra, al norte de la anterior Adlobas ( a veces la han escrito Lobas) , está al otro lado del valle, entre Tasartico y La Aldea, tiene nombre de Los Hogarzos o los Juagarzos. Impresionante montaña, más alta, con un extensa y llana cima de más 15 hectáreas, en una altura de más de mil metros a poco espacio de la costa, con proyección visual hacia toda la isla, sus perspectivas son impresionantes. No todos pueden ascender a ella. Desde que hacia 1978-980, creo, subí con mis alumnos interesados en estos temas y luego con especialistas que incluso descubrieron las célebres minas de obsidiana, desde esos tiempos atrás siempre he pensado que se corresponde, en la descripción de las crónicas, con la mítica Ajodar, e incluso gente que he llevado a su cima ha descubierto acopios de piedra supuestamente de caracter defensivo.

Pero a lo que íbamos: Hogarzales, Hogarzos, Juagarzos, claro que por el vegetal se da su nombre. Del siglo XVII, en un deslinde de La Aldea por asunto del famoso Pleito, esta montaña (escrita Juagarzos) es un lindero de la hacienda de los Grimón, junto a la montaña de los Cedros (donde hace algún tiempo descubrimos más minas de obsidiana). Pero el nombre de Hogarzos no es canario, es de una planta castellano leonés. Y no debe llamarse Hogarzales (y en eso cometí un error en un trabajo sobre la batalla de Ajodar (1984), sino Hogarzos porque ese nombre se lo pusieron erróneamente los militares en sus mapas hace unos 30 ó 40 años. E incluso se derivó en Horgazales. Es, más, una asociación vecinal tomó el nombre erroneo. Ahora bien, me preguntan siempre alumnos o amigos cuando subimos a estos riscos extraordinarios en perspectivas e historias, ¿y el nombre canario antiguo? ¡vaya usted a saberlo¡ Y vaya usted a saber si algunos de los circulos de piedra allí existentes, los pequeños, pueden ser restos no tan antiguos, porque hace algún tiempo un viejito de Tasartico o de Artejevez me dijo que en los años 20 ó 30 unos militares estuvieron en esa cima de maniobras.

Me he pasado con tanto rollo. Saludos.

Viernes, 20 de Marzo de 2009 a las 18:03 pm - Ignacio Reyes

#07 Mi amigo Víctor Perera me confirma que la cima de la montaña está poblada de jogarzo, jaguarzo o Cistus. Siendo así, no parece pertinente la sospecha que me había asaltado en cuanto a un posible antecedente nativo.

Ahora bien, la coincidencia es sorprendente: [R·G] \'excavar\' y [Z·L] \'trabajo\'. Si esto no se puede ver como actividad minera...

Viernes, 20 de Marzo de 2009 a las 17:39 pm - Ignacio Reyes

#06 No crea que resulta fácil encontrar paralelos continentales para la toponimia ínsuloamazighe. Algunos nombres, aplicados a referencias asimilables en una comarca y la otra, saltan a la vista sin problemas. Pero las designaciones están ligadas casi siempre a la relación que desarrolla una sociedad con un territorio determinado a lo largo de la historia. Por no mencionar que, en un porcentaje altísimo, las comunidades continentales no recuerdan el verdadero significado de sus topónimos.

En el caso de Ajódar, tengo cerrado el análisis, todo lo que se puede en esta materia, claro, en torno a la explicación que ya cité: asudar > ašodar > ahodar. Para una traducción exacta, habría que viajar en el tiempo, pero la acepción actual de esta voz, \'sostenimiento (vital)\', creo que cumple con el valor histórico que las fuentes documentales asignan a la fortaleza.

Ahora bien, según exponen usted, mi amigo y colaborador en Gran Canaria Víctor Perera y no pocas personas más, Ajódar debió de corresponderse con la actual Montaña de Horgazales, un centro de extracción de obsidiana de primer orden, por lo que cuentan mis colegas arqueólogos. Y estoy un poco desconcertado. Me explicaré.

¿Debo suponer que el Francisco de Orgaz (544) que figura en los Repartimientos de Gran Canaria (1998: 162-163), con petición de una tierra montuosa en el Barranco de Tirahana, sería el responsable de esa denominación, Horgazales? ¿Dispone usted de datos que nos permitan garantizar la procedencia románica del topónimo? Habría que estar seguro de estos extremos, porque, de lo contrario, estaríamos en presencia de una denominación nativa perfectamente adecuada a la actividad minera que se ha constatado.

Estoy en sus manos, amigo. Siento abusar así de su amabilidad, pero usted ya debe de tener este asunto triturado. Saludos.

Viernes, 20 de Marzo de 2009 a las 12:39 pm - Fco. Suárez Moreno

#05 Le agradezco mucho su interés. Y lograré contactar con usted a través de Bienmesabe para este asunto de Ajódar-Adlobas-Jódar....

Y ya le digo que siga escribiendo estas aportaciones a Bienmesabe que por simples que parezcan encierran mucho contenido, sobre todo de este tema tan poco estudiado de la relación de las voces canarias con las de la región cercana del Continente.

Saludos

Jueves, 19 de Marzo de 2009 a las 22:20 pm - Ignacio Reyes

#04 Pues, Sr. Suárez, me va a permitir que añada un poco más de confusión a esta maraña. No conocía ese Adloba, pero presenta un sospechoso parecido con el término eddubet (> addoba), que pertenece al campo semántico del \'poder\'. Usted dirá si le podemos dar un papelito en esta obra.

Sin embargo, he examinado el asunto de Ajódar con más detenimiento y, por fin, ya le puedo proporcionar una solución bastante ajustada, aunque debo pulir todavía algún detalle.

La base del orónimo sería el lexema [D·R], que habla de \'vivir\', \'sostener\', \'nutrir\'. En concreto, me inclino por ver aquí una pronunciación aspirada (ahodar) del nombre verbal causativo asudar, que se traduce por \'sostenimiento, mantenimiento\' e, incluso, admite relación con el hecho de \'resucitar\'.

Pero aún debo descartar por completo que la secuencia inicial ajo- pueda añadir algún otro matiz.

Jueves, 19 de Marzo de 2009 a las 11:14 am - Fco. Suárez M.

#03 Señor Reyes:

Al respecto de Ajódar le diré, que siempre me ha llamado la atención tanto desde la vertiente filológica (de la que no soy especialista) como de la histórica. Sobre todo me cautivó cuando ascendí a la cima de la montaña cuyo nombre más se parece, Adloba y luego a la montaña anexa de Almogarén y seguido a la fortaleza de enfrente, Los Hogarzos, y a la vez me centré en el estudio de los hechos tan difusos recogidos en las crónicas antiguas y recreaciones históricas posteriores: la mítica batalla de Ajódar, en las cadenas circundantes del valle de Tasartico. La describen bastante bien las primeras crónicas: en Tasartico (otras en Tasarte), \"fortaleza inexpugnable\" \"torre con un extenso llano en su cima\" \"con fuente para cientos de personas\". Pero Adlobas no responde a esta descripción sino Los Hogarzos. Escribí un amplio informe en un reportaje dominical hacia 1982. Quizás vuelva a reconsiderar el trabajo; pero lo que he leído en filólogos especialistas o en estudiosos, poco hasta ahora, al menos a mi no me convence, quizás usted pudiera encontrar, alguna analogía con toponimos o voces amazighes en el Continente. No me encaja el nombre actual de Adlobas con una a muy aspirante de la gente del lugar. ah loba, no me encaja el fonema \"l\", no me encaja la localización actual frente a Hogarzos para el encuentro bélico. Todo es muy complejo cuando quiere uno acercarse a la verdad, y a veces cometemos errores; pero esos son los propios de la ley ensayo error, digo yo.

Saludos

Miércoles, 18 de Marzo de 2009 a las 17:44 pm - Ignacio Reyes

#02 Muchas gracias por sus palabras de aliento. Y reconozco que yo tampoco, después de tantos años dedicado a estos temas, me había preocupado hasta ahora de empezar a recoger el léxico volcánico, lo cual ya tiene delito viviendo en islas como las nuestras.

Es normal que en Gran Canaria este vocabulario particular esté tan apagado como esa actividad natural, pero me ha tocado usted la fibra con Ajódar, una de esas incógnitas que no he terminado de resolver de modo satisfactorio.

Trabajo con una hipótesis que, en términos formales, resulta impecable: [H’•D•R], pero no sé qué le parecerá a usted el significado. Ajódar hablaría de ‘inclinación’, en el sentido de curvarse, bajarse o, por extensión, someterse. Tendría cierta lógica eso de acatar el poder, social y/o sobrenatural, que se le haya podido atribuir a la fortaleza, pero no estoy plenamente convencido todavía (quizá por carecer de un conocimiento preciso sobre la historia y la tradición asociadas).

La investigación en modalidades de habla desaparecidas, por mucho que la lengua siga viva en el Continente, presenta complejidades bastante severas. Pero a veces pienso que la gente no es consciente de la gran cantidad de información valiosa que posee. Han vivido con ella de modo natural, como parte de su cultura cotidiana, pero con frecuencia contiene claves antiguas, fruto de una larga continuidad sociocultural.

Uno no debe vivir en el pasado, pero tampoco sin memoria.

Miércoles, 18 de Marzo de 2009 a las 11:34 am - Fco. Suárez Moreno. La Aldea de San Nicolás

#01 En primer lugar es de agradecer al autor, en primer lugar y luego a la revista por ofrecernos estos temas tan interesantes como complejos de voces del antiguo lenguaje canario en su analogía con los de las otras lenguas del área continental amazighe.

Luego decir que la toponimia canaria relacionada con la vulcanología es muy interesante tanto en las voces del castellano hablado en Canarias como de las del antiguo canario de cada isla. En concreto, en Gran Canaria, casi todas estas voces, las relacionadas con los volcanes, son castellanas, algunas incluso de reciente aparición. uso Algunas por traslación, es el caso del nombre de la Montaña de Gáldar o la de La Atalaya, según por donde se mire, que en los años sesenta, creo, se le da el nombre canario antiguo de Ajódar, término éste localizado históricamente, sin precisión geográfica, en el Macizo del Suroeste.

En tercer lugar animo al señor Reyes a ofrecer estas pequeñas aportaciones de alto valor divulgativo, sin dejar a un lado el científico que, en este tema del amazighe, estamos necesitados en Canarias de ello e incluso en el debate, porque de verdad, de verdad, como decía al principio estamos ante un tema bastante complejo.

Saludos y animar a los lectores de bienmesabe a que participen cuando nos ofrecen estas informaciones tan valiosas.