Revista nº 1037
ISSN 1885-6039

La originalidad del habla canaria.

Domingo, 23 de Abril de 2006
Luis Amador Rodríguez
Publicado en el número 101

Recientemente ha vuelto a reeditarse En defensa del habla canaria de Marcial Morera. Morera se centra primordialmente en hacer una defensa de los canarismos léxicos. Este sector del vocabulario ha sido tradicionalmente estigmatizado en distintos medios institucionales y culturales de las islas. El centralismo practicado en España desde el siglo XVIII, agudizado durante el régimen franquista en el XX, consideraba más positiva la homogeneidad del país en todos sus aspectos. Todo ello, mezclado con grandes dosis de esencialismo españolista, erigió lo castellano en el modelo que debía ser imitado. Así, en materia lingüística, se estimó que lo más apropiado era la castellanización, desde la pronunciación al fondo léxico.



Recientemente ha vuelto a reeditarse En defensa del habla canaria (Anroart Ediciones, Colección Puerto Escondido 3) de Marcial Morera. Este catedrático de la Universidad de La Laguna destaca por su labor en gramática y semántica del español y en dialectología canaria, con importantes trabajos sobre el léxico diferencial de las islas. El librito que reseñamos arranca precisamente del interés de este investigador por el estudio de las hablas isleñas. No se trata, sin embargo, de una obra de especialidad, sino de un testimonio fundamentado a favor del empleo apropiado del español canario. Podemos incluir esta obra entre aquéllas de Morera que abordan de forma directa el tema de la relación entre la lengua y la sociedad insular. Así, En defensa del habla canaria es hermana menor, por ser más reciente, de Lengua y colonia en Canarias (1990), obra representativa de esta línea de reflexión del autor. En consecuencia, el lector de En defensa del habla canaria no se enfrenta con un tratado árido sobre cuestiones lingüísticas, sino con un libro escrito en prosa amena y de una gran claridad conceptual sobre la legitimidad y la corrección del uso que los canarios hacemos de la lengua.

Ahora bien, sin que ello suponga ningún desmerecimiento, convendría precisar que, aunque el título En defensa del habla canaria es muy abarcador, Morera se centra primordialmente en hacer una defensa de los canarismos léxicos. Este sector del vocabulario ha sido tradicionalmente estigmatizado en distintos medios institucionales y culturales de las islas. El centralismo practicado en España desde el siglo XVIII, agudizado durante el régimen franquista en el XX, consideraba más positiva la homogeneidad del país en todos sus aspectos. Todo ello, mezclado con grandes dosis de esencialismo españolista, erigió lo castellano en el modelo que debía ser imitado. Así, en materia lingüística, se estimó que lo más apropiado era la castellanización, desde la pronunciación al fondo léxico. De sobra son conocidos los casos de locutores de radio y televisión que tuvieron que renunciar a sus formas de expresión propias por las del español septentrional. La situación ha cambiado con la instauración de la democracia y del modelo autonómico, aunque aún pervivan tensiones a este respecto.

En este nuevo marco, Marcial Morera apela a una mayor naturalidad en el empleo del español de nuestras islas, en particular del vocabulario canario. Por supuesto, el profesor de La Laguna advierte de que el español de Canarias no puede identificarse, desde una perspectiva naif, con una sarta de vulgarismos o solecismos. Además, no se trata de reivindicar nuestro patrimonio léxico desde una posición chovinista o folklórica, sino desde una actitud libre de complejos, consciente de la originalidad y las potencialidades de los canarismos. En el léxico se configura una parte importante de la Weltanschauung o visión del mundo que una comunidad tiene de la realidad que la rodea. Este hecho se concreta, por ejemplo, en el libre manejo de los procedimientos lingüísticos para resaltar determinados aspectos semánticos.



















Es lo que ocurre con la creación legítima de neologismos, como destiladera, puntilla o sopladera, que no equivalen en su significado lingüístico estricto a los términos del español general correspondientes filtro, saliente (de tierra que penetra en el mar) o globo. Otras veces el léxico diferencial de las islas designa realidades culturales, naturales y geográficas vernáculas. A este respecto hay casos muy elocuentes, como son gofio ‘harina de granos tostados’, majalulo ‘camello desde que deja de mamar hasta que puede reproducirse’, tajinaste ‘nombre de varias plantas arbustivas del género de las borragináceas’, roque ‘elemento de la orografía de las islas en forma de torre’, etc. Sin los términos citados no habría un nombre preciso para las cosas a las que apuntan cada uno de ellos. Estas unidades léxicas, y otras del mismo estilo, son el producto de la organización que los isleños han hecho de su mundo inmediato a lo largo de la historia. A ello se suma, como indica Morera, la originalidad connotativa que impregna todo el vocabulario isleño, arraigado en el mundo afectivo de los hablantes. Sancocho y escaldón, pongamos por caso, aparte de sus peculiaridades lingüísticas, nos devuelven el calor y el sabor del hogar. Otros vocablos han desarrollado incluso acepciones secundarias a partir de las asociaciones que se establecen en el uso, como ha sucedido con orejear, que, de ‘mover las orejas los animales’, ha pasado a ‘dudar, desconfiar’; o con tonina ‘delfín, cetáceo’, que se utiliza como apelativo de la persona gorda.

Las palabras insulares, por tanto, están cargadas de evocaciones “que conectan íntimamente a las personas que las usan con los contextos vitales que designan, es decir, forman parte de su ecología cultural”. El vocabulario canario supone para el hablante de las islas una riqueza añadida, un complemento valioso a su competencia lingüística en la actuación cotidiana, ya sea en el registro oral o en el escrito. Por tal motivo, parece claro que deberíamos preservar este patrimonio lingüístico, dignificando su uso. Así, uno de los pasos más importantes para la sanción de su empleo es su utilización literaria. En la literatura canaria ha habido actitudes contradictorias a este respecto. Sin sacrificar en absoluto la comunicación entre lectores de estas y de otras latitudes, se puede seguir el ejemplo de autores como Cabrera Infante, Vargas Llosa o Cortázar, que no han tenido reparos en usar aquellos rasgos que definen sus respectivas modalidades de español.




Fragmento de En defensa del habla canaria.

¿Cómo se puede reparar el daño que la visión sectaria e imperialista del idioma ha hecho a las hablas regionales, en general, y a las hablas canarias, en particular? Este daño se puede reparar adoptando una actitud más democrática, una actitud más acorde con los tiempos que corren (...). Así que una de las tareas que se impone hoy en Canarias es la de reivindicar y dignificar su patrimonio cultural y lingüístico, no como algo distinto y opuesto a la lengua española, sino como algo complementario de ella. Hay que difundir y afianzar la idea de que las voces isleñas implican un sentimiento de la realidad tan legítimo como el que implican las otras palabras del español, sean generales o no. Porque las palabras no son palabras por el hecho de haber nacido en un sitio u otro, o porque las utilicen unos grupos sociales u otros. Las palabras son palabras porque hay seres humanos que se entienden con ellas. Lo fundamental en el mundo de las palabras no es tanto su prestigio o el número de personas que las usan cuanto su significación interna (...).

La reconciliación de los canarios con su patrimonio cultural y lingüístico, su reconocimiento y asunción orgullosa, es absolutamente imprescindible para que este pueblo pueda desarrollarse libremente y sin complejos. Lo que somos como comunidad, lo que hemos hecho a lo largo de nuestra historia, se encuentra contenido en este patrimonio. El reconocimiento de lo propio es obligatorio y urgente para evolucionar e incluso para escapar de nuestros atavismos, si lo consideramos oportuno. Porque una comunidad no puede desarrollarse libremente ni escapar a las imposiciones de su historia si no las asume, si no las reconoce (...). Y es que las palabras no son un mero instrumento de comunicación, son el ser, la identidad de los individuos, el sentir que los conecta con sus antepasados -las palabras contienen parte de lo que hicieron y nos han legado nuestros ascendientes- y con su medio y que les permiten mirar esperanzadamente hacia el futuro. Cuando un pueblo reniega de sus palabras, rompe con su pasado y con su ambiente y se queda sin futuro al que mirar (...). Si el pueblo canario quiere ser verdaderamente libre y defender su dignidad y la de sus antepasados, tiene que empezar por reivindicar la legitimidad de su patrimonio idiomático y su competencia para resolver los problemas de su comunidad autónomamente. Teniendo en cuenta el enorme poder uniformador de los actuales medios de información y propaganda, estas reivindicaciones son hoy más necesarias que nunca.

(...) Difícilmente se puede amar lo que no se conoce. Sólo así podremos decir que, para nosotros, no hay mejor patrimonio lingüístico que el nuestro, porque en él vimos por primera vez la luz del sol, en él nos arrullaron en nuestra infancia, en él crecimos, en él nos alimentamos y en él tenemos nuestros amigos y nuestros muertos. (...) Así que, justamente porque me doy cuenta de lo que implica para mí mi patria lingüística, reconozco y respeto que tu patria lingüística sea la mejor para ti, porque en ella tienes tus raíces y tu sangre.

(...) Para que sea efectiva, esta empresa de hacer valer los derechos del patrimonio lingüístico de las Islas requiere el esfuerzo aunado de las instituciones políticas de la Comunidad Autónoma, los maestros, los escritores, los periodistas, los investigadores de las hablas canarias y todas aquellas personas que sientan algún interés por arrimar el hombro en la defensa de esta parcela de nuestra cultura.



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Comentarios
Viernes, 20 de Junio de 2008 a las 12:38 pm - Amazigh

#03 Buen libro en general, aunque los prejuicios españolistas ciegan en ocasiones al autor.

Conozcamos y defendamos el habla canaria.

Viernes, 14 de Septiembre de 2007 a las 15:10 pm - Argelio Pérez de Vera

#02 Estoy por la labor de defender la lengua Canaria por encima de todo y pesele a quin le pese. Soy hijo, padre y abuelo y en mi entorno defiendo no solo la lengua, sino la Historia de Canarias.

Dejemosnos de miopias trasnochadas y/o complejos tercermundistas y defendamos lo nuestro con ahinco y valor, aún en contra de algunos politiquillos mal intencionados.

Un saludo cordial.

P.D. Tengo varios diccionarios de canarisimos y ninguno recoge la palabra CAÑOTO, que personalmente he oido decir a los campesinos en el sentido de zurdo.

Lunes, 24 de Abril de 2006 a las 10:08 am - Tenesor Rodríguez Martel

#01 'Oír' a Luis Amador es siempre 'dulce et utile'. Si además de lo que habla es de este apetitoso libro de Marcial Morera, el placer se multiplica...