Revista nº 1036
ISSN 1885-6039

Los Oficios del Bosque. Una visión antropológica del aprovechamiento forestal en Gran Canaria en la primera mitad del siglo XX.

Martes, 23 de Mayo de 2006
Francisco Suárez Moreno
Publicado en el número 106

Bajo la sombra de nuestros pinares existe un halo encantador del pasado reciente, donde el dominio y conocimiento que de éste tenía la gente, nuestros abuelos, más la carga vivencial de siglos de trabajo, conforman todo un rico y complejo universo de relaciones sociales. Es como un universo simbólico cargado de significados, que lo pueden ustedes saborear en este interesantísimo libro.



Los interesados en la cultura popular y en los bienes patrimoniales de Canarias están de enhorabuena con la aparición del nuevo libro del doctor en antropología José Antonio González Navarro, estimado Pepe Cuevas (sobrenombre que lleva por haber nacido y vivido en Cueva Grande); un excelente libro que se titula Los Oficios del Bosque. Una visión antropológica del aprovechamiento forestal en Gran Canaria en la primera mitad del siglo XX.

Menos no se podía esperar del autor de otro libro que en 1996 marcó una referencia importante en los estudios de la cultura popular canaria: Las Salinas tradicionales de Gran Canaria. Ambas obras han sido publicadas por la Fundación para la Etnografía y el Desarrollo de la Artesanía Canaria, la FEDAC, organismo autónomo del Cabildo de Gran Canaria al que le debemos, entre otras aportaciones bibliográficas, no sólo la serie editorial Oficios de Ayer, a la que pertenecen estos dos libros de Pepe Cuevas, sino otras obras referidas a la vestimenta tradicional, la madera, la cerámica, etcétera.

Los Oficios del Bosque. Una visión antropológica del aprovechamiento forestal en Gran Canaria en la primera mitad del siglo XX es un libro de 432 páginas en formato normal de 15 por 21 centímetros. Y recoge un resumen de la tesis doctoral de este autor, codirigida por Eduardo Grandío de Fraga, director técnico de la FEDAC, y Fernando Estévez González, profesor de la Universidad de La Laguna.

Aconsejamos su lectura por amena e instructiva y, además, por el buen estilo. Pepe escribe muy bien. Resaltamos el enorme interés de sus contenidos sobre los oficios ya desaparecidos de nuestros montes y pinares (carboneros, aserradores, resineros, timoneros, leñadores…), las arquitecturas en desuso (hoyas carbonera, hornos de brea, refugios…) y las formas de vidas en un espacio que ayer fue un bosque habitado, humanizado, distinto al del concepto de espacio natural que del mismo hoy tenemos.

Bajo la sombra de nuestros pinares existe un halo encantador del pasado reciente, donde el dominio y conocimiento que de éste tenía la gente, nuestros abuelos, más la carga vivencial de siglos de trabajo, conforman todo un rico y complejo universo de relaciones sociales. Es como un universo simbólico cargado de significados, que lo pueden ustedes saborear, repito, en este interesantísimo libro.

Y si no vean un resumen de su contenido: comienza con la historia de los usos de los montes y pinares desde la época aborigen hasta mediados del siglo XX. Continúa la segunda parte dedicada a cada unos de los oficios, sus productos, herramientas, estrategias y socioeconomía (carboneo, resina, pinocha, madera, leña, brea, cenizas, monte, corteza…), lo que podíamos considerar como el bloque con mayor carga etnográfica de investigación.

El siguiente bloque de contenidos, de altura suprema, se refiere a la visión antropológica propiamente dicha en el título. Allí trabaja la valoración patrimonial de las actividades, donde establece una correlación entre los distintos pisos bioclimáticos y la estructura social de las vecindades cercanas a los montes y pinares. Ello nos permite no sólo conocer el componente sociolaboral sino el de un paisaje humano que no se lo imaginan las nuevas generaciones y que los que avanzamos en el tiempo conocimos de oídas por nuestros mayores.

Tendríamos que hablar de la lograda exposición didáctica a través de ilustraciones fotográficas, dibujos (de Paquito Peinado), gráficos, mapas… los apéndices, la bibliografía..., pero no queremos cansar al lector.




Y si algo echo de menos en este libro es la relación en el mismo de los centenares de informantes, que sí se recogen en la tesis, pero que creo hubiera humanizado aún más la obra.

Si tengo que poner algún pero lo haría con el título pues no es una visión antropológica la que Pepe nos ofrece, sino una visión global. Creo que ya es hora de redefinir estos valiosos trabajos con un término que no haga diferencias entre los conceptos de etnografía, etnología y antropología, los cuales ya deben reinterpretarse y agruparse con un mismo término. Hay corrientes de opinión científica que lo están planteando.

Por lo demás, muchas gracias a Pepe por sus largos años de trabajo de campo, por las precisas conclusiones y, en definitiva, por investigar y escribir con una gafa de cristales superpuestos: las de un geógrafo, un historiador, un antropólogo, un artista de los perfiles del ayer...; oficio aprendido de sus mayores, la gente del campo, la que siempre busca algo tan sencillo como difícil: la “obra bien hecha”.


En La Aldea de San Nicolás a 18 de mayo de 2006.

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