Revista nº 1040
ISSN 1885-6039

Los Huaracheros o una casa hecha de canciones.

Miércoles, 13 de Septiembre de 2006
Diego García Soto
Publicado en el número 122

Hablar de la casa de Los Huaracheros es hablar de la casa de los hermanos García Cabrera. Es hablar de música, de literatura, de ciencia y de mi casa, la casa donde nací, en el popular barrio chicharrero de Salamanca. Y me siento afortunado porque entre las canciones de Diego, alma de Los Huaracheros, la poesía de Pedro, las novelas de Anatael y el mar del biólogo Carmelo, transcurrieron mis primeros años.



Una infancia sugerente y rica en vivencias. A esta casa de la calle General Goded 73, antaño prolongación de Igualdad nº 5, Pedro puso número en aquellos versos del libro que tituló Entre cuatro paredes y, como él, yo también aprendí de esta casa a viajar sin fronteras por el mar de los hombres, a respetar los hombros de la noche estrellada y a no volver la espalda a las tormentas. Y también en ella me subí al tiempo, por muchos años, de canciones que hablaban de nuestra tierra y que impregnaban e impregnan sus cimientos.

Con pocos años, acompañé a los cuatro huaracheros en su deambular por los teatros de las islas. Eramos una familia viajera en un tiempo en el que la radio de lámparas era nuestro contacto con el exterior, amén de las películas aptas para menores y de algún que otro espectáculo circense que recalaba por estas tierras de paso para América o que hacía la ruta inversa.

Los años 40 eran años de cartilla de racionamiento y de cinturones apretados y aún así había tiempo para cantar. Los Huaracheros hicieron sus primeras giras por tierras andaluzas después de calentar motores participando en inolvidables veladas artísticas... Los teatros Baudet o Guimerá, el Parque Recreativo, los cines Avenida, Toscal o Buenos Aires... en Santa Cruz... el Cuyás, el Hermanos Millares o el Galdós en Las Palmas ejercieron de trampolín para el salto a tierras peninsulares. Las giras un éxito y una novedad para aquel público andaluz, mañico, asturiano o madrileño. Como siempre, el retorno era apoteósico. El respaldo de la veterana Emisora Radio Club Tenerife era constante. Y es que Los Huaracheros participaron en sus diversas etapas, desde unos primeros estudios situados en la calle de Salamanca hasta aquellos de Álvarez de Lugo, primero al final de la calle y, más tarde, haciendo esquina con Rambla de Pulido. Quizá fue allí, presenciando la actuación huarachera, donde ya comencé a interesarme por la radio, un apasionante invento que con el tiempo se convertiría en mi profesión. Y allí estaban ellos: Diego, Santamaría, Antonillo y Mario. Eran asiduos en la programación de la decana emisora. Se les escuchaba con frecuencia en sus famosas emisiones cara al público. Hasta yo me permití el atrevimiento de realizar mis primeros pinitos musicales con la guitarra hawaiiana en programas infantiles. Mi padre se tomó mi aprendizaje con infinita paciencia. Eran años entrañables. Y es que este cuartel general de los “huarachos” no dejaba de recibir a muchas y grandes figuras, amigos en definitiva.

Programas de diferentes actuaciones de Los Huaracheros en Tenerife.


Por ejemplo, recuerdo que a finales de noviembre de 1951, recaló por la isla el popular Trío Calaveras. Y estuvieron en casa disfrutando de una excelente cena canario-mejicana y, entre perra y perra de vino, Pepe, Raúl y Miguel, los tres cuates, se arrancaban con lo mejor de su repertorio. ¡Y qué voces y qué lujo para el chicharrero barrio de Salamanca! Miren ustedes por donde, esa amistad que había comenzado en Madrid, a raíz de la gira española de Los Calaveras, se mantuvo por mucho tiempo. Huaracheros y Calaveras compartieron escenario no sé cuántas veces. Por ejemplo, en esa misma visita a las Islas, actuaron mano a mano en el Teatro Baudet un 21 de noviembre de 1951. Aún, por aquellos años, sonaban los famosos discos de pasta a la increíble velocidad de 78 revoluciones por minuto. También recuerdo escuchar aquellas piezas de museo en los fonógrafos de cuerda. Y tenía gracia cuando la cuerda tocaba a su fin y la velocidad disminuía peligrosamente hasta el punto de parecer como si se desinflaran las voces.

Muchas canciones registraron Los Huaracheros en los estudios madrileños de la Casa Columbia en este soporte primitivo, base de lo que, poco tiempo después, sería una auténtica innovación con el sonoro nombre de long-play.

Y ahí estaban Diego, Antonillo, Mario y Santamaría. Siempre en la brecha y con un repertorio amplio de creaciones propias que llevan al microsurco. No paran de grabar.

Y a fuerza de no parar, deciden cruzar El Charco. Arranca el año de 1957 y en el Santa María, uno de los barcos de la emigración, viajan rumbo a Cuba. Luego Venezuela, Colombia, Miami, Méjico..., donde por cierto, devolverían visita a sus amigos Los Calaveras. Ellos son adelantados dando a conocer la canción popular canaria en esas latitudes pero, básicamente, llevando el mejor regalo de sus canciones a la colonia canaria. ¡Tendrían ustedes que oírles a su regreso! Cada uno era como si le hubiesen dado cuerda. No paraban de contar... y yo de escuchar lo que comentaban. Y recuerdo que sentí todas aquellas historias del encuentro de Los Huaracheros con los viejos canarios emigrantes a Cuba o a Venezuela como si las estuviera viviendo. Y ahí están las cartas firmadas por cientos de canarios, agradeciéndoles el regalo de su presencia y de sus canciones que les acercaban más al terruño.

Programa de Los Huaracheros en una actuación con Los Calaveras.


Bien es verdad que en varias etapas de la vida del conjunto se han producido sustituciones temporales, por razones obvias de trabajo, al no poder desplazarse alguno de sus componentes a tierras peninsulares. Aquí tengo que recordar a los entrañables huaracheros Víctor Mesa y Chicho Ramírez cubrieron las ausencias a las mil maravillas. Pero es normal que los grupos se recompongan y así en 1959 tenemos a dos nuevos inquilinos en los ensayos. Sustituciones estas con carácter fijo como fueron las incorporaciones de Alberto Miranda y Leandro Rodríguez, voz y guitarra y voz solista.

Una excelente etapa y muy productiva en cuanto a voces y a creación de nuevos temas que enriquecieron el repertorio de la canción popular canaria. El tándem Cabrera-Santamaría en los treinta años siguientes, de los sesenta a los noventa, crearían las más sentidas páginas musicales cantando a cada rincón de sus Islas Canarias. Recuerdo a mi padre enfrascado en las letras y, luego, a Santamaría poniéndoles músicas. La simbiosis entre ambos era perfecta. Miren ustedes lo que sugió en esa etapa... "Puerto de la Cruz", "Santa Cruz de Tenerife", "Gara y Jonay", "Un corazón de madera", "Lo predijo Guañameñe", "La carreta canaria", "Mi chicharrera", "Porque soy emigrante" y un largo etc.; temas que fueron registrados para los sellos La Voz de su Amo, Zafiro y Regal. Nuevas giras peninsulares jalonan las décadas sesenta y setenta.

Alberto, Leandro, Diego y Antonio en 1977 vuelven al estudio de grabación. En esta ocasión registran para el sello Movieplay, y con el apoyo orquestal, gran variedad de nuevos temas así como versiones de los clásicos, como fue el caso de sus “Siete Rosas”, “Sol guanche” o “Canarias te saluda”.

Por ley de vida, o de la muerte, como muy bien refleja el escritor y periodista radiofónico César Fernández Trujillo en su libro de próxima aparición sobre la historia del emblemático grupo, he asistido a la desaparición de Antonillo “El Moro”; de Santamaría, “Perejil” y de Mario, “Papelito”, el carismático solista de la primera formación huarachera.

Antes de fallecer Santamaría , un 19 de octubre de 1988, tenía concretado con mi padre lo que sería el repertorio del nuevo trabajo que titularon Estampas Canarias. No pudo ser por su repentina desaparición pero ese proyecto se haría realidad unos meses más tarde con la incorporación de una nueva figura ya conocida en el panorama musical isleño: Manolo Melián. Y con él, el fundador Diego y los veteranos Alberto y Leandro. Con Melián ese trabajo pudo ser y aún hoy, catorce años después, Estampas canarias sigue reeditándose. Es la obra póstuma de Cabrera y Santamaría. Aunque, todo hay que decirlo, quedan por divulgar, para su público, un puñado de canciones inéditas.

Diego García Cabrera, el letrista y poeta huarachero, se nos marcha un 24 de marzo de 1994. Difícil papeleta para la continuidad del grupo. Tanto Alberto como Leandro, además de Damián Padrón ya veterano en el grupo desde marzo del 93, propusieron dar entrada a un seguidor incondicional del maestro Santamaría, Emilio Negrín... un excelente requinto. Y, amigos, vuelta a empezar. Creo que la década de los noventa y comienzos del 2000 fue especialmente triste. A la marcha de Diego hay que agregar las ausencias de Alberto Miranda y Leandro Rodríguez, la excelente voz solista desde 1959 que nos dejó, poco antes de fallecer, el testimonio de su buen hacer en el trabajo Los Huaracheros en concierto, en un difícil y riguroso directo.

Programas de actuaciones de Los Huaracheros en Cuba.


Una etapa de conmoción, de incertidumbre, la que siguió inmediatamente. Pero si en todos nosotros quedó arraigado el espíritu huarachero, la revitalización del grupo con Emilio Negrín, junto a Damián Padrón, Ángel Santos y la nueva voz solista de Fernando Estévez se hizo posible. Lo prueba ese magnífico trabajo titulado Tierra Canaria, aparecido hace pocas fechas, y lo prueba también el entusiasmo y dedicación que imprimen a los proyectos inmediatos, dedicando muchísimas horas al ensayo del amplio repertorio y al montaje de temas inéditos de los compositores fundadores, que permanecían olvidados en el fondo de no sé qué baúl, en un rincón de no sé qué trastero. Títulos tan significativos como “Las palmas guaraperas”, “Las ñameras”, “Cuando me llame Dios”... Pero algunos huaracheros actuales, por razones de edad y de enfermedad, tienen que seguir pasando el testigo si se quiere que el grupo continúe. Es el caso de Ángel Santos, una última incorporación, que deja su puesto a otro valor de la música isleña y un incondicional del conjunto canario: Francisco Delgado. Una voz y una guitarra firmes para la también firme decisión de continuar la leyenda viva. Y yo me alegro en el alma, que es la expresión más pura del sentimiento, de que en esta mi casa, la casa de Los Huaracheros, ubicada en el popular barrio santacrucero de Salamanca, la casa de Entre cuatro paredes, la casa que cantó el poeta, siga abierta de puertas y ventanas a la música porque, en los días de ensayo, la calle se llena de coplas que acompañan durante un trecho a quienes transitan delante de ella. “Escucha -comentan los vecinos-: Los Huaracheros están ensayando”.

Y seguirán ensayando pese a quien pese, que seguramente les pesará a unos cuantos que yo me sé, pero siempre con el mismo espíritu de los que hicieron posible su nacimiento, para mayor gloria de un género que, como la canción popular canaria, surgió primero con una canción a las “Siete Rosas” escrita en plena Contienda Civil Española. Y fueron Los Huaracheros, junto a Mary Sánchez y Bandamas o María Mérida, los que hicieron “patria chica” en tierras peninsulares y más allá de nuestras fronteras, en las Américas, sólo por amor al terruño y sin ningún tipo de subvención. La única, salía de sus bolsillos. Ellos sí que fueron "nacionalistas adelantados”. Pero, miren ustedes por donde, a Los Huaracheros se les niega una y otra vez el pan y la sal. Son los eternos desconocidos, no para su gran público diseminado por toda la geografía canaria, que son legión, sino para quienes tienen la obligación ineludible de velar por lo nuestro, llámase el desgraciado SOCAEM, como un mal ejemplo del pasado; o cualquier sociedad emanada de los responsables de cultura del Gobierno de Canarias, sin exclusiones. Y es que, Los Huaracheros sostienen por méritos propios, junto a tantos y tantos “hacedores” de nuestra cultura, el pilar básico de la canción popular de nuestra bendita tierra canaria, pese a las antipatías personales y manifiesta parcialidad de algunos miembros que integran las comisiones encargadas de otorgar las ayudas económicas a solistas y grupos musicales, por ejemplo, ejerciendo con evidente descaro un ejercicio de amiguismo, que es algo que ya está enquistado en nuestro mundo cultural.

Y repito. Me alegro en el alma de ser descendiente de una generación de músicos, científicos y poetas. El paso de los años ha afianzado en mí toda su obra. Como ellos, yo también abrazo la idea de una vocación Canaria y Atlántica. Y hago míos los versos de Pedro cuando dice:

Y cuando mis palabras se liberen
del combate en que muero y en que vivo,
la alegría del mar le pido a todos
cuantos partan su pan en esa isla
que no sea silencio amordazado.



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Comentarios
Jueves, 23 de Diciembre de 2010 a las 10:10 am - rami

#06 saturnino yo tengo una foto del trio los guayres con leandro rodriguez antes de ser huarachero y otra de un cuarteteto que no se el nombre se que es de santa cruz

Jueves, 23 de Diciembre de 2010 a las 10:04 am - rami

#05 que grandes los maestros de la poesia canaria cabrera santamaria

Lunes, 30 de Marzo de 2009 a las 20:42 pm - Mon Cartelle

#04 Que envidia de ustedes que sin conocerles seguro que son fabulosos pues el haber estado con el TRIO CALAVERAS eso les da categoría.Por mi edad \"56\" no me fué posible conocerles personalmente,pero les admiro muchísimo Y cuanto daría yo por haber estado con ellos en recitales familiares.El gusto de Raul Prados,la técnica de Pepe Zaldivar y la armonización de Miguel Bermejo...TRIO CALAVERAS.Un saludo...Mon.

Domingo, 22 de Octubre de 2006 a las 22:10 pm -

#03 Para Saturnino Saez sobre cartel Trio Calaveras. Contacte con el teléfono 922 279691-Un abrazo:

Diego García Soto

Jueves, 05 de Octubre de 2006 a las 18:26 pm - Saturnino Saez de Ibarra Gomez

#02 Soy Saturnino saez de ibarra y tengo tres fotos de Los Huaracheros dedicadas por cada uno de estos a cada uno del trio calaveras estan todos juntos Los Huaracheros en traje de trabajo y El Trio Calaveras con traje de calle recien llegados de México,quiere decir que estan en la sla de Fiestas que trabajaban los Huaracheros fecha 31 de Julio de 1951en Madrid. Cambio fotos en copia por copia del cartel anunciador del teatro Baudet en alta definición.

Jueves, 14 de Septiembre de 2006 a las 15:25 pm - Carlos

#01 ¡Enhorabuena por el artículo! Siempre he pensado que más tarde o más temprano terminaremos reconociendo tantos méritos a grupos como Los Huaracheros y a tantos otros que llevan muchísimos años trabajando para conservar, mantener y divulgar nuestro patrimonio cultural. Aunque tendremos que esperar muchísimo o quizá nunca lo veamos, simplemente porque nuestros políticos no tiene memoria histórica y los dineros, que son los de todos, piensan ellos que están mejor invertidos en infraestructuras, llámense, puertos, carreteras y demás que en cultura, educación o sanidad. ¡Y así nos va! Pero de todas formas les animo a continuar. ¡Arriba d'ellos!