Revista nº 1040
ISSN 1885-6039

El legado de Pancho Guerra.

Jueves, 10 de Diciembre de 2009
Redacción BienMeSabe
Publicado en el número 291

La Biblioteca Insular inaugura mañana, 11 de diciembre, la muestra El legado de Pancho Guerra, una completa exposición que reúne desde una perspectiva global el interés de la producción y la trayectoria de uno de los autores más populares de las letras canarias. Hasta el 12 de febrero de 2010 puede visitarse esta muestra organizada por la Biblioteca Insular con ocasión de la celebración del Centenario del Nacimiento de Guerra, un escritor indispensable e imprescindible de la cultura de las Islas, que cultivó la novela, el teatro y el periodismo judicial. La ONCE, con la colaboración del Cabildo grancanario, hará posible a partir del día 18 de diciembre, que las personas invidentes que acudan a la mencionada muestra puedan disfrutar de la misma, ya que ha traducido al sistema Brailley los textos explicativos de los paneles instalados en la Biblioteca Insular.

 

 

El legado de Pancho Guerra recoge el extraordinario interés de su obra, entre las que figura el Léxico popular de Gran Canaria. Con el amplio programa de actividades organizadas alrededor de Pancho Guerra, el Cabildo grancanario y la Fundación que lleva su nombre, han querido ofrecer a los ciudadanos una dimensión integral del autor más allá de ese Pepe Monagas que todo el pueblo canario conoce, con la finalidad por tanto de constatar que fue mucho más que uno de los mejores cronistas y notarios del costumbrismo canario. Ilustradores de su obra fueron los artistas Felo Monzón, Eduardo Creagh, Eduardo Millares (Cho-Juaá) y Manuel Padrón Noble (caricaturista). Su obra ha sido estudiada por escritores entre los que se encuentran Claudio de la Torre, José Pérez Vidal, Carmen Laforet, María Dolores de la Fe, Marcial Morera, Maximiano Trapero y Yolanda Arencibia. La muestra de la Biblioteca Insular podrá visitarse de lunes a viernes, de 9:00 a 20:00 horas.

 

Esta exposición nos descubre la faceta de Guerra como articulista. Sería difícil distinguir entre la producción periodística y lo que es literatura en su obra. De joven publicó en la revista Estudiantes con los seudónimos Pancho Pitouto y Simplicio Panduro. Pancho Guerra ejerció el periodismo en sus dos vertientes: como colaborador literario y como redactor. Desde su traslado a Madrid destacó como cronista en los tribunales y posteriormente en el periódico vespertino Informaciones, donde firmaba con el seudónimo de Doramas.

 

Asimismo nos acerca a su perfil de narrador. Sus historias, recogidas de la narrativa oral, “no cuentan algo que vemos sino algo que oímos”, es decir “la palabra hablada”, y nos recuerda un pasado plagado de pequeñas pero significativas cosas que conforman nuestra historia, la historia de nuestra comunidad. Pancho Guerra escribió sus Cuentos ofreciendo una imagen de la gente sencilla de nuestra tierra, de su modo de vida, de sus costumbres ancestrales, sus alegrías y penas.

 

En este apartado, la muestra se detiene también en su producción de carácter costumbrista. El cuento costumbrista es el género narrativo en el que reconocemos las obras de Pancho Guerra, donde refleja los usos y costumbres sociales, es decir, la vida cotidiana. Describe paisajes, personajes y acciones de un determinado contexto histórico, geográfico y cultura que se desarrollan en el presente o pasado reciente y aborda lo que le pasa al personaje, lo que está haciendo, lo que ha dicho, lo que el personaje es. Los estudiosos de éste género sitúan el cuento costumbrista entre el artículo de costumbres y el cuento literario. Pancho Guerra nos muestra a Pepe Monagas, que representa la gente del pueblo, con sus problemas cotidianos, donde surgen las situaciones de humor, de burla y de sarcasmo.

 

Uno de los principales autores que escribió en el español hablado en Canarias fue Pancho Guerra. El escritor no era un experto en lexicografía, pero sí era un observador de la realidad. Desde muy temprana edad Pancho Guerra disfrutaba escuchando hablar a la gente del pueblo, de los riscos y de la costa. Donde quiera que oía una palabra, una expresión, un refrán, un chiste de cuño canario, tomaba una rápida nota en el primer papel que encontraba a mano. Con el tiempo las breves notas fueron formando un fichero voluminoso, de manera que el autor se planteó la posibilidad de reunirlas en un libro. Poco a poco fue madurando el proyecto y, por fin, decidió ponerse manos a la obra.

 

Cuando Pancho Guerra murió dejó sin terminar su obra Léxico Popular de Gran Canaria. Ésta fue acabada gracias al empeño de sus amigos de la Peña Pancho Guerra y en particular de Miguel Santiago Rodríguez, en quien recayó la tarea de recopilar todos los apuntes que había dejado el autor y publicarla con el título Contribución al léxico Popular de Gran Canaria. Estudiaron su obra diferentes escritores, historiadores, investigadores y periodistas dada la importancia de la misma. Junto a su indudable valor literario, su obra es imprescindible para conocer la isla de Gran Canaria de la primera mitad del siglo XX, al tiempo que para acercarse a los usos y costumbres de sus habitantes.

 

Su truncada vida dejó inconclusa su obra, su inimitable ingenio, de cuentos que nos relatan la gastronomía, geografía, folklore, leyendas, fiestas populares, etc., un legado que muestra la realidad social, económica y cultural del pueblo canario, en los años duros de la postguerra, y donde reconocemos en definitiva la cultura popular canaria entre los años 40-60.

 

 

Francisco Guerra Navarro.

 

Nace en San Bartolomé de Tirajana (Gran Canaria), el 11 de junio de 1909. Aprende las primeras letras de la mano de su padre, maestro por aquel entonces de la Villa de San Bartolomé quien al ser destinado a la capital en 1923, se traslada allí con la familia. En Las Palmas comenzará a cursar el bachillerato. Al año siguiente y tras nueve años de estudios los concluirá en 1932.

 

La proximidad del domicilio familiar (calle López Botas) con la Escuela Luján Pérez hace que entre en contacto con los jóvenes artistas que allí se congregan. En 1929, aproximadamente, cuando se produce la primera exposición de los alumnos de la Escuela, adopta el nombre familiar de Pancho Guerra como identificador de sus escritos. Al año siguiente se incorpora a la redacción del Diario de Las Palmas, trabajando en la librería de Pacota Mesa, de forma eventual, compartiendo con ella afinidades artísticas.



Durante los años de la Guerra Civil marcha al frente. Al regresar intenta continuar los estudios de Derecho que había iniciado antes de la guerra (y que había abandonado al sentirse atraído por el mundo del periodismo), pero nuevamente se reincorpora al Diario de Las Palmas, dejándolos definitivamente inconclusos.

 

En 1947 decide abandonar la isla y fija su residencia en Madrid para tener más amplios contactos que le facilitarán su proyección literaria. Contaba con amigos que nunca le abandonaron y que admiraban su valía literaria. Allí trabajó como redactor y colaborador literario y permaneció hasta su fallecimiento, el 3 de agosto de 1961.

 

 

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