Todos los historiadores conocemos la importancia de las fuentes para refutar las hipótesis que nos planteamos en nuestra labor. El rigor nos obliga a no aventurarnos en el desarrollo del análisis de nuestras interpretaciones y conclusiones, lo que llamamos tesis, siguiendo la metodología analítica-sintética.

Con la Fiesta de la Rama ocurre esa problemática, con dos tendencias manifiestas: una basada en las Crónicas, que no debemos olvidar que son fuentes primarias, que pueden estar adulteradas por la percepción de la “realidad” del autor, de su moral, de la historia que llamamos de los vencedores, pero que analizamos intentando extraer lo que podemos considerar objetivo.

Es decir, existía un rito, iban las harimaguadas al almogaren y luego bajaban hacia el mar solicitando fertilidad, bienes para la tierra, para su pueblo. Un rito que con igual objetivo se manifiesta en muchos pueblos a lo largo de la historia: lo más cercano son las Bajadas de la Virgen del Pino en rogativa.

El Museo de la Rama, una de tantas inversiones públicas que pretendía recrear nuestra historia en una casa o nave “industrial”, que permanece cerrada o con horarios especiales, mantiene la teoría de que tal manifestación en la actualidad no tiene ese origen aborigen, sin plantearse un sincretismo con la religión católica que, como hemos mencionado, con las Bajadas, manifiesta claramente un rito de ruego, siendo la síntesis de esas manifestaciones a lo largo de los siglos, antes del Cristianismo, con él y sin él. Esta versión “museística” señala que lo único que existe reflejado en la transmisión oral y en los escritos modernos, es la tradición católica de decorar las iglesias con ramas y sus aledaños.

Fiesta de las Nieves en 1902 (Foto: Alejandro S. Witcomb. FEDAC)

Con las fuentes orales tenemos que tener mucho cuidado, más teniendo presente la creatividad de nuestros abuelos, la percepción de un hecho vivido por dos personas al mismo tiempo, la memoria del sujeto, es decir, tenemos que cruzarla con otras fuentes históricas.

Acudiendo a la prensa del siglo XIX, en el año de 1867 podemos apreciar que la Rama entraba en el Puerto de las Nieves, acompañada de la banda de música de Guía. Luego no estaba adornando las paredes, se movía con la música de la banda, no se movía por sí sola, entraba portada por los asistentes. El sincretismo entre lo aborigen y lo cristiano, cruzando las fuentes, toma sentido.

Ante la afirmación de que la Rama no llegaba al Puerto de Las Nieves, queda claro que no se mantiene en pie. No solamente entraba acompañada de lindas melodías festivas; es más, los barcos fondeados la aclamaban.

Por su valor histórico reproducimos el artículo; al mismo tiempo, ante la crisis económica actual, sugerimos a la comisión de fiestas que acudan al programa de 1867 para mantener la tradición y abaratar costes.

 Felipe Enrique Martín Santiago es historiador.

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 Foto de portada: Papahuevos de la Rama en 1965 (Autor: Ascanio. FEDAC).