Revista nº 1036
ISSN 1885-6039

Historia de la Literatura Canaria. El Canario Cántico: la fundación de una tradición literaria (s. XVI).

Martes, 31 de Enero de 2012
José Miguel Perera
Publicado en el número 403

Bartolomé Cairasco de Figueroa y Antonio de Viana, además del canario Silvestre de Balboa en Cuba, comparten una serie de características en su escritura, que son las que hacen que podamos hablar desde el siglo XVI de un grupo literario particular canario con características llamativamente diferenciadas.

 

a) El primer poeta canario: Cairasco de Figueroa

 

(Escuchar en audio)

 

Es considerado el poeta fundacional de la Literatura Canaria, un autor que nace en el siglo XVI y muere a principios del siglo XVII, en 1610. Es el primer poeta de nombre conocido en Canarias y uno de los de mayor calidad a lo largo de nuestra literatura. Autor de una muy amplia cultura (considerado un humanista). Fue canónigo de la catedral de Las Palmas, donde está ubicada su sepultura todavía hoy.

 

Escribió poesía y teatro, aunque también tradujo la Jerusalem Liberata de Torcuato Tasso realizando una versión de la misma altamente llamativa: Cairasco injerta al original cerca de cincuenta estrofas que versan sobre Canarias, en las que van a reflejarse la mayoría de las caracteristicas de su literatura posterior.

 

Como dramaturgo hay que destacar su Comedia del Recebimiento, curiosa obra donde se plantea la acogida del nuevo obispo de Canaria, figura eclesial, uno de los símbolos de la Conquista, don Fernando de Rueda. El recibimiento lo hace un llamativo personaje que Cairasco resucita en su obra, Doramas, valeroso aborigen al que, después de muerto, se le paseó la cabeza por los lugares públicos de la isla. Este personaje habla en lo que entendemos como una suerte de lengua aborigen durante una parte del texto, cosa que llama muchísimo la atención. También participan dos personajes nombrados Guía y Gáldar, alegorías de los dos pueblos enfrentados y a la vez hermanados desde aquel momento.

 

Como poeta, Cairasco fue conocido por su obsesión en la utilización del verso esdrújulo a lo largo de su vida. Palabras esdrújulas, muchas de ellas cultismos, además de la utilización del hipérbaton y otras figuras hacen a nuestro autor cercano a la corriente barroca, con mucha influencia de la cultura literaria italiana, y en la línea de los poetas italianizantes y no castellanizantes, dentro del debate sobre nuestra lengua que se estaba llevando a cabo durante el siglo XVI.

 

En esta escueta síntesis no podemos dejar de decir que es el que da principio a un motivo repetido a lo largo de la Literatura Canaria: la Selva de Doramas, lugar paradisíaco grancanario, locus amoenus utilizado de una forma especial: aquí, en Canarias (como dijeron los clásicos), existía una eterna primavera, un clima perfecto... El lugar imaginado que suele ser este paraje es realidad tangible en nuestras Islas. Junto a este motivo, el poeta nos va haciendo llegar, cual historiador que testimonia, una sucesiva lista de endemismos y particulares temáticas propias de la vida pasada del Archipiélago.

 

La defensa del aborigen por parte de Cairasco es clara en toda su obra. En muchas ocasiones los pone por encima de los conquistadores, casi a la altura de los santos, como se observa en su mayor obra: Templo Militante, largo libro de vidas de santos en octavas reales que permanece sin edición completa moderna. En los últimos meses ha sido publicada una nueva antología de sus poemas, esta un poco más amplia que las hasta ahora realizadas. Además, quedan algunas otras de sus obras sin publicar, especialmente la llamada Esdrujúlea.

 

 

[LA MONTAÑA DE DORAMAS]

Este es el bosque umbrífero
Que de Doramas tiene el nombre célebre,
Y aquestos son los árboles
Que frisan ya con los del monte Líbano
Y las palmas altísimas
Mucho más que de Egipto las pirámides,
Que los sabrosos dátiles
Producen a su tiempo y dulces támaras.
Aquí de varias músicas
Hinchan el aire los pintados pájaros.
La verde yedra estática
A los troncos se enreda con sus círculos
Y más que el yelo frígida
Salen las fuentes de peñascos áridos.
Aquí de Apolo délfico
No puede penetrar el rayo cálido
Ni del profundo océano
Pueden damnificar vapores húmedos.
Aquí con letras góticas
Se escriben epigramas, nombres, títulos
En árboles tan fértiles
Que parece que estuvo recreándose
En ellos el artífice
De las terrenas y celestes fábricas.
Aquí, pues, de la próspera
Fortuna está gozando el fuerte bárbaro
Que por sus propios méritos
Alcanzó la corona y regia púrpura
Y en la terrestre máquina
Es celebrado en ejercicios bélicos:
Doramas es el ínclito
Nombre del capitán fiero e indómito.

 

(Fragmento de la Comedia del recebimiento)

 

 

Monumento a Dácil en las puertas de La Orotava (Tenerife)

 

b) Las Antigüedades de Antonio de Viana

 

(Escuchar en audio)

 

Nació en La Laguna en 1578. Tuvo gran prestigio como médico. Se sabe que participó en algún momento en las tertulias que se realizaban en la casa de Cairasco. Publicó sus Antigüedades de las Islas Afortunadas, que informó a Lope de Vega en la creación de una de sus obras (Los guanches de Tenerife).

 

El escrito nombrado es un poema épico, es decir, una historia en verso que habla, en este caso, de la Conquista de Tenerife. Está inspirado especialmente en la obra sobre la Candelaria del llamativo dominico Fray Alonso de Espinosa. Así, nombra tanto a los guanches como a los castellanos que participaron en la Conquista, defendiendo a los primeros. Da especial importancia a la aparición de la Virgen de la Candelaria, como también lo hizo nuestro poeta fundacional. En esta historia, Viana pretende dar valor moral y espiritual a los guanches mostrando virtudes en estos a la altura de los castellano-europeos, tal como hizo Cairasco, asunto destacable si caemos en la cuenta de la consideración tenida en aquellos tiempos hacia los nativos por parte de los colonizadores occidentales.

 

La leyenda de los amores entre la nativa Dácil y el capitán Castillo representa el choque, el encuentro y la relación entre castellanos y aborígenes. Este motivo ha sido interpretado en diferentes momentos de nuestra historia como una narración exponente del mestizaje racial y cultural de las Islas Canarias.

 

El autor quiso sumar su obra al Canario Cántico, como él lo llama, que iniciara Cairasco, y para ello utiliza el verso esdrújulo en diversas ocasiones, además de reflejar el mundo particular canario como lo hiciera el grancanario. También reproduce algunas palabras guanches.

 

 

[DÁCIL Y EL CAPITÁN CASTILLO]

Gozaba Dácil del alegre sitio,
Sentada encima de la peña misma
En lo más alto de ella, entre las flores,
Mirándose en las aguas de la fuente
Donde hacía una agradable sombra
Como en espejo de cristal purísimo.

Oí el murmurar del claro arroyo
Que desde allí tomando su principio
Bajaba al hondo y espacioso valle,
Y de las aves la sonora música;
Mas pensativa estando sola y triste
Con el cuidado en el suceso nuevo
De los recién venidos, mira atenta
Y ve subir hacia la fuente un bulto.

Era el famoso capitán Castillo
Que, ajeno de ser visto y descuidado,
Iba llegando cerca de la fuente,
Y así diciendo lleno de alegería:

“¡Oh, isla afortunada!, ¡oh, fértil tierra,
Cuán grata y bella que a mis ojos eres,
Mayores glorias tu pobreza encierra
Que España con sus prósperos haberes;
Desecho los cuidados de la guerra,
Que promete tu paz dulces placeres,
Y contemplo tu vega, monte y prado
De flores matizadas esmaltado!

Con justa causa bien afortunada
Te nombran los que gozan tus recreos
Y con mucha razón eres llamada
Los deleitosos Campos Eliséos,
Pues das, de tantas glorias adornada,
Hartura como cielo a los deseos:
¡qué claras aguas, qué hermosa fuente!,
Excesivo placer mi alma siente”

Diciendo aquesto, estaba ya muy cerca
De la agradable fuente; pero Dácil
Tiene los ojos puestos en su aspecto:
Túrbase en ver aquel gallardo brío,
Pulido traje y militar arreo,
Tan diferente en todo a su costumbre
Que con dificultad juzga ser hombre;
Quiere huir y teme, y así dice:

“Cielo, ¿qué será aquesto que aquí veo?
¿Qué puedo hacer? ¡Ay, triste, si me siente!
¡Quiero huir…!, ¡pero que es hombre creo!
¿Hombre? Sí, mas extraño y diferente;
Combate mi temor con mi deseo,
Un extranjero tengo ya presente.
¿Verele bien? Mas temo de miralle;
¡qué lindo, qué galán, qué de buen talle!”.

Mientras entre sí Dácil discurría
Aquéstos y otros tales pensamientos,
Llegó Castillo a la agradable fuente:
Deléitase con ver el agua clara
Que salta, hierve y hace quietas ondas (…)

 

(Fragmento de Antigüedades de las Islas Afortunadas)

 

 

 

c) El primer poeta de Cuba: el canario Silvestre de Balboa

Consideramos aquí a este poeta porque es bastante curioso el hecho de que pase por ser, para la crítica cubana, el primer autor de la Literatura de Cuba. Por la parte que nos toca, Balboa nació en las Canarias y se marchó a la isla caribeña en edad avanzada. Su libro cubano, Espejo de Paciencia, se considera en cierto modo fundador de tal literatura ya que transmite modos, motivos, flora y fauna, terminología, etc. propia de la realidad histórico-cultural de Cuba. No parece casual, por tanto, el parecido que presentan sus formas literarias con las maneras de escribir de los canarios, especialmente de Bartolomé Cairasco. Por tanto, es muy probable que Silvestre de Balboa estuviera aplicando a la realidad cubana parecidas herramientas aprendidas en la escritura de Cairasco en relación a la realidad canaria.

 

 

(Ver Esquema General de la Historia de la Literatura Canaria)

 

 

Foto de portada: detalle de una de las primeras ediciones del Templo Militante de Bartolomé Cairasco

 

 

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