Revista nº 1037
ISSN 1885-6039

Don Domingo Rivero sigue sin librarse de las erratas.

Jueves, 23 de Abril de 2015
Antonio Henríquez Jiménez
Publicado en el número 571

Hace algún tiempo, en 2009, llamé la atención sobre la primera aparición en público, que se sepa, del poema “Don Quijote”, de Domingo Rivero, y de algunas erratas que persiguen su publicación. Vuelvo de nuevo sobre el tema, porque se sigue publicando con poco respeto el sonetillo.

 

 

Hace algún tiempo, en 2009, llamé la atención sobre la primera aparición en público, que se sepa, del poema “Don Quijote”, de Domingo Rivero, y de algunas erratas que persiguen su publicación. El artículo se titulaba “A don Quijote, de Domingo Rivero. Alguna nota sobre sus primeras apariciones en medios de comunicación, y sobre dos publicaciones en libro”.

 

Vuelvo de nuevo sobre el tema, porque se sigue publicando con poco respeto el sonetillo y se sigue diciendo que vio la luz pública por primera vez en la revista Castalia de Santa Cruz de Tenerife.

 

Esto ha ocurrido el 17 de abril de 2015 en el periódico Canarias7, bajo el título “El Museo Domingo Rivero rescata el original del poema ‘Don Quijote’”. Como noticia destacada, antes del cuerpo de la reseña, se dice: “El manuscrito del aruquense estaba en un archivo privado tinerfeño”. Se habla de la recuperación del manuscrito, se transcribe el poema, y se comenta su publicación en la revista tinerfeña de Luis Rodríguez Figueroa.

 

Repito una parte de lo escrito por mí en 2009, y añado algunas consideraciones: El poema lo he encontrado publicado por primera vez en la página 4 de la “Revista Decenal” El Apóstol, dirigida por Francisco González Díaz (Año II, n.º 63, con fecha de 30 de mayo de 1912), bajo el título “A DON QUIJOTE”. El soneto, o sonetillo por estar elaborado con versos de ocho sílabas, presenta las estrofas separadas. Solo se encuentra sangrado el primer verso del poema. En la página 7 de la revista se hace referencia a la publicación de los versos y de un fragmento de los hermanos Millares, dentro de un apartado llamado “Noticias”:

 

Gala de este número de El Apóstol son el fragmento del nuevo drama de los hermanos Millares que damos a conocer a nuestros lectores [pp. 3-4: “Un pedazo de cielo”], y el magnífico soneto A don Quijote, de don Domingo Rivero, que también publicamos.

   El primero forma parte de una obra dramática que será de lo mejor de sus insignes autores; el segundo es una composición bellísima.

   Don Domingo Rivero “tiene el honor de despreciar la gloria”, como Campoamor; pero, ¿quién no conoce sus extraordinarios méritos de hombre intelectual?

   Algún día, tal vez pronto, tendremos el gusto de ponerlos de relieve, aunque se agravie su modestia.

 

Luego aparecerá en la revista tinerfeña Castalia (Santa Cruz de Tenerife, nº. 6, 14-II-1917)1, titulado también “A don Quijote”, no como reza el manuscrito exhumado ahora, lo que puede indicar que no está sacado de él, sino de la revista de González Díaz. No presenta la revista tinerfeña las estrofas separadas; sangra los versos 1, 5 y 9; no el 12 (como hace el manuscrito). La puntuación es idéntica a la de El Apóstol, salvo la errata de la coma al final del verso 8, que aquí se subsana con un punto; y no se insertan los signos de la exclamación que abarcan los versos 7-8 en el manuscrito. El profesor Eugenio Padorno recoge los pormenores de la publicación del poema en su esclarecedora monografía sobre Rivero (pp. 332 y 546)2, y lo caracteriza como “inequívoco símbolo regeneracionista de un don Quijote generoso, dinámico y mesiánico, de indudable factura unamuniana”.

 

Un año más adelante, lo vemos en el periódico El Día de Las Palmas de Gran Canaria (18-IV-1918, jueves, p. 5), bajo el rótulo “Poetas canarios”, y titulado “A don Quijote”. Esta versión presenta las estrofas separadas y sus primeros versos sangrados. El mismo día aparece en La Provincia de Las Palmas de Gran Canaria (18-IV-1918, p. 1), bajo el mismo rótulo y título, y con las mismas características que en El Día.

 

Más adelante, lo encontramos en el Diario de Las Palmas (14-XI-1922), bajo el mismo rótulo y título señalado. Al pie, aparece: “Las Palmas, 1922.” Esta versión solo sangra los versos 1, 5 y 9, como en Castalia; no hay espacio entre las estrofas.

 

Parece haber un empeño en resaltar el valor de la revista Castalia como lugar donde convergió todo el grupo de renovadores de las letras canarias de la primera quincena del siglo XX. Y no es así. La revista fue novedosa, sobre todo, por las ilustraciones que presentaba y no por su contenido, que era una recogida de textos publicados años antes en otras revistas, y, en especial, en la dirigida por Francisco González Díaz: El Apóstol; entiéndase “El Apóstol del Árbol”, una de las grandes campañas en que perseveró el escritor para inculcar en la sociedad canaria el amor por los árboles. El desconocimiento de la revista de González Díaz ha llevado a algunos investigadores a dar como aparecidos en Castalia por primera vez textos de escritores canarios que ya habían salido mucho antes. También ocurre con algún texto de Alonso Quesada y con varios de Tomás Morales. Es de esperar que no se siga afirmando lo mismo.

 

El que esto escribe posee digitalización del manuscrito publicado por Canarias7, por generosa donación del nieto del poeta, desde el mes de mayo de 2007. La noticia del periódico induce a pensar que el poema ha sido encontrado o rescatado ahora (“ya cuenta”, “reposa”, “se trata de un paso más”).


Como se ve por la fotografía del periódico, el poema está escrito con tinta en una cuartilla de una raya, y sin firma ni fecha (posiblemente por no haber margen inferior que las facilite). El profesor Eugenio Padorno afirma que, en el manuscrito consultado por él, se encuentra la fecha de 1910.

 

La transcripción que presenta Canarias7 no es exactamente la del manuscrito fotografiado, sino la que presenta una monografía sobre el poeta que cito más adelante, donde no se transcriben los signos de la exclamación aludidos, y el “á ser” manuscrito del v. 4 se transcribe como “hacer”; sin embargo, sí se pone la coma después de “algo”, en el v. 12, que no está en la monografía nombrada.

 

La transcripción del manuscrito fotografiado por Canarias7 es la siguiente3:

 

Don Quijote

             Nunca afán más generoso
         alentó en humano pecho:
         luchaste por el derecho
         de lo feo a ser hermoso.

             De tu caballo la huella
         aún blanquea en la llanura,
         ¡que el fulgor de tu locura
         puso en tu lanza una estrella!

             Su luz al poeta guía.
         Jamás de la poesía
         llegará á la cumbre suma

             quien no lleve algo, potente,
          de tu locura en la mente
          y de tu lanza en la pluma.

   

Manuscrito de Domingo Rivero

 

La edición de El Apóstol

 

Versión de El Apóstol:

 

A DON QUIJOTE

             Nunca afán más generoso
           alentó en humano pecho:
           luchaste por el derecho
           de lo feo a ser hermoso.

           De tu caballo la huella
           aún blanquea en la llanura,
           que el fulgor de tu locura
           puso en tu lanza una estrella.4

           Su luz al poeta guía.
           Jamás de la poesía
           llegará a la cumbre suma

           quien no lleve algo, potente,
           de tu locura en la mente
           y de tu lanza en la pluma.

                                                 D. Rivero.

        

La versión de Castalia

 

Con ocasión del quinto centenario del Quijote, celebrado en el 2005, el poeta y profesor Luis García Montero dio a la luz pública el libro La poesía, señor hidalgo. Antología de poemas cervantinos5. Los poemas se presentan, no por orden de escritura o aparición en el tiempo, sino por orden de autores, desde los de más edad hasta los más jóvenes (salvo el primero y el último, Rubén Darío y Jorge Luis Borges). El primer poeta presentado, después de Darío, es el aruquense de hecho, pero guiense de derecho, Domingo Rivero González (1852-1929), precisamente con el poema “A DON QUIJOTE”. Allí aparecen los poetas más conocidos del siglo XX español.

 

En el conjunto de los autores que el libro presenta, Domingo Rivero es uno de los que se encara con don Quijote, a quien tutea (podemos contar nada menos que seis elementos de segunda persona en estos escuetos catorce versos), con toda naturalidad, como si fuera un interlocutor de todos los días. También lo hace Unamuno, y Antonio Machado, y Enrique de Mesa, y León Felipe, y Alfonso Camín (que, al igual que Rivero, alude a la lanza y a la locura, en otro soneto en octosílabos). Otros de los autores presentados se dirigen en segunda persona a Cervantes (Gerardo Diego y Pedro Garfias); a Sancho lo tutean Pemán y Gabriel Celaya.

 

De todos es conocida la fobia de Domingo Rivero a ver sus versos publicados, entre otras razones, por el miedo a las erratas de imprenta. Las primeras salidas en público del poema que nos ocupa hoy no presenta erratas, salvo la coma del verso 8 de El Apóstol; sí, algunas diferencias en el modo de mostrar las estrofas del soneto en octosílabos y en los sangrados de sus respectivos primeros versos, o el acabar el verso 8 en puntos suspensivos las versiones de los periódicos de Las Palmas de Gran Canaria, La Provincia y de El Día, que parece se pusieron de acuerdo para publicar el poema el mismo día; o las exclamaciones citadas de la versión manuscrita que trae Canarias7.

 

En una antología de Domingo Rivero publicada no hace mucho en estas Islas, no se escapó el poeta de la oportuna errata, que parece le perseguirá por siempre. Tampoco falta esta aquí, en la Antología de Poemas Cervantinos. En esta ocasión son tres erratas que habrían hecho estremecer al poeta. La primera, la más sonada, es confundir la secuencia “a ser” por el verbo “hacer”, un caso de homonimia fónica muy común en el español llamado meridional un tanto descuidado. Esta errata ya aparecía en el libro de Jorge Rodríguez Padrón Domingo Rivero poeta del cuerpo (1852-1929). Vida. Obra. Antología6. El cuarto verso aparece como “de lo feo hacer hermoso”, cuando en todas las primeras publicaciones del texto y en el manuscrito se lee: “de lo feo a ser hermoso”, que, además, es lo que pide el sentido común7. La segunda y tercera errata de la Antología de Poemas Cervantinos consisten en acabar en punto el verso 11, y, consiguientemente, en comenzar con inicial mayúscula el verso 12.

 

Espero que la próxima vez que se publique este poema no aparezca con la horrenda y moderna errata del verso 4, y con la falta de la preposición “en” en el v. 6; y que no se diga que su primera aparición en letra impresa fue en la revista tinerfeña Castalia, sino en la más humilde El Apóstol, por 1912, que comandaba el llamado “Apóstol del Árbol”, el escritor Francisco González Díaz.

 

Versiones de El Día (izquierda) y de Diario de Las Palmas (derecha)

 

 

Notas

1. Es la segunda aparición de un poema de Rivero en esta revista. Ya había aparecido, en su n.º 2 (14-I-1917), el poema “A Tomás Morales”; en el n.º 13 (10-IV-1917), se publicará “De la ermita perdida”.

2. Domingo Rivero. Poesía completa. Ensayo de una edición crítica, con un estudio de la vida y obra del autor (Las Palmas de Gran Canaria, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, 1994).

3. Pongo tilde a “más” (v. 1); quito las tildes a la preposición “á” (vv. 4 y 11); sustituyo el guion del final del v. 4 por punto.

4. En la revista: coma; la inicial siguiente es mayúscula, por lo que hay que considerar errata de imprenta. Como se ve en la fotografía, se pone tilde a la preposición “á” (vv. 4 y 11), usual en la época; también aparece con tilde “féo” (v. 4), pero no “aun” (v. 6). Corrijo tales pormenores en la transcripción.

5. Madrid, Visor Libros, 2005. En la portada de esta edición, el título aparece como LA POESÍA SEÑOR HIDALGO / ANTOLOGÍA DE POEMAS CERVANTINOS / D. ALONSO, F. BENÍTEZ REYES, G. CELAYA, L. CERNUDA, G. DIEGO, L. FELIPE, G. FUERTES, F. GARCÍA LORCA, J. GUILLÉN, J. R. JIMÉNEZ, A. MACHADO, M. MACHADO, B. DE OTERO, P. SALINAS, M. DE UNAMUNO… Y OTROS. En una edición sacada por FNAC se presenta una nota bibliográfica de cada autor, y, al final, una relación de fuentes utilizadas, que en el caso de nuestro autor se señala el título del libro de Padorno, a quien no se cita. Hay que decir que Padorno presenta el poema sin las erratas de la Antología.

6. Madrid, Editorial Prensa Española, 1967.

7. Al pie del poema (p. 236 del libro de Rodríguez Padrón), se afirma, entre paréntesis: “Publicado en ‘Labor volandera’. Las Palmas, 1932”; en el libro de Jordé no se lee dicho poema. Parece que puede aludir a él en la página 247: “Escribió también don Domingo Rivero, delicados madrigales, sentimentales rimas sobre diversos temas, poesías simbólicas, cantos a Don Quijote, etc., etc.” El título del artículo de Jordé en el libro es: “D. Domingo Rivero González. El hombre y el poeta” (pp. 236-247).

 

 

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Comentarios
Jueves, 14 de Mayo de 2015 a las 19:11 pm - Mustafa

#01 bellísimo artículo de un gran amante y difusor destacado de la literatura canaria.