Revista nº 1037
ISSN 1885-6039

Un Siglo de Agua, un siglo de vida

Miércoles, 19 de Mayo de 2004
Manuel Pérez
Publicado en el número 1

Celebración del centenario de la llegada del agua de los manantiales del Roque de los árboles a Gallegos


Este reto de introducirme por primera vez, en el mundo de internet, se me antoja un tanto atrevida por mi parte, aún sabiendo que lo hago intentando exponer algunas de las cosas que uno ha aprendido a base de curiosidad, y más que nada de interés por "lo nuestro". Ha sido fundamental el hecho de que mis amigos: Juanje y Manolo, hayan querido contar conmigo, siendo conscientes de mi desconocimiento del medio, y del miedo que me provoca lo desconocido. Por eso de antemano quiero darles las gracias por esta oportunidad que me brindan, de poder compartir con todos esta sección (La deshojada), desde aquí, Arucas (Gran Canaria), para el mundo.

La palabra deshojada se utilizaba en buena parte de la isla de Gran Canaria, para dar nombre a una de las faenas previas al desgranamiento de las piñas de millo. Para realizar esta tarea se reunían trabajadores, hombres y mujeres, vecinos, niños que correteaban por los alrededores., por lo que a pesar de ser un día de trabajo, era también el momento para contarse cosas, para enamorarse, para cantar etc. Me parece a mí que cada vez que se deshojaba y se desgranaba una piña, cada grano pasaría a ser un capítulo de aquellas historias que permanecerían para siempre en sus recuerdos.

En esta sección de la Deshojada, me gustaría ir desgranando, una a una, con mucha paciencia para que no queden en el olvido, esas cosas que no nos parecen muy importante porque no son de interés general, pero que hacen feliz a mucha gente. Me refiero a las innumerables anécdotas, y a los buenos ratos que cualquier miembro de un grupo de música o de baile, puede tener acumulados en su cabeza; las décimas que en cierto momento una persona hizo con motivo de .. y que nunca salieron a la luz, o la copla que le canto Don... a Doña... en la serenata que le brindó antes del casorio..

A mi me gustaría empezar en esta deshohaja con un documento que elaboramos hace ahora cerca de año y medio, un grupo de personas compuesta por Angela María López, Iván López, Jannette Martín y este que les escribe. El motivo fue la celebración del centenario de la llegada del agua de los manantiales del Roque de los árboles a Gallegos, pago que se encuentra dentro del termino municipal de Barlovento, en la isla de San Miguel de La Palma y donde se rindió homenaje al trabajo y al esfuerzo que han realizado las mujeres y los hombres de este barrio.

Un Siglo de Agua, un siglo de vida
El clima de las islas Canarias se suele considerar como un clima seco, ya que las lluvias, que no son abundantes, sólo dejan sentir su influencia beneficiosa en los meses de invierno. No obstante, la Palma en ese sentido es la isla más beneficiada, pues es la que tiene más precipitaciones, la mayor parte de las cuales se infiltran debido a la características del terreno, aunque en el noroeste es frecuente que en los meses de lluvia el agua de los barrancos alcance el mar. Otra importante aportación a estas filtraciones la constituye la lluvia horizontal, que se produce debido a que la espesa niebla y la densa vegetación hacen que las gotas se condensen, infiltrándose posteriormente en el suelo.

De todos es conocida la importancia de estas aguas en la agricultura de nuestra isla, puesto que son las que se utilizan para regar de modo permanente. Por este motivo, los agricultores palmeros en general y los de Gallegos en particular, han intentado desde antaño buscar los medios necesarios para incrementar el caudal de agua disponible, y por tanto, aumentar el rendimiento de sus terrenos, ya sea aprovechando las aguas que discurren por las cuencas de los barrancos en invierno, y que se pierden en el mar, ya sea las que generosamente nos brindan los manantiales, o las que mediante obras hidráulicas podemos extraer del subsuelo, como por ejemplo las galerías.

Alrededor de los 1260 metros de altura se encuentran los manantiales de El Roque de los Árboles, localizados en el barranco de Gallegos, municipio de Barlovento, y que comprenden varios manantiales como son: naciente de El Viñátigo, manantial de La Grieta, manantial de La Charca, naciente de El Risco, El Lomito, La Cañada, y El Brezo, que surgió al iniciarse las obras del Socavón, siendo el más importante el de El Risco. El caudal de éstos manantiales era a principios del siglo XX de 67 pipas en invierno y 37 en verano.

Según fuentes orales estos manantiales fueron descubiertos cuando algunos vecinos de Gallegos, en el siglo XIX, subieron monte arriba en busca de madera, uno de los recursos económicos más importantes de ésta época. Ya en 1845 se tenía constancia de su existencia, como relata Pacual Madoz en su "Diccionario geográfico- estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar" (Madrid , 1845-1850.): "Otro manantial de tanta o mayor consideración hay en un lugar de Barlovento, donde principia el barranco de Gallegos, pero sus aguas nacen en un sitio tan escabroso que su aprovechamiento se mira como imposible". Según recoge el famoso cronista del siglo XIX J.B.Lorenzo Rodríguez en el Tomo I de su obra "Noticias para la Historia de La Palma" (publicado en 1987 en S/C de La Palma): "...Este manantial es muy abundante, tanto que, por su importancia, se considera el tercero de la isla; pero nace en un sitio muy escabroso y muy distante de terrenos propios para regar." En esta obra también se hace constar que en los boletines oficiales de nuestra provincia del mes de diciembre de 1873 y enero de 1874 se publica un edicto del Gobernador Civil D. Juan Quirós de los Rios, en el que llama a las personas que se creyesen con derecho a las aguas de los manantiales del Roque de los árboles, por haberlas solicitado para su explotación D. Tomás Rodríguez Pérez , vecino de S/C de La Palma. Pero D. Antonio Lugo y Viña presentó su oposición a esta concesión alegando que los manantiales le pertenecían por nacer en terrenos de su propiedad. Ante este hecho D. Tomás Rodríguez Pérez presentó una certificación de la alcaldía de Barlovento en la que asegura que dichos manantiales no nacen en terrenos privados. No obstante con el fallecimiento del peticionario no tuvo lugar la pretendida explotación. Mas, el aprovechamiento del agua de estos manantiales no tuvo lugar hasta que fueron concedidas para abastecimiento del pago de Gallegos, a través de la Real Orden del ministerio de Fomento el 7 de Agosto de 1899. Algunos mayores del barrio recuerdan oir contar a sus padres o abuelos que fueron D. Valentín Martín González, y D. Rafael Martin Ortega, junto con algún otro habitante de éste pago, los artífices de tal concesión, puesto que estas aguas también eran requeridas por el Ayuntamiento de Barlovento con el fin de utilizarlas para regadío.

Pero el hecho de que los gallegueros las solicitaran como aguas para el abasto público, y quizás de una de forma más hábil y tenaz, hizo que la balanza se inclinara de su lado. El 29 de Octubre de ese mismo año se creó la comunidad de regantes de Gallegos, denominada "Comunidad del Roque de los árboles", ante el notario de S/C de la Palma D. Manuel Calero Rodríguez. Posteriormente, a principios de los años sesenta se constituye la "Nueva comunidad Roque de los árboles", al iniciarse las obras para la perforación de una galería que alumbró sus primeras aguas en 1968. La comunidad de regantes inicia las obras para canalizar el agua de los distintos manantiales que nacen en lo que se conoce como "el espigón de El Roque", y que son: El Viñátigo, La Grieta, La Cañada, La Hoya, El Risco y El Brezo, a algunos de los cuales aparecen en estas imágenes. En las citadas obras se construyen siete kilómetros y medio de atarjeas y tuberías de mampostería, aquí denominadas alcatruces. En el tramo que comprende desde los manantiales hasta el LLano de Lance se hicieron atarjeas, y de ahí hasta la Laje de La Cancela se utilizaron alcatruces. A su vez, del descansadero de este último lugar hasta La Cabezada el agua discurría por atarjeas. Por otra parte, podemos señalar que, según nos cuentan algunas personas mayores de Gallegos, para la construcción de los citados alcatruces se empleó cal, transportada por dos personas desde el puerto hasta la zona habitada, y desde aquí hasta El Llano de Lance, era trasladada por muchísimos hombres y mujeres, que en algunas ocasiones la subían en mulos y en otras sobre sus cabezas y hombros, a los cuales se les pagaba un sueldo a cambio de este trabajo, utilizándolo muchos de ellos para costear su parte en las acciones del agua de El Roque.

Las obras concluyeron en 1902, es decir, recién comenzado el siglo XX, y con el que se inicia también un nuevo panorama para la gente de Gallegos, ya que el 12 de Mayo de dicho año el agua llegó hasta la "entrada de La Garrida". En este lugar se creó una fuente de abasto público y un abrevadero, del cual parten las aguas sobrantes para su utilización en el riego, y que hasta los años cuarenta circulaba por "regos" de tierra. Hasta estas fechas los gallegueros utilizaban como agua de abasto las que obtenían en las fuentes naturales como la del Granel, localizada en el lomo de la Fuente, la de Marquesa y Las piletas en la Crucita, o las de la Garrida en el lomo de los Castros o la de El Dornajo en el monte, entre otras. Algunas de estas fuentes contaban con lavaderos y abrevaderos que sólo podían ser utilizados después de una cierta hora, cuando ya se había cogido el agua para el consumo.

Las aguas para el riego se distribuyen entre los individuos que forman la comunidad de regantes y que han sufragado los gastos para su aprovechamiento, dependiendo de las acciones que cada uno represente. En total se crearon 20 acciones cada una de las cuales disponía de 6 horas de riego, que en unas ocasiones pertenecían a una sola familia, pero que en la mayoría de los casos se repartían entre varias. El modelo de distribución del agua de los nacientes del Roque de los árboles es el del adulamiento, entendiéndose por "dula" el periodo de cierto número de días en que todos los accionistas han regado, cada uno por su turno con la porción de agua que le corresponde. En los primeros momentos las dulas eran de 10 días durante el invierno y la primavera, y en los meses más secos, dependiendo de la cantidad de agua, las dulas podrían variar, llegando incluso a regar cada 18 o 20 días.

Cuatro años más tarde, en 1906, se construye un estanque de 715 metros cúbicos con el objetivo de recoger las aguas que emanaban de los manantiales durante la noche. Puesto que hasta estos momentos, para aprovechar dicha agua se regaba también en horario nocturno. Es entonces cuando se crea la figura del asequero, esto es, una persona que se encargaba de abrir y cerrar el estanque cuando fuera necesario, así como del mantenimiento y cuidado de las tuberías y atarjeas por las que discurre el agua desde los nacientes hasta el estanque, y también de los tres "regos" principales. La primera persona que desempeñó esta labor fue Antonio Hernández Martín. En la actualidad este trabajo lo realiza Juan Martín Pérez.

La llegada del agua supuso un notable adelanto para los vecinos de Gallegos, pues no sólo hizo que aumentase el agua de abasto público y que se dispusiera de agua también para el riego, sino que al mismo tiempo posibilitó que los hermanos Eugenio Martín López y Juan Martín López solicitaran a la comunidad de regantes el desvío del agua que venía de El Roque hasta el lugar donde se construiría un molino, para aprovechar la fuerza motriz de aquella. De esta manera, en 1908 (según señalan algunos informantes) entró en funcionamiento un molino de agua que permitía moler el gofio de los Gallegueros y de todas las personas que acudían a él desde lugares cercanos como Franceses, La Palmita etc. Para el montaje de la maquinaria del citado molino, recurrieron a un especialista, natural de pueblo de Mazo, al que llamaban "Maestro Mauro". Además esta obra hizo factible que alrededor de los años 1949- 1950, el barrio contase con luz eléctrica todas las noches hasta las 11 horas; cada vivienda contaba con uno o dos bombillos sujetos a un cable que se trasladaba por toda la casa, pagándose quince pesetas por bombillo a D. Juán Cabrera Martín (Ñanque), responsable de este adelanto.

El hecho de que Gallegos contase con este valioso recurso, dio lugar a que a finales de la década de los cuarenta, época en que algunos lugares de la isla padecían una fuerte sequía, muchas personas vinieran a vivir a este Pago. Se produjo así una explosión demográfica, y en los años cincuenta Gallegos llegó a tener alrededor de 900 habitantes, bastante más de los que en las mismas fechas tenía el casco de Barlovento, que contaba entonces tan sólo con aproximadamente 400 personas. Como se ha señalado, únicamente el caudal sobrante se dedicaba al riego, y, aunque esto suponía una mejora considerable para los habitantes de Gallegos, ya que este agua se empleaba principalmente en el riego de las papas, alimento básico de éstos, la agricultura seguía siendo mayoritariamente de secano, dedicada sobre todo al cultivo de cereales (trigo, cebada,...) .

Por este motivo, como señala Wladimiro Rodríguez Brito, en su libro, "La agricultura en la isla de la Palma", Gallegos no participa en los grandes ciclos económicos de Canarias, y cultivos como el de la caña de azúcar tuvieron poca incidencia, puesto que aunque algunos emigrantes de Cuba construyeron un trapiche, este cultivo fracasó. Algo similar ocurrió con la cebolla, que se sembró en el año 1920, pero sólo se exportó una cosecha a Cuba. Sin embargo el cultivo del tabaco adquiere en la década de los cuarenta unas dimensiones significativas llegándose a recoger algunos años hasta 1500 quintales, y convirtiendo a Gallegos en una de las principales vegas tabaqueras de la Palma. Pero a partir de 1965 a causa del estancamiento de los precios y de la invasión de plagas, este cultivo comienza a decaer y va a ser sustituido por el plátano, que ya era cultivado desde la primera Guerra Mundial y que en las décadas de los años veinte y treinta eran exportados a Inglaterra a través de los empaquetados que la compañía inglesa "Fyffes Limited" tenía en el puerto de Gallegos, uno de los más importantes del norte de la isla en aquella época.

No obstante, será a partir de finales de los años sesenta cuando el plátano comienza a adquirir su preponderancia, debido, entre otras cosas, a que se produjo un aumento del caudal de agua cuando se trabajó la galería, la cual contaba en sus inicios con 180 pipas de agua, que poco a poco fueron reduciéndose hasta quedar en la actualidad en un total de 50 pipas, cantidad que ha permanecido constante durante aproximadamente los últimos 15 años.

En los últimos años la agricultura en Gallegos, al igual que en muchos otros lugares del archipiélago, ha entrado en declive, no en vano son muy pocos los jóvenes que quieren dedicarse a esta labor, y la mayoría abandonan estos parajes, bien sea para estudiar y teóricamente tener una vida mejor que la de sus padres, bien sea para ir en busca de otro tipo de trabajo socialmente mejor considerado. Esto ha dado lugar a que la mayor parte de los habitantes que aún viven en este lugar sean personas ancianas, hombres y mujeres que, como afirma Wladimiro Rodríguez Brito, tuvieron que enfrentarse a "unas circunstancias difíciles y complicadas, sin espacio, sin suelo, sin agua, con el territorio cercenado por acantilados costeros y profundos barrancos, con unas condiciones adversas para el transporte y la comunicación"...,y que, "consiguieron sacar adelante a sus hijos y proporcionarles un sustento para el futuro. Hoy, a principios del siglo XXI, parece que esta herencia va a perderse irremediablemente con el transcurso de los años si no ponemos las soluciones entre todos los palmeros y canarios en general".

En el año 2002, centenario de la canalización del agua de El Roque, la comunidad " Roque de los árboles" y todo el vecindario de Gallegos, quieren rendir homenaje al trabajo y al esfuerzo que han realizado durante éstos 100 años sus mujeres y hombres. Y, al mismo tiempo, se niegan a olvidar que el origen del aprovechamiento, canalización y distribución de estos nacientes se lo debemos al entusiasmo de un grupo de gallegueros que a finales del siglo XIX se aventuraron por una senda que cambiaría el rumbo de la historia de este emblemático pago palmero.
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Comentarios
Martes, 01 de Junio de 2004 a las 20:18 pm - Iván López Hernández

#01 hola, he leido el artículo y está bastante bién. Como crítica constructiva me gustaría decir que si fuera acompañado de las imágenes lo entenderían mejor aquellas personas que no saben de que y de donde se trata.

Por lo demás, felicidades por la página y sigan adelante, un saludo:

Iván López Hernández