Revista n.º 1064 / ISSN 1885-6039

Taburiente: invitando a vivir después de treinta años.

Viernes, 16 de diciembre de 2005
José Miguel Perera
Publicado en el n.º 83

¿Cómo no querer un futuro como el que impulsan? ¿Cómo no querer que Taburiente se siga escuchando hoy, por todos nuestros rincones, pero sobre todo por nuestros jóvenes? Tenemos muchos grupos, pero no se puede negar la insoslayable necesariedad de los palmeros no sólo en el panorama musical canario, sino precisamente en la realidad cultural y social que vivimos.

Foto Noticia Taburiente: invitando a vivir después de treinta años.




Decía aquella canción, Isa del futuro, que había una nueva generación, un nuevo cauce vital con ella para las Canarias. Y quién puede negar tal obviedad: los años 70 fueron grandes puntos de inflexión en lo que respecta a la conciencia de identidad de las Islas, a la postura política, cultural y comunitaria de este pueblo. Tanta importancia tuvo que nos atrevemos a afirmar que, desde un tipo de planteamiento de conciencia canaria, los esquemas que en ese momento se pusieron sobre la mesa siguen estando hoy en marcha; o, en otra vertiente (pero que da peso a la anterior), se siguen rechazando.

Pertenezco a una generación diferente, y posterior, a aquella. Una generación que ve la luz del mundo, precisamente, en los 70. Una generación de canarios que vive y trabaja por su cultura y la mejor convivencia en estas islas atlánticas. Que ama, habita y piensa Canarias y a sus gentes; que interpreta el mundo desde una perspectiva histórica que nace de esta circunstancia.

Esto, dicho así, puede parecer que no otra voluntad que ésta tenían aquellas proclamas de las décadas pasadas. Pero ya ha llegado el momento de tener que decir que no: ya hay otra generación, otro nuevo cauce canario que está reflexionando y ofreciendo cuestiones relacionadas, pero diferentes. Otros ojos para Canarias. Aunque son personas que sienten un respeto enorme por el pasado de Canarias, remoto o reciente, pues saben que la historia nos marca, y por encima de todo la sufrida. Mas de igual manera reconoce que la historia de Canarias no es sólo el mundo aborigen: lo pre-hispánico

El no reconocer esta última idea ha sido, por lo general, el gran argumento (la desapropiación por la fuerza) y, a la vez, la mayor equivocación de las personas que se formaron en aquella conciencia canaria durante la época de la que hablamos. Canarias tiene cinco siglos posteriores de historia. Y sus relaciones (experiencias éstas, muchas de ellas, traumáticas) han sido con pueblos de Europa, de África, de América; que han sumado y formado, a la fuerza o de manera amistosa, el canario de nuestra historia de hoy y de ayer. Ha tenido una significativa relación con el Estado de España; para bien o para mal; pero esto es así. Y si queremos otras cosas, novedades y cambios para un futuro mejor, no podemos proclamar una vuelta al pasado de los antiguos canarios, a un antes de la conquista, a un sistemático rencor generalizado hacia las personas de la península y Europa.

No. He aquí la gran diferencia en la nueva generación, que ha tenido (sigue teniendo) que lidiar con dos cuerpos sumamente cerrados de mollera: aquellos que creen que sólo somos herederos del mundo prehispánico; y los otros, alimentados por los planteamientos estrechos de los anteriores, que creen que Canarias no es ni pueblo ni nada (sí, sobre todo tienen fe en que somos nada).

Me parecía necesario decir esto antes de hablar de Taburiente. Antología (30 Aniversario, 2004) es su último trabajo. De ellos, como de todos sus discos, se suele decir (y hablo en presente, ya que siguen en marcha), como alabanza o vituperio, que son los voceros musicales de ese nacionalismo independentista obtuso (pues no todo nacionalismo independentista lleva este calificativo: muchos son loables) que surgió en torno al momento en el que salieron a la plaza pública con sus canciones. Afirmo, rotundamente, que esta idea, tan lícita como otras, está ampliamente equivocada en tanto en cuanto nada que se le parezca es planteado por los músicos. A sus letras me remito. Pasa lo mismo con Psicología del Hombre Canario, el impagable libro de Manuel Alemán, del que algunos enuncian que es La Biblia del independentismo canario, cuando allí no se expone letra alguna en este sentido. Otra cosa es lo que se quiera interpretar, pero ya sabemos que interpretaciones las hay mejores y nefastas.

Claro que, en varias ocasiones, Taburiente sí propone un reconstruir aquel prehistórico pasado, volver a antes de... Ésta es la única crítica negativa que le hacemos. Bien es verdad que, a la luz de toda su propuesta (que ahora comentaremos) tal vez lo que se interpreta en esas palabras es una especie de nostalgia o dolor hacia los que fueron tratados, de manera conquistante, injustamente. En el conjunto de sus textos, no es tan sencillo el planteamiento como en apariencia pueda parecer.

Por lo demás, estamos frente a una de las mejores propuestas culturales que se han hecho en Canarias (y esto que digo no es una muletilla para quedar bien); una de las más claras apuestas del ámbito musical canario; sobre todo pensando en la vertebralidad que tiene la música en una cultura.

Sus cantos se mueven uniendo el ancestralismo al futuro, a la novedad (“traigo un arco iris nuevo en la garganta”). Un sonido original que ha sido parido desde una proposición nítida por las realidades insulares. Una meridiana conciencia del pasado (un legado que transmiten) que se vuelve presente hoy con sus letras, con sus novedosos arranques musicales. Y, más que nada, impulsos de futuro: la constante presencia de la juventud canaria en sus textos, la inocencia de los niños canarios, del mundo, que se desea no vivan los males (des-afortunadas Islas) que sus antepasados sufrieron. Esa inocencia y nueva mirada que activa otra Canarias: la necesidad de querer, de desear (otro mejor) por-venir. “Futuro que sueña, futuro que espera”.

Todas las islas; pues nada hay de insularismos en el grupo palmero. Canarias es un pueblo; no homogéneo (Fuencaliente, Lanzarote, Los Gigantes, Sabinosa, Santa Cruz de La Palma...), pero hermanado en un nombre que es una realidad: la casa canaria. “Y seamos surcos en la misma huerta”.

Se desea que el pueblo conozca, sea consciente. “Despierta, pueblo, despierta”. Y que entre en ese otro sueño de la Canarias deseada, prometida: la isla de los sueños que ellos nombran y esperan. Porque ésa es la utopía que se divisa en el horizonte atlántico, la fiesta, por donde han de venir los que quieran trabajar por este pueblo: una Canarias de la paz (esas siete “palomas blancas”), que sea pueblo como quiera serlo. Siendo “libre”, que es la voluntad de elegir, y no otra cosa; que desprecie al explotador, al que vende las Islas (y otros compran); que destroza su naturaleza (César); que roba al humilde campesino, al pescador, al obrero, al pobre; que trate a Canarias, y a sus habitantes, como mercancía.

Y estar unidos, así, a los pueblos del mundo. Las canciones de Taburiente son, por ello, un canto al amor; al amor hacia el mundo desde Canarias, desde nuestra perspectiva histórica y presente; desde nuestras voluntades. Defender desde aquí a los empobrecidos del Sur (África, América); porque son patrimonio nuestro como nosotros patrimonio del mundo. Siempre defendiendo a las víctimas.

Todo ello (muy resumidamente tengo que escribirlo) impulsado por nuestros parajes naturales: que son parte de nuestra espiritualidad, parte de la persona de las Islas. A la Caldera del Taburiente supone, así, la melodía central del pueblo canario: un espacio, más allá de los repetidos símbolos del Nublo y el Teide, que nos inyecta la fuerza suficiente para “la lucha”. Porque todo esto que digo (que ellos profetizan) no se consigue sin el esfuerzo, sin “el desafío de las Islas” frente al futuro que viene.

Y la fuerza de la voz de Morera, “escrita en el fuego”, que parece nacer desde la misma Caldera: las entrañas y los gritos de la realidad canaria en su canto retumban.

¿Cómo no querer un futuro como el que impulsan? (Sabemos que la música despierta de equivocados sueños; y crea otros deseables). ¿Cómo no querer que Taburiente se siga escuchando hoy, por todos nuestros rincones, pero sobre todo por nuestros jóvenes? Tenemos muchos grupos, pero no se puede negar la insoslayable necesariedad de los palmeros no sólo en el panorama musical canario, sino precisamente en la realidad cultural y social que vivimos. Su reflexión, sus empujes.

Allí serán dichos el sentido de lo triste y doloroso de la realidad, pero también la alegría de elegir Canarias (“elegí mi país para ti”) y sus celebraciones como apuesta presente y futura. “Reconstruir sobre la herida la nueva era de las Islas”. Porque Taburiente (que hoy –insisto- sigue dando conciertos y abre debates sobre la cultura canaria en los mismos) es una voz de Esperanza para las Islas y, con ellas, el mundo. No me cabe la menor duda. Si quisiéramos, si pusiéramos atención. Tambores para el amor, que es acción. Así sean.


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