Revista // Jolgorio

El barrio de Teno Alto acogió este sábado el popular y ancestral baile de piñata

Sábado, 12 de Febrero de 2005
Ayto. Buenavista
Publicado en el número 39

Pedro González difunde desde hace varios años este ritual pagano que data de los antiguas fiestas de invierno

El barrio de Teno Alto, dentro del término municipal de Buenavista, fue un año más el escenario del baile de la Piñata, una ancestral y cada día más popular festividad que se llevó a cabo el sábado día 12 y que tuvo lugar en el antiguo colegio del referido caserío a partir de las 11 de la noche.

El baile de la piñata proviene de los antiguos rituales paganos realizados durante las Fiestas de Invierno, denominación con las que se conocía antiguamente a la celebración de los carnavales. El principal artífice de que esta celebración haya perdurado desde esa época hasta nuestros días es Pedro González Martín, vecino de Teno Alto, y que desde muy pequeño recuerda como los habitantes de este alejado rincón de la isla se reunían para dar rienda suelta al jolgorio en una de las fiestas más singulares de Tenerife.

Pedro González Martín

El referido baile es una manifestación etnográfica que en épocas no muy lejanas se llevaba a cabo los martes de piñata en diversos lugares de la isla, y que suponía en muchos casos la única celebración de las antiguas carnestolendas en muchos rincones. Desde entonces esta celebración ha carecido casi por completo de referentes de apoyo y difusión lo que ha provocado la extinción casi por completo de este rasgo cultural.

Según relata Pedro González, desde hace algunos años se ha optado por trasladar el baile a los sábados de piñata para que la fiesta pueda contar con un mayor número de personas. Pedro indica que el baile comenzaba sobre las once de la noche y que paulatinamente se iban sumando a él todos los vecinos del barrio al oír los acordes interpretados por los músicos. En el lugar del festejo colgaba ya una piñata, un elemento que más tarde debía erigirse en el auténtico protagonista de la velada. Una vez concitado en el lugar todos los vecinos del barrio, y tras una noche de intenso jolgorio y esparcimiento, se formaban parejas compuestas por hombres y mujeres que se aglomeraban entorno a la piñata con la intención de danzar junto a ella y tirar ordenadamente de cada uno de los hilos que pendían de ella con el propósito de abrirla. González comenta que el verdadero atractivo es que los bailadores no atinaran a tirar del hilo adecuado hasta el final, un hecho que alargaba la incertidumbre mucho más tiempo y con ello la diversión entre todos los congregados. El premio destinado a la afortunada pareja eran artículos varios para ellos y caramelos para los niños. A cambio, ésta debía invitar a una copa a los afanados músicos.

Desde hace algunos años, Pedro González ha venido organizando y difundiendo en el municipio y fuera de él este baile. Él mismo se encarga de elaborar la piñata y coordina durante toda la noche de que todo transcurra por los cauces previstos. González se enorgullece de las muestras de asombro y agrado de aquellas personas que presencia este festejo por primera vez y pide a las autoridades apoyen más en el intento de que esta festividad no se extinga para que los jóvenes tomen el relevo que él ha mantenido durante tanto tiempo.

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