Revista nº 1037
ISSN 1885-6039

Enriquito Cáceres, el Yerbero de Gáldar

Viernes, 29 de Julio de 2005
Alfredo Ayala
Publicado en el número 63

Un puñado de hombres y mujeres, han continuado firmes en la imperiosa necesidad de ocuparse de usar los recursos que ofrece la naturaleza y que nuestros padres y abuelos venían usando durante siglos: hierbas, frutos y raíces de esta bendita tierra.

La vida actual bajo el imperio del hormigón, la concentración industrial y las invitaciones al consumo han separado al hombre de la naturaleza, arrancándole de un entorno del que formaba parte. El crecimiento urbano, desmesurado y caótico, han transformado el paisaje natural, hasta volverlo irreconocible, y en ese permanente tremolar de la bandera del progreso, del todo vale, el ser humano ha quedado arrinconado de una relación con la naturaleza, ininterrumpida durante milenios, pero que apenas en dos siglos la era industrial ha herido y amenazado de muerte.

A tal punto han crecido estos excesos que, la principal preocupación de la humanidad, sea asegurar la supervivencia conservando y restaurando el grave deterioro del medio natural del planeta. La sensibilidad canaria, por la conservación del medio natural, se traduce en unas afortunadas revalorizaciones de usos y costumbres, siempre cercanas a la naturaleza singular de esta tierra...



Afortunadamente, un puñado de hombres y mujeres, han continuado firmes en la imperiosa necesidad de ocuparse de usar los recursos que ofrece la naturaleza y que nuestros padres y abuelos venían usando durante siglos: hierbas, frutos y raíces de esta bendita tierra: ruda, pamplina, sangre de drago, resina de pinos, arrope de mocán se empleaban para alivio de dolencias y enfermedades.

Una mañana del señalado Día de San Juan, antes de que saliera el sol, acompañé a Enriquito Cáceres, yerbero de la zona norteña de Gáldar. Más de cincuenta años lleva Enriquito soportando el sereno y el solajero, andando por caminos y veredas, por las crestas de las montañas y por las honduras de los barrancos. En nuestras conversas dejaba claro que él no ofrecía poderes personales; él entrega saberes acerca de las propiedades curativas de las plantas.

Con la hoz, desfleca a distintas matas. Sabe dónde está cada una. Hay plantas nocturnas, diurnas, de rocío o de secano. También cuenta el ciclo lunar: primavera, verano, septiembre, son estaciones idóneas para la recogida de las plantas.

Luego, en la azotea de su casa, alumbrado por la suave luz de unas velas, las selecciona, mima, y rotula: poleo, llanten, oroval, malvisco, hinojo… nombres sonoros que alegran el ánimo y la esperanza de los enfermos.

Enriquito era mucho más que un yerbero al uso. Su intervención en distintos programas de televisión y radio, así lo atestigua: preguntas y respuestas, conocimientos y saberes, siempre los compartió con la audiencia.

Valgan estas breves líneas como reconocimiento a Enriquito Cáceres “el Yerbero de Gáldar”, Universitario de la Sabiduria Popular.

El día 30 de julio, a las 19.30 en el Centro Cultural Guaires, (Gáldar), dentro del Memorial Enriquito Cáceres, se celebran las primeras jornadas de plantas medicinales en la medicina popular.
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