Revista n.º 1074 / ISSN 1885-6039

La Danza de Los Enanos (y II).

Jueves, 21 de julio de 2005
José Guillermo Rodríguez Escudero
Publicado en el n.º 62

El pasado 14 de julio publicábamos la primera parte de este texto sobre la Danza de Los Enanos. Mañana será la otra función de dicho acto. A propósito de tan significativo acontecimiento, editamos esta segunda parte llena de comentarios históricos y de iluminante información en torno al hecho festivo del que hablamos.

Danza de los enanos en la calle.

 

El momento de la transformación es, pues, cuando culmina la tensión emotiva de los espectadores, y está marcado por la interrupción de la música y coros de la primera parte y el comienzo inmediato de la polka que bailan los enanos que empiezan a salir de la caseta cuando todavía están entrando por su parte trasera los danzantes todavía no transformados.



El polifacético Beneficiado de El Salvador don Manuel Díaz Hernández, popularmente conocido como el “Cura Díaz”, confeccionó algunas caretas para Los Enanos. Era un hombre liberal, destacado constitucionalista y amante de las artes plásticas y los regocijos populares. Algunas han llegado hasta nosotros en un lamentable estado de conservación. Otras habían sido pasto de las llamas en el pavoroso incendio del Casino capitalino donde se hallaban guardadas el 8 de julio de 1931. Recogiendo el relevo artístico, debemos al artista palmero don Félix Martín Pérez, la continuación de la ejecución de análogas figuras. Al querido vecino y profesor de la escuela de Arte y Oficios de la capital le debemos, no sólo la ardua labor de forja y modelado de las caras de los veinticuatro enanos, sino la complicada, emotiva y delicada ceremonia tradicional de vestir al enano desde la tarde de ese jueves. Es, junto al misterioso y mágico instante de la transformación, el secreto mejor guardado.


Del imperio del Mikado,
a esta ínsula llegamos
porque todos profesamos
de Cristo la santa Fe.
Y pedimos a la Virgen
de Las Nieves venerada
sea siempre la abogada
del cristiano japonés.
(Coro de Japoneses. José Lozano Pérez, 1930).

 

Es precisamente un hijo de este artesano, don Luis A. Martín Rodríguez, quien actualmente se ocupa en la restauración, reciclado y mantenimiento de las caretas de los enanos en su taller del Barrio de La Canela (San Sebastián). Para él, “lo de las doce parejas de Enanos -numerados con o sin punto- tiene su origen en el número mágico, bíblico: los doce apóstoles, los signos del Zodíaco, los meses del año, la docena de huevos…”. Heredó de su padre, hace más de treinta y cinco años, esta afición artesanal, por vocación y tradición. Carga con la delicada responsabilidad de adaptar las caretas a las características físicas y medidas de los danzantes. Para este artista, “la iconografía de los Enanos proviene de una burla deliberada del estilo militar napoleónico. Una mirada irónica fijó el vestuario: bicornio galo, casaca, zapatos con hebillas, camisas con chorreras y lazo, medias, peinados… Lo más importante de la Danza es la transformación, que es un acto de prestidigitación, magia”.

 

Danza de los enanos en la calle.



El palmero don Francisco Arrocha Méndez, conocido popularmente por “Quico el Cigarrito”, sigue siendo recordado en El Paso por haber aceptado el reto de organizar una Danza de los Enanos en aquella ciudad sin el permiso de las competentes autoridades capitalinas, aceptando la petición que le hiciera el alcalde pacense don Vicente Santana. Don Cirilo Leal Mújica nos recuerda en un artículo de prensa local que “de aquella intentona aún se guarda memoria y testimonio gráfico”. Continúa informándonos de que “la evocación de este episodio contestatario de su existencia le produce risa, la algazara de un veterano bailarín que conoce todos los secretos del arte de la metamorfosis de los gigantes que se transmutan en un santiamén en enanos en las tripas de la barraca de los milagrosos”. En el artículo, titulado «Los enanos apócrifos. Una aventura que nació y murió en El Paso» recoge las palabras de aquel vecino: “Les hice seis enanos y seis enanas. La actuación se hizo en el cine. La música fue la misma, la polca de los enanos”.


Del Sacro Romano Imperio
somos libres ciudadanos
fervientísimos cristianos:
el Cristianismo es la luz.
Y cantamos a la Virgen
de Las Nieves, milagrosa,
Madre la más amorosa
Del devoto de la Cruz.
(Coro de Romanos. José Lozano Pérez, 1935).



El año lustral de 1935 ha pasado, como nos dice doña María Victoria Hernández -cronista oficial de Los Llanos de Aridane- “por ser la primera vez, que sepamos, que salieron de Santa Cruz de La Palma, donde nacieron los Enanos de la Bajada de la Virgen. Otras representaciones extraordinarias posteriores también son ya historia y, como siempre, el palmero defendió su permanencia sólo en el año lustral y en honor de la Virgen y Patrona de la Isla, Nuestra Señora de Las Nieves”. Fue precisamente ese año cuando la palmera danza salió de las fronteras insulares. Como reflejaba el Diario de Avisos (29 de noviembre de 1935): “En el Vapor ‘León y Castillo’ embarcaron anoche para Tenerife el personal de la ‘Danza de Enanos’ y sus directivos don José Massieu y García y don Pedro Díaz Batista, que van contratados para dar unas representaciones en la Plaza de Toros de la capital provincial”. En la edición de 1935, los Enanos, en su primera parte, habían vestido el traje de romanos, cuya letra había sido escrita por don José Lozano Pérez.



Debido a las fuertes lluvias registradas en Santa Cruz de Tenerife, no pudo representarse la danza en la Plaza de Toros, pero sí en el Teatro Guimerá. La cronista llanense nos recuerda cómo se reflejó el espectáculo en la prensa de entonces, concretamente en el periódico tinerfeño Hoy: “(...) el domingo último se celebró en el Teatro Guimerá una magnífica fiesta de arte, en la que figuraba como número de fuera la presentación de la ‘Danza de los Enanos’ de La Palma”. Continuaba relatando: “No cabe duda que los Enanos palmeros constituyen un número de sorprendente realidad y de gran vida escénica, sobresaliendo la rapidez de la transformación, que el público acogió con fervoroso entusiasmo”.


En los antiguos liceos,
estudiando intensamente,
conquistamos, noblemente,
la eficiencia del Doctor.
Y a la Virgen de Las Nieves
Le cantamos esta noche,
en prodigioso derroche
de católico fervor.
(Coro de Doctores. José Lozano Pérez, 1940).



El periódico Acción Social había sido tajante en cuanto a que esta tradición saliese de La Palma, puesto que “cada cosa tiene su escenario y su momento, que el caso de hoy no podrá ser nunca otro que las calles de Santa Cruz de La Palma una madrugada de la primavera, rebosante de rojos cortinones y de gentes que corren, luchan por un sitio que luego perderán, seguramente, por ver un instante el monstruo, y luego a empujar, a engañar a un guardia, y … a no poderlos ver tampoco… será pues, preciso llegar a la Alameda -si yo sé me acuesto a las 8 y me levanto de madrugada- habrá quien lo diga (...) y esto también forma parte indudable de ‘los Enanos’ (...)”. Esa misma publicación había hecho pública la siguiente reflexión: “Que la gente joven quiera darse ese paseíto a la capital de la provincia, hasta ahí llegamos, pero las personas mayores, esas que presumen de amar su tierra, de patriotas y hasta de religiosos, no deben consentir que se haga esa máxima tontería que nos desacredita y desluce las fiestas lustrales, contribuyendo no poco a que llegada la ocasión disminuya el número de coprovincianos que nos visiten. Hay que pensar un poco más en La Palma”.


Del alma un intenso grito,
de magníficos fervores,
rica faceta de amores,
reliquia de santidad.
Y es la Virgen de Las Nieves
que al Nazareno da alientos
y en la noche sentimientos
de inquebrantable piedad.
(Coro de Nazarenos. José Lozano Pérez, 1945).



Volviendo con los “auténticos y únicos Enanos”, en el año 1905, la letra fue escrita por el prestigioso médico e investigador palmero don Elías Santos Abreu (1856-1937) mientras que su hijo, don Domingo Santos (1902-1979), fue el creador de la actual y pegadiza polka. Una popular música contagiosa y encantadora que ha hecho bailar a viejos, peregrinos, guerreros, reyes, romanos, astrólogos, monjes, japoneses, doctores, nazarenos, consejeros, estudiantes, taumaturgos, atenienses, dominicos, musulmanes, navegantes, vikingos, cardenales… Todos ellos protegidos por fabulosos ropajes usados en la primera parte de la sentida loa a “La Morenita”, desprendidos de ellos mágicamente en el interior de la caseta, donde tiene lugar el repetitivo prodigio del jueves anterior a su Bajada. El primer enano surge de las entrañas ocultas y se convierte con la polca, ante un enfervorizado público, en un ser especial, en un mágico y feliz pregonero de La Virgen, que baja ya. Una simbología única e insustituible en nuestras tradiciones y nuestras fiestas.


A la Virgen de Las Nieves,
Consejeros ponderados,
cantan enfervorizados
esta noche una oración.
Y ante la Virgen Bendita,
En estos bellos momentos,
derraman los sentimientos
de su noble corazón.
(Coro de Consejeros. José Lozano Pérez, 1950).



La Danza de Enanos -desde que fue dirigida en su primera edición por don Miguel Torres-, no sólo se ejecutaba como preámbulo a la Bajada de la “Señora del Monte”. Alguna brillante efeméride nacional o conmemoración importante de la Isla era motivo suficiente para que se disfrutase con este entrañable y anhelado espectáculo. Como ejemplo, se danzó ante el anterior Jefe de Estado don Francisco Franco el 20 de octubre de 1950, año lustral, en el Muelle de la capital palmera y en presencia del Ministro de Gobernación, el palmero don Blas Pérez González. Más tarde, ya fuera de su contexto lustral, tan sólo se ha representado ante SS.MM. los Reyes de España en su visita oficial. Tuvo lugar en la renacentista Plaza de España de la misma ciudad en mayo de 1986. Todavía se conserva en las retinas de los testigos el semblante asombrado de la Reina cuando apareció el primer Enano por la puerta de la caseta.


Peregrinos de las cumbres
tú que el día veinte y tres
dicen que los enanitos
les van a bailar al Rey.
Aunque hay oposición
En diferente opinión
En nuestro pueblo palmero
Habrá gran expectación.

(Parodia de la danza de Enanos 1985 para la Visita de SSMM los Reyes

en su visita el 23 de mayo de 1986. Autores: “Fesafeca y Frapape”).



También se ejecutó la danza durante los actos de la conmemoración del 500 aniversario de la Fundación de Santa Cruz de La Palma, en mayo de 1993, donde también tuvo lugar una visita extraordinaria de Ntra. Sra. de Las Nieves.


Al estudio consagramos
nuestra juventud, tesoro
más deslumbrante que el oro
adquirido con honor.
Y a la Virgen de Las Nieves
Cantamos, pues su victoria
¡que es reflejo de la Gloria
que al mundo llenó con amor!
(Coro de Estudiantes. Félix Duarte Pérez, 1955).



“Pese a la tentación de la añoranza, la larga secuencia temporal ha sido, y será, la clave de su atractiva permanencia en el programa y el seguro de su éxito, porque, cuando por causas puntuales e interesadas, los Enanos salieron de ese marco, peligraron las vértebras del artificio y la sorpresa”.



El maestro don Gustavo Gómez Salazar, miembro de la anterior Comisión Técnica, decía emocionado que “a partir de 1900-1905, mi abuelo Miguel Salazar Pestana ideó la transformación en la caseta, así como la utilización del bicornio francés (…)”. También indicaba los requisitos imprescindibles para ser incluidos en el selecto grupo de Enanos: “Para mí las condiciones exigidas para bailar la mágica danza son tener oído, ritmo, fuerza de voluntad y resistencia física”. Hay que tener en cuenta que, cuando en 1835 bailaban las figuras de enanos y enanas, los hombres danzantes se transformaban ante el público; incluso, como dice Félix Duarte, “antiguamente no había coros que luego que se transformaran, sino que los Enanos salían directamente a bailar”.


Descubrimos una estrella
más brllante que mil soles
y venimos a ofrendarle
nuestros humildes fervores.
“Estrella de la Mañana”
te llama tu letanía:
alienta nuestros quehaceres
¡oh! ¡Dulcísima María!
(Coro de Astrólogos. Manuel Henríquez Pérez, 1975).



Don Miguel Salazar Pestana, junto con don Guillermo Pérez Cabrera, don José Castro Pérez, don Pedro Díaz Batista y don Mariano Ferraz de Paz y algunos otros recordados personajes se unen a la lista de unos aficionados que corrían a cargo de las pruebas. En el recuerdo están los primeros ensayos en la ermita de San Sebastián con sus numerosas anécdotas. Don Antonio Méndez (el Enano “número 1 con punto”), ya retirado después de treinta años de vivencias y recuerdos de las Fiestas Lustrales, rememora aquellos irrepetibles momentos, con don Domingo Santos sentado al piano, a don Pedro Díaz de pie, “con la caña dando golpes rituales en el suelo y, como o, a Felipe Henríquez en el altar del templo, trabajando las cañas y dándole formas a los sombreros. Eran momentos de cariño y alegría con el número principal de las fiestas (...)”.


Desde el ágora ateniense
a la Virgen de Las Nieves
en unión de los palmenses,
hemos venido a cantar.
Madre del Dios ignorado,
que Pablo de Tarso, un día,
por nuestro bien y alegría
a los griegos descubrió.
(Coro de Atenienses. Manuel Henríquez Pérez, 1965).



La vestimenta se hacía desde antiguo en las casas de las familias pudientes de la capital palmera. Son estas acaudaladas personas las que sufragaban todos sus gastos. Actualmente es la Corporación Municipal la que corre a cargo con los mismos. Una institución que siempre ha cuidado que el precioso número tradicional no vuelva a salir de las fronteras insulares ni sea plagiado.



Efectivamente, lo más delicado y complicado en la preparación de esta danza es el rito doméstico de vestir al enano, porque hay que construirlo materialmente sobre el cuerpo del danzante, cuyo trabajo, hecho en casas particulares que conservan la tradición, lleva muchas horas de la tarde que precede a la representación cinco años esperada, y en él participan afanosamente, con telas, adornos, trapos y puntadas, las manos habilidosas que llevan muchos lustros haciéndolo y las nuevas que van iniciando.

 

Danza de los enanos en 1935.



En cierta ocasión una murga del Carnaval de Las Palmas “Los Marchosos”, vestidos de Enanos palmeros, a cara descubierta, tuvieron la desafortunada idea, en aras de una originalidad mal entendida, de utilizar la “Polka de la Virgen” para uno de sus números. Sus letras, como es frecuente en dichas murgas, estaban llenas de improperios y desprestigios para los tinerfeños. Fue el colmo del mal gusto que, afortunadamente, quedó en un desagradable incidente. Pidieron disculpas y el asunto quedó olvidado, en principio.



Construida con una estructura ligera, con listones y tela para facilitar su transporte por la Calle Real, durante el llamado “kilómetro áureo entre el Muelle y la Alameda”, y decorada con elementos alusivos al argumento elegido para ese lustro, la Caseta es diana de todas las miradas que se clavan en la cortina que oculta el prodigio.


Encendidos en amores
hacia la Reina eternal,
los frailes predicadores
los venimos a cantar:
Madre del Verbo encarnado,
En mi boca pon, Señora,
La Palabra Salvadora.
(Coro de Dominicos. Manuel Henríquez Pérez, 1970).



Después de las representaciones de la Plaza de Santo Domingo (aunque en la última edición fue en el Recinto Central de las fiestas, en el Muelle), la curiosa comitiva de Enanos se traslada a las adoquinadas y abarrotadas calles de la ciudad, donde se repite incesantemente la portentosa transformación. Desde hace horas los recintos acotados de las plazuelas y tramos de la Calle Real están repletos de un público expectante y ansioso por renovar la promesa de disfrutar de ellos, después de una espera que ha durado cinco interminables años. Continuarán bailando infatigablemente hacia el Barco de La Virgen, siempre en dirección opuesta al itinerario que hará la “Morenita” tres días después. Será allí el último escenario, bañado con sudores, sufrimientos, satisfacciones y por los primeros rayos del sol, donde se dará por finalizado el entrañable acto lustral. Se dirá entonces, “¡Hasta el año que viene!”, un año que durará un lustro.

Sucede que, en la noche del Jueves Grande de la Bajada, unos misteriosos Enanos de redondeados bicornios -sátira y mofa de Napoleón Bonaparte en sus lejanos comienzos- se echan a las calles palmeras y es tan bello, gracioso y hondo su baile, tan alegre el sacrificio que impone a danzarines y mirones que quien los recuerda no se los pierde y quien los ve por primera vez no los olvida. (El Secreto del Enano).
 



BIBLIOGRAFÍA


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«El secreto del Enano», Danza de Enanos, Patronato Municipal de la Bajada de La Virgen. Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma, 2000

DUARTE, Félix, «Danza de Enanos» Bajada de La Virgen-Historia. [Manuscrito]. 1964. Archivo General de La Palma/ Colección FSFC.

«Antonio Méndez, “el uno con punto”: treinta años de vivencias y recuerdos», La Voz de La Palma, Especial Bajada, nº 108, del 23 de junio al 7 de julio de 2000.

«Los enanos apócrifos. Una aventura que nació y murió en El Paso», Diario de Avisos, 15 de febrero de 2004 p. 47.

HERNÁNDEZ, María Victoria, «1935. La danza de los enanos en Tenerife», Diario de Avisos, 9 de junio de 2002, p. 29.

 

 

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