Su altísima tesitura, su vívida expresión musical, su lenguaje corporal y su compostura parrandera en cualquier tipo de escenario y de escena lo convierten en original porque él vira hacia el origen, hacia el patrón cultural heredado sin imitaciones. El Cuco es estiloso por propio, genuino por diferente, respetuoso por tradicional, original por primitivo… y algo que también va parejo con el folclore: cumplidor como nadie, coñón como él solo y buena gente por amistoso y desprendido.
Quienes contamos con la gracia de conocerlo sabemos que, de lo escrito, no hay una sola palabra vacía. Esta entrevista, en buena medida, lo confirma.
¿Quién es Domingo Umpiérrez Chacón?
Soy un hijo de Fuerteventura, que nace de dos grandes personas, mis padres: Domingo y Julia.
¿Por qué te dicen “cuco”, Domingo "El Cuco"?
Eso es porque mi abuelo, Cipriano, en los carnavales de aquella época se vestía de reloj, con la gorra de pájaro, y, entonces, se quitaba la parte delantera del disfraz, gesticulaba y decía: “cu-cu”, “cu-cu” y, a partir de entonces, ya nos quedamos como los “Cuco”, como una seña diferenciadora de identidad.
Parece que, además de luchador infatigable en la vida, fuiste también un pollito en la lucha vernácula majorera...
Esa fue una época muy bonita de mi vida en el Unión Rosario, junto a Don Manuel El Cura y grandes luchadores amigos como Marcelino Cerdeña, Carmelo Padilla, Ricardo García, Felo Calero (el municipal), José Gómez, los hermanos Afonso, Luis Cabrera, Gordillo (el sargento), etc., que pasábamos las tardes revolcándonos en la arena y además disfrutando de las anécdotas de Juanito Morales y Virgilio.
Cuéntanos alguna anécdota de aquella época.
Lo que mejor recuerdo es los enfrentamientos entre Juanito Morales -que era directivo del Club de Lucha del Rosario- y el resto de la directiva de los demás equipos, en concreto, los característicos y comunes, digamos airados a la vez que respetuosos enfrentamientos verbales con Eusebio, directivo de El Tetir C. L., y los comentarios pícaros y punzantes, siempre dentro de un tono jocoso, de Ramonete, el de Lajares, con su voz peculiar, que me parece oír incluso ahora.
¿Cómo fueron tus inicios en el folclore?
Yo era un chiquillo -11 años- y empecé a bailar junto a Marcos Sánchez "El Zurdo" y Memo, en la Sección Femenina de Puerto del Rosario. En aquella época era Fátima Velázquez la responsable del cuerpo de baile y Juanillo, el timplista de Triquivijate, el director del cuerpo de tocadores.
Hoy en día “El Cuco” tiene una trayectoria ejemplar y una forma de cantar con sello propio, pero en tu vida has conocido y compartido parrandas, escenarios... Sin embargo, ¿a quién consideras tu verdadero maestro, alguien que te haya marcado?
Yo soy un aficionado que siempre me he considerado un amante de las parrandas; yo escuchaba las parrandas detrás de la Iglesia de Puerto del Rosario o las parrandas de El Cotillo, donde se juntaban los grandes cantadores y parranderos majoreros: el viejo Navarro, Manuel Ferrera, Raimundo Cabrera, Pedro García, Basilio el de El Time, Guillermo González, Higinio "El Pistolero", los hermanos Ramón y Santiago de Lajares, Pedro el de Sinforosa con sus malagueñas maestras e incluso, alguna que otra vez al, por aquel entonces, joven Casimiro Camacho.
De todos ellos, ¿quién te ha marcado más?
Todos han dejado su huella en el folclore majorero, le han dado unas señas de identidad características propias, diferentes al resto de las islas, pero quizás Manuel Navarro en la Rondalla de Tetir haya sido un cantador único.
Tu faceta de cantador ha quedado relegada a un segundo plano debido a tu fama como cantador e improvisador, pero háblanos de Domingo Umpiérrez, el músico, el tocador...
La primera vez que cayó un timple en mis manos fue en La Vega de Río Palmas, por las Fiestas de La Peña; el dueño del timple era Juan Cabrera, el de La Matilla, que me hizo una púa de hoja de palmera para rasguear. Desde entonces me amaño más o menos y ahora, todavía, estoy aprendiendo en la Escuela de Música de Fuerteventura. Nunca se termina de aprender a tocar.
En todos estos años de parrandas, viajes, actuaciones, etc., tendrás un montón de experiencias vitales de todo tipo, cuéntanos alguna de esas anécdotas que se vuelven inolvidables y mejoran con el tiempo, como el buen vino.
La anécdota más graciosa sería larga de contar, pero resumiendo: resulta que una vez fuimos a cantar a Tenerife y al día siguiente a Las Palmas. El caso es que habíamos dormido muy poco y los cuerpos se encontraban algo descompuestos de tanta fiesta; total que uno de los parranderos, algo mayor de edad, se encontraba fatal y cuando estábamos en el escenario se fue en los calzones, adornando el escenario de una tremenda peste. Tuvimos que aguantar el tipo. Ya te imaginarás…
Has compartido escenarios en nuestras islas con grandes cantadores, grupos... ¿De cuál guardas un mejor recuerdo?
He tenido el placer de haber compartido grandes momentos de felicidad con los mejores cantadores, pero hubo un ambiente particular en el II Memorial Homenaje a Nanino Díaz Cutillas, en la Plaza de Santa Ana de Las Palmas de Gran Canaria, junto a Tata Suárez, Paco Padrón, Dacio Ferrera, Ico Arocha, Manuel Navarro, Manuel Ferrera, Olga Ramos… Yo era prácticamente un chiquillo y fue algo muy especial.
Tu última etapa ha sido más conocida como improvisador y en colaboración con otros amigos.
Siempre he estado dispuesto a colaborar con todos los grupos que me lo han pedido en este mundillo de la música tradicional y soy feliz según veo disfrutar a la gente, porque es algo muy nuestro. Participé en los primeros talleres de música popular de la mano de Domingo Luis, “El Colorao”, y Marcos Sánchez en la Universidad Popular. Fui fundador de Tabajoste, he colaborado con grandes grupos, sobre todo de amigos, como la Rondalla de Tetir, La Rondalla de La Oliva, y últimamente con el amigo Yeray Rodríguez.
Domingo, ¿cómo empezaste a improvisar?
De pequeño, yo siempre había escuchado los cuentos de mi tía Concepción que trabajaba en los almacenes de empaquetado de tomate y, allí, se echaban sus cantares picados; incluso ella tenía una libreta con anotaciones de esos cantares y de ahí se despertó mi interés por la improvisación y el canto.
Luego, la primera vez que improvisé en público fue a los 16 años, con Marcos Hormiga, en el Puerto de la Cruz y en el Colegio Mayor de San Fernando de La Laguna, donde nos llevó el profesor D. Francisco Navarro Artiles, uno de los grandes investigadores y defensores de la cultural popular majorera.
Ahora, junto a Yeray, y poniendo al público por testigo, te has convertido en uno de los referentes de la improvisación en Canarias.
Al igual que puede ocurrirle a un buen alumno de Física y Química en clase de Filología Hispánica, al amigo Yeray hay que tenerle respeto.
¿De quién te sueles acordar cuando cantas?
Siempre depende del estado de ánimo, pero sobre todo pienso que cantar alivia las penas. Para mí, el canto es la expresión individual de una manifestación social.
Todos conocemos a "El Cuco", personaje popular, pero ¿cómo es debajo del escenario, sin los focos?
Uno más del pueblo, es decir, un majorero más de la tonga. Una persona familiar al que le gusta estar con su familia y amigos y, por supuesto, con su afición: mi música.
En Canarias, ¿dónde te gustaría esconderte?
Afortunadamente, en Canarias no necesito esconderme.
¿Qué es lo que menos te gusta del ser humano?
El odio y la avaricia.
¿Dónde no has tocado y te gustaría hacerlo?
Más que tocar, me gustaría escuchar, un buen punto cubano en Cuba, una buena ranchera en México y un buen tango en Argentina.
Nombra a un amigo en el mundo de la música.
¿A uno? No, a unos cuantos. La buena amistad primero: Marcos Hormiga, Domingo Luis "el colorao", Marcos "el zurdo", Carlos Cabrera, …
¿Qué plato de comida tradicional no debe faltar en tu mesa, en un buen tenderete?
Sin duda, la carne compuesta de cabra.
¿La saga de los “cuco” amenaza con seguir tus pasos ?
Afortunadamente y si lo vemos desde un punto de vista tradicional, la saga continúa con un buen ejemplo: mi primo Juan Umpiérrez y, luego, también viene siguiendo los pasos, empujando detrás, mi hijo Pedrito.
Sin que nadie se entere, dinos tu vicio secreto.
La parranda y, a veces, también me gusta estar con "Soledad". Como ves, ya ha dejado de ser un secreto. Escucha:
La soledad me acompaña
como amiga verdadera
y cuando me encuentro solo
ando con mi compañera.
Esta copla la oí en El Roque, hace una partida de años… no sé a quien. Por eso es del pueblo y tiene más valor, creo.
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Puedes escuchar una folía o una polca interpretadas por El Cuco picando aquí:
- escuchar polca.
- escuchar folía.