Revista n.º 1065 / ISSN 1885-6039

Baile del Tambor (I)

Viernes, 8 de abril de 2005
Dailos Dorta Barroso y Adrián Chinea Niebla (miembros de la A.F. Chácaras y Tambores de Guadá)
Publicado en el n.º 47

Desde tiempos inmemoriales, el canto, acompañado de chácaras y tambores, ha sido la forma de expresión de los gomeros. Auténtica seña de identidad, crónica de nacimiento, vida y muerte.

Foto Noticia Baile del Tambor (I)


Desde tiempos inmemoriales, el canto, acompañado de chácaras y tambores, ha sido la forma de expresión de los gomeros. Auténtica seña de identidad, crónica de nacimiento, vida y muerte. Presente en el proceso productivo de la comunidad, tanto en las labores del campo como en las domésticas y artesanales, pero sobre todo en ese tiempo entre trabajos, en descansos y pausas, o tras finalizar las tareas propias de la jornada (prácticamente usado como canto de trabajo); en la vida cotidiana y como vehículo de relaciones sociales; en las fiestas religiosas y patronales y en los ritos funerarios (como por ejemplo el velorio de los angelitos).

Los romances que se cantan, bien pueden ser de la tradición traída por los colonizadores europeos, o de creación local en cuyo caso reciben el nombre de coplas. En este rico patrimonio que es el romancero gomero y el Baile del Tambor, conviven elementos claramente aborígenes, como son los instrumentos empleados (tambor y chácaras), el ritmo y forma de cantar y bailar; con aportaciones castellanas, como son el romance o el encordado del tambor.

Es este alejamiento de los patrones musicales europeos el que hace que a mucha gente le resulte tan extraño el oír a los cantadores gomeros, creando una falsa impresión de monotonía y desafinación. En el juego establecido entre el solista (romanciador), que va cantando una historia; y el coro, que va respondiendo el pie de romance (que es el auténtico sostén de la interpretación), se va creando una atmósfera de abandono que hace que los interpretes entren en esa especie de trance que caracteriza al Tambor gomero. El elemento característico del Baile del Tambor es la mudanza. El término mudanza hace referencia a los diferentes pasos o formas de bailar pero es mucho más que eso. La mudanza es un punto de referencia de la libre expresión individual en la que cada persona expresa lo que siente y como lo siente. Es lo que propicia que el Baile del Tambor sea un baile cambiante y dinámico, que implica una creatividad corporal y una actitud gestual y en cierto modo un estado psíquico, esa jiribilla que siente la persona para participar en el mismo.

El Baile del Tambor es un baile mixto por parejas: hombre-mujer o mujer-mujer. Un hombre saca una mudanza y la mujer trata de imitarlo o bien es la mujer la que saca la mudanza y el hombre es el que tiene que imitarla. Romper la pareja es cuando un hombre releva a otro en el baile. La mujer es la que permanece, puede bailar con muchos hombres. En la memoria colectiva existen unas mudanzas que conservan el nombre de la persona que las creó o las circunstancias en que nacieron. A esto se suman las invenciones y las adaptaciones personales. A partir de unos pasos básicos se produce una evolución hacia lo personal dentro de un contexto coreográfico. Antiguamente podía reconocerse el pueblo de procedencia del bailador por las mudanzas que interpretaba. Cada bailador tiene la libertad de inventar cuantas mudanzas sea capaz, con la única limitación de que vaya acoplado (en sincronía) con el toque del tambor y el repique de las chácaras. Tiene que existir una armonía entre las chácaras, el tambor, el pie y el romance.

En cuanto al tempo y baile, existen diferencias según las zonas. En líneas generales en el suroeste (Valle Gran Rey, Arure, Chipude, Alajeró,...) consideran que tocan más tranquilos ya que así es mejor para bailar y aguantar más tiempo dentro del proceso del Baile del Tambor, mientras que en la zona del Norte van más ligeros (tocan más rápido).

Existen dos maneras de manifestarse el Baile del Tambor: el Baile en Redondo y el Baile de Procesión.
En el Baile en Redondo

El Baile de Procesión
se trata de un baile de filas enfrentadas en parejas hombre-mujer o mujer-mujer que van bailando delante de la imagen del santo o virgen en cuestión (o del Ramo). Las procesiones tienen sus propias mudanzas, que en general suelen ser más pausadas dada la larga duración de las mismas y por tanto el tiempo que hay que estar bailando. El folklore de tambor al quedar relegado de otros ámbitos encontró su reducto en el baile de procesión (siendo actualmente el más conocido fuera de La Gomera).

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