Revista nº 1041
ISSN 1885-6039

Cultura de Tradición Oral y Folclore I.

Viernes, 21 de Abril de 2006
Isabel Aretz-Thiele
Publicado en el número 101

En este artículo les traemos la reflexión de la recientemente desaparecida etnomusicóloga argentina Isabel Aretz-Thiele, sobre la cultura de tradición oral. Creemos que las ideas que aquí se manejan sobre el concepto folclore aclararán a muchas personas de nuestro contexto canario la complejidad del término, tantas veces usado de manera simplista en la cotidianidad. Dada su longitud, el texto lo ofreceremos en una serie de tres artículos confiando que ello no rompa el hilo conductor de la cualificada manifestación.



Conceptualización.

Nuestra conceptualización del folklore se corresponde con las observaciones realizadas en Iberoamérica, que posee, aún en la actualidad, diferenciados tipos de población y de culturas. En primer lugar, las aborígenes, que viven -en muchos casos- su mundo prehispánico y que poseen su propia lengua, su cosmovisión con su literatura oral y su música, un sistema de parentesco particular, su propio sistema económico, relacionado con su ecología y sus posibilidades actuales (si los aborígenes son obligados a asentarse en aldeas, pasan a ser agricultores y no pueden preservar más la caza, la pesca y la recolección, actividades que realizaban cuando eran trashumantes). La cultura de los grupos aborígenes no transculturados responde a vivencias milenarias, que les permitieron permanecer hasta hoy en su ambiente natural, ajeno al alfabeto y la tecnología que caracteriza al pensamiento occidental.

En segundo lugar, reconocemos a las sociedades que desarrollaron una cultura que surge a partir de la Conquista y que es a su vez confluencia de diferentes culturas: la europea en general, que trajeron y aún traen diversos contingentes de inmigrantes; la hispana esencialmente, y la africana, cuya influencia está latente en las zonas costeras de nuestro continente, dentro e irradiada también fuera del grupo étnico que la caracteriza. Estas culturas, superpuestas al mestizaje indígena que se apartó y se aparta de sus lares de origen, conforman una nueva cultura que designamos generalmente con el nombre de folklórica y que estudiamos dentro de la ciencia de la folklorología.

Esta es la cultura oral tradicional que se precia hoy junto a la cultura oficial, y que nos permite decir que el hombre que la usufructúa es bicultural, por cuanto participa de las grandes instituciones del país: está censado, conoce y respeta las leyes; vota, envía sus hijos a la escuela, participa en mayor o menor medida del mundo etnológico, profesa -generalmente- la religión católica, y al mismo tiempo posee una cultura heredada, oral tradicional, que se manifiesta a través de vivencias que matizan toda su vida de relación: desde la infancia, con el arrullo de la madre, los juegos infantiles, los festejos populares coincidentes o no con las fiestas devocionales, innumerables costumbres, músicas, bailes, literatura, modismos, refranes, comidas típicas, artesanías y arte popular. Todo un mundo al cual pertenecen los hombres que aún no han sido arrebatados por la cultura sui generis que se desprende de los modernos medios de difusión social, que promueven nueva necesidades en el hombre que pierde poco a poco su identidad, en tanto adquieren una cultura standard, mal llamada "universal", por cuanto se trata de una cultura (y muchas veces anticultura) producida por unos pocos para la promoción de los productos de una moderna tecnología descaracterizante que beneficia, sobre todo, a las transnacionales, ya que tratan de convertir al hombre en un ser homogéneo. La cultura folklórica constituye, en cambio, la forma que tienen los pueblos para expresarse por sí mismos. Es la que les permite conservar una identidad colectiva, por el desarrollo de su arte y de sus artesanías, de su música, su literatura, que conserva elementos arcaicos pero, como recreativa que es, no deja de manifestarse en múltiples variantes, de acuerdo con la personalidad del trasmisor, y las nuevas situaciones que con cada época se presentan.




En tercer lugar, no podemos dejar de reconocer un ingrediente que revivifica el folklore en muchos casos, cuando el pueblo lo acepta, y que es producto del artista creador: músico empírico regional, poeta espontáneo, artesano, pintor que firma y difunde sus obras a través de los medios a su alcance, que se caracteriza por traer una carga de autenticidad, ajenas al academicismo, y que como tales tienen como destinatario a todo el pueblo que las comprende, y asimila en muchos casos para su propio quehacer folklórico.

Hasta aquí tres corrientes diferentes que constituyen todas tres lo que analizamos dentro del rubro de culturas de tradición oral, por cuanto se aprenden y trasmiten oralmente; pero que, además, traen su carga de siglos, herencia de padres a hijos, de una generación de músicos a otra, de artesanos, o de bailadores a aprendices. Corrientes muy diferentes de las que caracterizan a las culturas letradas, personificadas, que engrosan el mundo académico, al que muy poco tiene acceso el pueblo. Y también diferentes de las culturas de masas, letradas también, que gustan de los espectáculos livianos, de las lecturas triviales, de los bailes y cantos de moda, de los objetos, de las bebidas, y de mil cosas más que se ofrecen cada día a través de las pantallas de la televisión.











Dentro de este concepto antropológico de la cultura, despunta con rasgos propios el folklore, que es un aspecto de nuestra cultura, el que nos identifica como dijimos, en tanto la cultura de masas nos unifica, nos serializa: el uso del "blujean", la pepsicola, el "cumpleaños feliz" con su torta y su vela, los perros calientes, el "día de la secretaria", del trabajador gráfico, del estudiante, del maestro, etc., etc., que nace de la noble idea de una mujer que quiso instaurar el "día de la madre", como homenaje a todas las madres anónimas del mundo..., y que terminó por beneficiar al comercio.

El folklore, que existió siempre, y que fue reconocido como tal por William John Thoms en 1846, ha dejado de ser simple antigualla que hay que rescatar para que no desaparezca, para revalorizarse como un aspecto esencial de la vida de los pueblos a quienes identifica, en tanto les permite expresarse a sí mismos a través de la lengua, la música, la danza, las costumbres y las obras materiales. El folklore ha llegado a ser tan esencial hoy frente a esa ola descaracterizante mencionada, que los institutos especializados multiplican sus esfuerzos para estudiarlo y reactivarlo, y las escuelas comienzan a incluirlo en sus planes de estudios, para que el niño lo valore, cuando lo posea como herencia cultural, o lo incorpore a su saber cuando esté absorbido por la cultura de masas, para que pueda ser nutrido también de lo más característico de su región y de su país, de la cultura que le legaron sus mayores, que constituye, junto con la historia y la geografía, su mayor signo de identificación, y que no sea su folklore un "complejo de inferioridad", como lo señala Luis Felipe Ramón y Rivera.

Hasta aquí, tal como vemos nosotros el folklore en América Latina. Esta visión difiere un poco de la europea y de la norteamericana, que incluye en el folklore solamente los aspectos de la cultura espiritual-mental: literatura, música, danza y creencias, junto a las fiestas y a los juegos que expresan aspectos de la vida social. Para nosotros, en cambio, folklore es toda la cultura oral tradicional de nuestro mundo "civilizado", comenzando por lo material: vivienda hecha con los materiales que le brinda la tierra al campesino, sus comidas típicas, sus vestidos regionales, sus artesanías.

Todo lo social no institucionalizado: desde los modismos del habla y los refranes, pasando por las costumbres, las fiestas y los juegos. Y todo lo espiritual-mental, que toca las bellas artes tradicionales: el saber empírico y lo que atañe a las creencias, representadas por las maneras folklóricas de honrar a su santo, que se salen de lo estrictamente consagrado por la Iglesia.

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Continúa aquí.

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Comentarios
Miércoles, 12 de Mayo de 2010 a las 15:16 pm - Freire Vidal Liliana

#05 Gracias a este articulo podemos identificarnos nuestras raices, poder resortir nuestro origen de donde venimos y poder valorisar nuestros antepasados

Sábado, 25 de Julio de 2009 a las 13:42 pm - Amadeo Falcon

#04 me parece muy interesante creo que conocer nuestras raices valorarlos y saber cual es el verdadero folklor y no folklor como negocio como es el dia de la madre netamente comercial felicitaciones por estos aportes del folklore

Martes, 20 de Enero de 2009 a las 02:28 am - FABIO SOTO

#03 Lei los cuatro articulos y me pareieron muy interesantes.......

Miércoles, 27 de Febrero de 2008 a las 18:00 pm - ramiro acuña

#02 es una verdadera pena que, en este tipo de paginas pongan enlaces repetida con contenidos sumamente considero Yo como basuras.

Viernes, 31 de Agosto de 2007 a las 03:12 am - Daniel

#01 muy bueno gracias