Desde luego que con un vaso de vino o una cerveza fría, están insuperables como aperitivo. Y no tienen nada que ver con las cortezas elaboradas de forma industrial a saber con qué ingredientes. De igual manera, la manteca, usada con moderación, se puede aprovechar en muchas otras recetas.
Aviso: requieren mucho tiempo y mucha paciencia, por eso es conveniente que la primera vez intentemos hacer unos pocos, por si no nos salen bien. Ánimo, que terminan por salir riquísimos.
INGREDIENTES.
- Una pieza de corteza de panceta de cochino, mejor si es atocinada. Es importante que sea de la piel de la panza, porque si no es así nos quedarán duros o imposibles de masticar.
- Un litro de aceite o una cantidad aproximada de manteca de cochino.
- Una cucharada de orégano .
- El zumo de medio limón.
- Sal al gusto (mejor, poca).
- Un tazón de gofio de millo (opcional).
UTENSILIOS.
- Un sartén o caldero alto.
- Una cuchara grande de madera.
MODO DE PREPARACIÓN.
1) Cortamos la corteza en trozos más o menos cuadrados de 3 ó 4 centímetros de lado, sin quitarle la grasa ni los trocitos de carne de hila que tenga en capas.
2) Echamos un chorro de aceite o sobamos con manteca en el fondo del caldero para que no se peguen los chicharrones.
3) Ponemos entonces los trozos y vamos embadurnándolos en aceite o poniendo trozos de manteca. Cuando están todos en el caldero añadimos aceite que justamente los cubra o le ponemos una capa de manteca que haga la misma función.
4) Guisamos a fuego lento, con el caldero tapado, removiendo suavemente de vez en cuando. Así se irá fundiendo toda la grasa y las cortezas se quedarán blanditas, y se pegarán incluso unas con otras. Es importante no dejar que se quemen las del fondo. A revolver con paciencia.
5) Cuando la mezcla ya vaya tomando apariencia de fritura más que de guiso, destapamos y rociamos con el zumo de limón, para luego espolvorear con el orégano.
6) Subimos el fuego y ahora nos toca revolver despacio pero más constantemente, hasta que los chicharrones floten y se doren.
7) Notaremos que están listos porque flotan y les aparecen las bolsitas de aire. Cuanto más tiempo los friamos, más tostados (achicharrados) y crujientes se nos quedarán. Pero, cuidado, que si se pasan, se nos ponen amargos. Para evitarlo, de vez en cuando sacamos uno y con cuidado de no quemarnos los bezos los iremos probando, para dar con el punto de nuestro gusto.
8) Sacamos a una fuente y salamos.
9) Si los queremos auténticos, espolvoreamos con el gofio antes de que se enfríen.
Cuando estén completamente fríos, al enyesque.