Hace unos días nos enteramos de que el informe de viabilidad del Proyecto Monumental Tindaya ha dado resultado positivo, es decir, favorable a su ejecución. Recuerden que, básicamente, el proyecto ideado por el prestigioso y reconocido artista Eduardo Chillida consiste en vaciar parte del interior de la montaña creando un hueco con salida al cielo por el que entre luz del sol y la luna, en un monumento que se ha llamado a la tolerancia. Asimismo, sepan que el proyecto constan de tres fases: una primera de búsqueda de alternativas, una segunda de prospección para saber si la montaña aguantará el vaciado y una tercera en la que se procederá el vaciado mismo (http://www.tindaya-chillida.com).
Particularmente me opongo férreamente a la ejecución de este proyecto, así de clarito lo expongo. En palabras del también prestigioso y reconocido geólogo-vulcanólogo Juan Carlos Carracedo, Tindaya es el monumento que mayor nivel de protección tiene en todo el Archipiélago Canario. En el año 87 Tindaya fue declarado Monumento Natural de Interés Nacional por el Parlamento de Canarias, destacando esencialmente cuatro aspectos: 1. presencia de especies vegetales catalogadas como amenazadas, 2. estructuras geomorfológicas en buen estado de conservación, 3. valor paisajístico por su singularidad en el entorno, por ser identificativo de la etnografía de la zona y por su belleza y plasticidad y 4. por contener elementos naturales que destacan por su rareza, singularidad e interés científico. Casi nada, oiga.
Si un artista, un gran artista, tiene una idea y la expone en Canarias para su estudio, bienvenida sea. El problema es que esa idea compromete parte del Patrimonio de Canarias, muy degradado ya, volviendo a aparecer la dichosa dualidad turismo-patrimonio medioambiental, que tantos desastres ha ocasionado en estas islas. Por tanto, a ese artista se le dan las gracias, se le reconoce la atención y ya está. Pero hay que dejar de atentar contra lo poco que nos va quedando, en este caso la Montaña Tindaya.
Alguien justificaba el proyecto diciendo que precisamente lo que persigue el proyecto "es defender, proteger la montaña Tindaya contra el desarrollo urbanístico que indudablemente acabará con ella". Yo creo que quien acabará con ella, y quien ha acabado parcialmente con ella, son las instituciones involucradas en su conservación, que no se han preocupado de defenderla en el pasado como se merece y probablemente no lo hagan en el futuro convenientemente. Porque un monumento de la calidad de Tindaya merece una atención singular por parte de todas las administraciones implicadas, Ayuntamiento de la Oliva, Cabildo de Fuerteventura y Gobierno de Canarias.
Entre medias nos queda la sensación de especulación en torno a la montaña en varios frentes. Por un lado, la explotación de lo que se extraiga de la montaña, que en el mercado de la cantería tiene un valor incalculable. Y, por otro lado, lo que se han llevado ya las diferentes fases del Proyecto Monumental, donde ha desaparecido dinero (recuerden que durante bastante tiempo se habló de unos 3.000 millones de pesetas que creo nunca aparecieron) y lo que queda por gastar en adelante.
Y la pregunta que queda en el aire es ¿para qué? No tiene sentido atentar contra nuestro patrimonio únicamente con el objetivo de que los turistas, que vienen a Canarias y especialmente a Fuerteventura a tostarse en busca de sol y playa, vayan a experimentar lo que se siente dentro de una montaña vaciada de manera artificial. Piénsenlo, y verán que no tiene ningún sentido.
Desde el punto de vista artístico será una maravilla, no lo pongo en duda, pero es un proyecto que no nos podemos permitir los canarios. No más obras que antenten contra nuestro patrimonio natural, histórico, etnográfico y paisajístico, por favor.