El Catedrático de Arqueología de la Universidad de La Laguna, Antonio Tejera Gaspar, señaló durante la lectura del pregón anunciador de las fiestas en honor a la Virgen de Candelaria, en un salón de Plenos abarrotado de gente, que es necesaria la creación de un Museo y Ruta Mariana de la Virgen de Candelaria, donde se muestren los diferentes aspectos religiosos y devocionales.
Antonio Tejera coincidió con las intenciones anunciadas por el alcalde, José Gumersindo García, durante la presentación del pregonero: Llevábamos varios años pendientes de que Antonio Tejera Gaspar pudiera venir a leer el Pregón de las Fiestas. Por eso quiero agradecerle especialmente su presencia esta noche aquí, que además quiero aprovechar para anunciar la puesta en marcha de un proyecto en el que tenemos mucha ilusión, que se desarrollará en el Museo que estará en el antiguo Ayuntamiento y en el que queremos que Antonio Tejera participe de forma directa, dijo el alcalde.
El Catedrático de Arqueología dijo que la Virgen de Candelaria más que una devoción es un referente cultural y un espejo de identidad. El hecho de que la cristianización de Tenerife esté relacionada con la presencia de una imagen de esta Virgen y con la bella tradición de su hallazgo puede explicar este arraigo y esta veneración, porque en ese acto se sintetizan dos tradiciones culturales, la guanche y la castellana, que es sin dudarlo el fundamento social y cultural de la sociedad insular.
Tejera Gaspar hizo un repaso por los recuerdos de su niñez cuando visitaba la Villa, con una calle de La Arena con su suelo de negra y finísima arena, cumpliendo todos los años con el ritual de venir a ver a la Virgen el 14 de agosto. Ese día la carretera, sólo había una, se llenaba de camiones, los que venían del Sur y los que venían del Norte, todos engalanados con arcos de palma.
Recordó que iban a la iglesia y a la ermita de San Blas, donde la gente golpeaba la roca negra de basalto en la parte del fondo de la cueva. Se llevaban un trozo de piedra que muchos utilizaban para frotarse algún punto enfermo del cuerpo; y otros acostumbraban a colocarlas en el bernegal donde se recogía el agua que caía lentamente de la destiladera.
Y ya por la tarde rodeaban el entorno de la plaza mientras esperaban con ansiedad la ceremonia de los guanches. La primera vez que la vi quedé alelado. Y si es cierto que la dedicación profesional de uno se marca, en ocasiones, por la contemplación o por la impresión primera de algún hecho singular en el correr de la vida, éste, sin duda, lo fue para mí.
Antonio Tejera añadió que es muy importante cuidar la ceremonia, y pidió por ejemplo que las pieles no sean de lana sino de pelo de oveja, que la corona de flores del Mencey se sustituya por una cinta de pieles, y que las lanzas no lleven nada metálico.
Y finalizó el pregón señalando que el Museo podría estar ubicado en el antiguo Ayuntamiento, dentro de un conjunto arquitectónico relacionado con la Virgen, en clara unidad con los edificios religiosos que podrían conformar una ruta arquitectónica y cultural con la Basílica, el Convento, la Iglesia y la ermita de San Blas.
El profesor lagunero dijo que en las salas de este deseado Museo se podría recoger el contexto histórico en el que se produce el acontecimiento singular del hallazgo de la Virgen de Candelaria por los guanches, con especial atención a sus creencias y a la manera en que aceptaron la nueva realidad espiritual. Todo ello permitiría estudiar y conocer el contraste de las dos culturas y las distintas concepciones religiosas de guanches y castellanos.
Como complemento al Museo de la Virgen consideró necesario revitalizar algunos puntos singulares ligados a su culto y a su historia. La propia ermita de San Blas y la zona arqueológica adyacente, la iglesia antigua, la cueva del Conde, el convento y el pozo de la Virgen. Un itinerario que se enriquecería al complementarlo con la denominada Ruta de la Virgen ya propuesta por el Obispado, con un recorrido que se iniciaría en la cueva de Chinguaro, la playa de Chimisay y la ermita del Socorro, finalizando posteriormente en la Villa de Candelaria.
Antonio Tejera coincidió con las intenciones anunciadas por el alcalde, José Gumersindo García, durante la presentación del pregonero: Llevábamos varios años pendientes de que Antonio Tejera Gaspar pudiera venir a leer el Pregón de las Fiestas. Por eso quiero agradecerle especialmente su presencia esta noche aquí, que además quiero aprovechar para anunciar la puesta en marcha de un proyecto en el que tenemos mucha ilusión, que se desarrollará en el Museo que estará en el antiguo Ayuntamiento y en el que queremos que Antonio Tejera participe de forma directa, dijo el alcalde.
El Catedrático de Arqueología dijo que la Virgen de Candelaria más que una devoción es un referente cultural y un espejo de identidad. El hecho de que la cristianización de Tenerife esté relacionada con la presencia de una imagen de esta Virgen y con la bella tradición de su hallazgo puede explicar este arraigo y esta veneración, porque en ese acto se sintetizan dos tradiciones culturales, la guanche y la castellana, que es sin dudarlo el fundamento social y cultural de la sociedad insular.
Tejera Gaspar hizo un repaso por los recuerdos de su niñez cuando visitaba la Villa, con una calle de La Arena con su suelo de negra y finísima arena, cumpliendo todos los años con el ritual de venir a ver a la Virgen el 14 de agosto. Ese día la carretera, sólo había una, se llenaba de camiones, los que venían del Sur y los que venían del Norte, todos engalanados con arcos de palma.
Recordó que iban a la iglesia y a la ermita de San Blas, donde la gente golpeaba la roca negra de basalto en la parte del fondo de la cueva. Se llevaban un trozo de piedra que muchos utilizaban para frotarse algún punto enfermo del cuerpo; y otros acostumbraban a colocarlas en el bernegal donde se recogía el agua que caía lentamente de la destiladera.
Y ya por la tarde rodeaban el entorno de la plaza mientras esperaban con ansiedad la ceremonia de los guanches. La primera vez que la vi quedé alelado. Y si es cierto que la dedicación profesional de uno se marca, en ocasiones, por la contemplación o por la impresión primera de algún hecho singular en el correr de la vida, éste, sin duda, lo fue para mí.
Antonio Tejera añadió que es muy importante cuidar la ceremonia, y pidió por ejemplo que las pieles no sean de lana sino de pelo de oveja, que la corona de flores del Mencey se sustituya por una cinta de pieles, y que las lanzas no lleven nada metálico.
Y finalizó el pregón señalando que el Museo podría estar ubicado en el antiguo Ayuntamiento, dentro de un conjunto arquitectónico relacionado con la Virgen, en clara unidad con los edificios religiosos que podrían conformar una ruta arquitectónica y cultural con la Basílica, el Convento, la Iglesia y la ermita de San Blas.
El profesor lagunero dijo que en las salas de este deseado Museo se podría recoger el contexto histórico en el que se produce el acontecimiento singular del hallazgo de la Virgen de Candelaria por los guanches, con especial atención a sus creencias y a la manera en que aceptaron la nueva realidad espiritual. Todo ello permitiría estudiar y conocer el contraste de las dos culturas y las distintas concepciones religiosas de guanches y castellanos.
Como complemento al Museo de la Virgen consideró necesario revitalizar algunos puntos singulares ligados a su culto y a su historia. La propia ermita de San Blas y la zona arqueológica adyacente, la iglesia antigua, la cueva del Conde, el convento y el pozo de la Virgen. Un itinerario que se enriquecería al complementarlo con la denominada Ruta de la Virgen ya propuesta por el Obispado, con un recorrido que se iniciaría en la cueva de Chinguaro, la playa de Chimisay y la ermita del Socorro, finalizando posteriormente en la Villa de Candelaria.