Para poder sufragar estos gastos, la Federación de Arrastre lo solicita a las diferentes Administraciones Públicas Canarias; a los Cabildos, a través de la Consejería de Deportes y la de Ganadería; al Gobierno Autónomo, por medio de la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación; a la Dirección General de Deportes de la Consejería de Educación y Deportes. Como la aportación que hacen estos organismos públicos no es suficiente, se cuenta con la colaboración de algunas empresas que exponen su publicidad, así como de los ayuntamientos en los que se celebra cada arrastre de ganado; la aportación que éste debe hacer es de 1.800 euros.
Las cantidades mencionadas están dirigidas al mantenimiento del local, transporte de los animales (concertado por los propios ganaderos), premios otorgados en cada celebración.
Por otra parte, los Ayuntamientos deben proporcionar el espacio destinado a tal fin, no sólo el lugar donde se ejecutará la prueba, también un espacio donde acoger a los camiones y descargar a los animales.
Conforme van llegando al descargadero, uno o dos veterinarios irán comprobando la documentación de los bovinos y su estado físico. En el supuesto que exista alguna anomalía (pata hinchada, falta de algún crotal...), éstos no podrán participar en la prueba.
La preparación del terrero corresponde al municipio (Ayuntamiento, Comisión de Fiestas...) en el que se celebre la prueba de arrastre. El espacio mínimo del que debe disponer es de 50 m de largo por 20 m de ancho.
En cada una de las pruebas existen siete «Jueces de Terrero»; ellos son los encargados de la preparación y vigilancia del mismo: colocar las vallas, marcar con cal las rayas reglamentarias...
La raya central debe medir 35 m; al final de la misma se coloca un avisador que le sirve de guía a los animales para dar la vuelta y retornar al punto de salida.
Previamente a la prueba de arrastre se llenan los sacos de arena. Cada uno de ellos lleva 100 kg; para que no haya errores y el reglamento sea cumplido correctamente, tres de los guayeros participantes estarán presentes, con el fin de dar fe, en el momento en que los Jueces de Terrero los llenen y coloquen en la báscula.
Cada uno de los guayeros conoce su turno de participación y prepararán su yunta con la antelación oportuna. Aunque los animales pueden estar enyugados desde que llegan, se les aprietan las coyundas minutos antes de entrar al terrero.
El paso siguiente es la colocación de la cadena que une el yugo con la corza, para ello se requiera cierta destreza ya que ésta deba pasar entre los dos animales, quedando las cuatro patas de cada una a ambos lados de la cadena.
Una vez la corza rebase la línea de salida comienza a computar el tiempo. Al término del recorrido, se detiene el cronómetro en el momento en que la corza rebase por completo la línea de llegada, de lo que se encarga uno de los Jueces.
En cada terrero se dispone de un rincón, al margen, en el que se colocan los Jueces de Mesa y, además, un comentarista, que suele exponer cada uno de los datos más relevantes que se suceden en las pruebas de arrastre: categoría a la que corresponde la yunta, nombre de propietario y del guayero, penalizaciones u otras anomalías que se puedan producir en el transcurso de cada actuación, tiempo total del recorrido...
Los Jueces de Mesa entregan a la Federación de Arrastre los resultados de las pruebas, de los cuales, puntualmente, publicamos los tres primeros puestos en las páginas de esta revista.
Este artículo ha sido previamente publicado en el número 39 de la revista El Baleo, editada por la Sociedad Cooperativa del Campo La Candelaria.