Revista n.º 1064 / ISSN 1885-6039

Colegio de Santo Domingo de Guzmán, La Palmita. Santa Cruz de La Palma. (II)

Jueves, 21 de junio de 2007
José Guillermo Rodríguez Escudero
Publicado en el n.º 162

Coincidiendo con la celebración del centenario del Colegio de Santo Domingo de Guzmán, La Palmita, publicamos la segunda parte del artículo que iniciamos hace unos meses, con apartados dedicados a los personajes más relevantes del Colegio, además de al Colegio mismo.

Foto Noticia Colegio de Santo Domingo de Guzmán, La Palmita. Santa Cruz de La Palma. (II)

El Padre Cueto

 El anónimo escritor o escritora del Album Historial, a la hora de describir a este personaje tan querido por la Comunidad, se plantea dejar de hacerlo. Le invade una “fuerte sensación de reverencia”. Es más, tiene miedo hasta tomar la pluma, “por temor a empequeñecer o desdibujar su originalísima personalidad, obra conjunta de lo que Dios le otorgó liberalmente y de lo que era resultado de su fiel correspondencia a los dones recibidos.”

Una vez pide disculpas, inicia una descripción detallada de sus rasgos físicos, que paso a continuación a relacionar: “Exteriormente: estatura baja más que mediana. Frente amplia y despejada; nariz fina, tirando a aguileña, ojos hermosos y llenos de expresión; la boca franca y bien dibujada, pronta siempre a bendecir, consolar, instruir y en último término… corregir…”. Continuó ensalzando al Prelado a través de sus exquisitos modales; una gran distinción en su porte; gran amabilidad; ausencia de crítica y doblez; su norma rigurosa era el impedir que se faltara a la caridad en su presencia; numerosas virtudes; vastos conocimientos; etc.

Así mismo, el Doctor don Francisco Vega Lorenzo, en su «Homenaje Póstumo» comenzaba: “El Padre Cueto no fue solamente un santo; el Padre Cueto fue también un sabio y un hombre de refinado gusto literario…el hoy difunto y nunca bastante llorado…”. Para terminar con la retahíla de alabanzas y honores, fue nombrado “Hijo Adoptivo de la Ciudad de Las Palmas” y obtuvo la “Gran Cruz de Beneficencia y Encomienda de Isabel la Católica”.

El Padre Cueto había presagiado con intensa satisfacción el evidente progreso religioso de la sociedad palmera de entonces: “veréis cómo esa tierra palmera ha de producir con vuestro esfuerzo, el ciento por uno; sólo falta quien dé al surco la semilla y la cultive con amor”.

Un ejemplar religioso dominico, poseedor de enaltecedores títulos merecidos dentro y fuera de su patria, el “humilde y despreciador de sí mismo”, Fray José Cueto y Díez de La Maza, había sido elegido Obispo de Canarias. “Preconizado por S. S. León XIII, el primero de junio de 1891, recibe por fin el báculo de Pastor”, el 27 de septiembre del mismo año. El prelado se despide de sus amistades y “del amor sincero en cuantos habían tenido por dicha conocerle”. Una de estas obligadas despedidas fue la de su gran amigo el “insigne Cardenal de Sevilla- dominico también-, Fray Ceferino González”. Por la intersección de Su Eminencia, había conocido el Padre Cueto en Madrid, a la Comunidad de Religiosas de Cristo Rey que, procedente de Granada, se había recientemente establecido en la capital de España. En aquel entonces era la Superiora General una joven religiosa de muy querida “a quien Dios había madurado en la virtud, llevándola por caminos de prueba y sacrificio nada comunes”: Rvdma. Madre Inés de Jesús. Esta religiosa insinuó al Cardenal González la conveniencia de que el Instituto tuviera una fundación en el Archipiélago Canario. Después de estudiar detenidamente esta propuesta y, haciéndose cargo el Obispado con los gastos de sustentamiento, gastos de traslado de Cádiz a Canarias, instalación, etc., las cinco religiosas elegidas, con su joven Superiora la Madre María Pilar de la Ascensión (que lo había sido antes de la Casa de Sevilla y luego de Madrid). El Cardenal había dicho de ella al Obispo: “Sepa que se lleva Vd. una alhaja”. Contaba tan sólo con 28 años.

Así dio comienzo el asentamiento de la Comunidad en Canarias. Se encontraron con que la casa que les habían prometido en Las Palmas, bien por negligencia o por confusión, o por lo que fuera, estaba llena de telas de araña, con maderas apolilladas, humedades y desperfectos, etc. No estaba apta para ser habitada. Gracias a las Hijas de San Vicente de Paúl tuvieron sitio donde permanecer mientras se les acondicionaba un recinto. “Además, les atormentaba invencible repugnancia recordando que dicho edificio – Hospital de San Lázaro-, estaba habitado por leprosos…”. Después de numerosas vicisitudes y penurias, lograron fundar “el Colegio de San José”, en 1891.

Cumplidos los requisitos legales exigidos por los Sagrados Cánones y por la timorata conciencia del Prelado, instruidas suficientemente las religiosas en las nuevas prácticas y obligaciones, quedó designado DOCE DE JUNIO de aquel año MIL OCHOCIENTOS NOVENTA Y CINCO, para la solemne vestición del Santo Hábito Dominicano, de tan significativos colores. El blanco de una vida inmaculada, el negro de la abnegación y penitencia, envolvería desde ahora sus cuerpos, enriqueciendo sus almas con la abundancia de gracias a él vinculadas”. Este solemne acto tuvo lugar en la histórica iglesia de Santo Domingo de Las Palmas, donde una gran multitud “y el pueblo todo de Gran Canaria, guardó en el archivo de sus mejores recuerdos, este día feliz, en el que la Sagrada Orden de Predicadores daba al mundo una nueva Congregación, depositándola en el corazón de Canarias”.

Madre Pilar, Priora

Una vez realizadas las fundaciones de La Laguna y Santa Cruz de La Palma, se procedió a la elección formal en el seno de la Congregación de religiosas, de una “cabeza que las rija”. Finalmente, fue reconocida y reconocida como “Priora General de la Congregación de Religiosas Dominicas de la Sagrada Familia de Canarias, la infatigable Madre Pilar”. Esto sucedía en abril de 1908. Sor María Pilar de la Anunciación tenía “en el mundo”, el nombre de María de Los Dolores Prieto Vidal. No resultarían vanas las palabras del Cardenal Arzobispo de Sevilla... “Verdadera alhaja, joya de estimable valor había traído a Canarias su piadoso Obispo...”

El Padre Cueto, como popularmente se le llamaba, había aceptado el encargo del otorgante y en cumplimiento de su voluntad, dispuso que fuese la Comunidad de Religiosas Dominicas Terciarias de la Enseñanza las que se hicieran cargo de la fundación “para que rijan, gobiernen y administren el expresado establecimiento con el mayor celo e interés y con plenitud de facultades, con encargo de cumplir estrictamente lo ordenado por el testador”.

La descripción que se hacía de Madre Pilar en el «Homenaje a la memoria de sus Fundadores» comenzaba así: “No es fácil hallar entre las más insignes Fundadoras de Institutos Religiosos, una figura que, como la de nuestra amada MADRE, abarque por entero toda una serie de cualidades, suficientes por sí mismas para hacer su recuerdo imperecedero”.

Cada uno de los días había sido para ella de absoluta entrega al cumplimiento de sus deberes y a la fiel observancia de aquellas Santas Reglas y Constituciones abrazadas al hacer su profesión religiosa dentro de la Orden. Sin tener en cuenta los estragos que su debilitado corazón enfermo producían las prolongadas circunstancias de falta de cama, de alimentos adecuados, de frío, humedad, polvo y otras contingencias, su gran entereza ante las dificultades, la hacían muy querida y venerada por sus religiosas y alumnas. Una mujer de gran inteligencia y vastísimo saber, con una facultad muy personal de transmitir estos dones de una forma muy asequible a la mentalidad de sus discípulas, “quienes se desvivían por acudir a su cátedra”. Su simpatía y alegría natural la hacía ser muy atractiva ante los ojos de las alumnas. Éstas querían incluso imitarla en todo. Una mujer de gran distinción y nobleza, de gran talento, con un «don de gentes» maravilloso, de firmeza inquebrantable, de rectitud ejemplar, de singular ternura, de celo infatigable, de espontaneidad consoladora… “Fue mártir sin derramamiento de sangre y no dudamos que en el cielo se le concedería, como a tal, gloriosísima corona”.

Sería interminable la enumeración de méritos con los que era alabada por sus Hermanas, alumnas y por las numerosas personas que la trataron. Así, se decía que nadie podía olvidarla después de haberla conocido. Su gran deseo de abrir escuela en las Américas fue hecho realidad, aunque después de su muerte. “Con alas de águila cruzó los mares y vino a posar su planta en estas Islas que no la olvidarán jamás”.

Escuela

El día primero de mayo de 1908 pudo llevarse a efecto la inauguración de la Escuela Gratuita con asistencia de once niñas. El tercer domingo de ese mes pasaban de cincuenta las que asistieron “fervorosamente a oír la Santa Misa en la Capilla del Colegio”. En la onomástica de Santo Domingo y víspera de la Virgen de Las Nieves, Patrona de La Palma, 4 de agosto, recibieron la Primera Comunión veintidós de estas jovencitas y niñas.

El crso se inició en octubre de aquel año y se abrieron clases para alumnas no gratuitas, entre “las que se hizo un bien incalculable”. En calidad de internas fueron admitidas las alumnas Pilar Kábana y Rosario Herrera.

En las antiguas fotografías que se conservan de aquellos primeros años, se observa cómo, por ejemplo en 1913, ya había clases mixtas: 32 niñas y 10 niños.

Se inician mejoras en las instalaciones en cuanto a capacidad y distribución. Se efectúan ampliaciones y reformas. Urbanizaciones que se alzan en torno al Colegio le dan externamente el aspecto de un Castillo-Fortaleza. Una doble escalinata “despliega su imponente mole hacia ambos extremos de la fachada para replegarse en un acceso único”. Ya no quedan vestigios de la célebre rampa que ofrecía una suave ascensión hasta la altura de «La Palmita». Los jardines son embellecidos por una importante cantidad de plantas trepadoras y flores.

Muerte del Padre Cueto

Tres meses después se producía el fallecimiento del Obispo Padre Cueto, “venerable y amadísimo Fundador”, nacido el 4 de noviembre de 1839. Se consideró un gran acierto la elección de la Priora antes de la partida del Pastor, para que no se produjera “el desconcierto de las religiosas”, ya que la muerte del Padre “hirió las más delicadas fibras del corazón de sus hijas”.

El Obispo había vaticinado su muerte un mes antes. Concretamente en su homilía del mes de julio de aquel año, durante su Visita Pastoral al pueblo de San Mateo (Gran Canaria), había dicho: “Éste será quizá y sin duda... El último sermón que os dirijo...” A todos los que, alarmados, le preguntaron la causa, contestó sonriendo: “No lo sé: pero Dios puso en mis labios tales palabras”.
Su última tarde con las religiosas la pasó en la Sala de Labor. Fue una especie de despedida, donde no faltaron muchas de sus ya famosas e inocentes bromas, a pesar de que ya la fiebre lo estaba consumiendo y debilitando. El día siguiente, víspera del Patrón Santo Domingo de Guzmán, no pudo levantarse ya de la cama. Estaba acompañado tan sólo por el portero del Palacio Episcopal, don Domingo. El Obispo vivía en el suntuoso edificio sin la compañía de su familia, puesto que quiso conservar hasta el fin de sus días el carácter de humilde Fraile Predicador.

Después de la misa de la mañana, las Madres Pilar y Amparo acudieron a verlo. Ya había hecho su última confesión “con la paz y serenidad que nunca le abandonaron”. Los últimos Sacramentos le fueron administrados por la tarde del día 16, con toda la pompa y solemnidad que correspondían a su alta dignidad.

Se había congregado el Cabildo en pleno, con cruz alzada; la custodia con el Santísimo portada por el Arcipreste de la Catedral, D. Pablo Rodríguez, bajo palio; los fieles, “llorando desconsolados la presunta muerte de su Pastor... “

A las cinco de la mañana del día 17 se inició el Santo Rosario mientras el Obispo agonizaba. Se había reunido en torno al lecho un nutrido número de sacerdotes. “... sólo había una nota blanca: el Hábito blanco de sus hijas, que lloraban como palomas abatidas por la tempestad... “. Se encontraban también el religioso franciscano Padre Gabriel, quien leía con voz temblorosa la recomendación del alma, y el dominico Padre Tomás Monforte. El Rosario se interrumpía constantemente por los sollozos de los “circunstantes”. A las seis de la mañana, celebró el Santo Oficio en presencia del agonizante, el Rector del Seminario Conciliar, Padre Pedro Díaz Suárez.

Con estas palabras se informaba de la muerte del Padre Cueto: “Poco antes de las ocho celebró Misa en el Oratorio de Palacio su mayordomo y capellán del Colegio, D. José María Leza. No la había concluido, cuando le fue comunicado que la Diócesis de Canarias había quedado huérfana... El alma blanca y hermosa del Prelado, de quién se dice no había perdido la inocencia bautismal, había volado a su Creador... “

Fue deseo expreso del difunto, manifestado en las cláusulas de su testamento, que sus restos mortales descansaran en la capilla del “Colegio de San José” en Las Palmas: “Es mi voluntad expresa y terminante que cuando ocurra mi fallecimiento, sea enterrado mi cadáver en la Capilla de las Dominicas de la Enseñanza de San José de Las Palmas, Convento – Colegio fundado por mí”.

Una impresionante multitud, “todo Gran Canaria”, se arremolinó alrededor del cuerpo de su amado Obispo en la mañana del día 18, como homenaje póstumo. Se esperaba la oportuna autorización firmada desde Madrid, para que dieran comienzo las honras fúnebres. Por este motivo, el entierro hubo de posponerse hasta el siguiente día 19 de agosto de 1908.

Desde ese día, descansa el Padre Cueto en el pavimento del Colegio de San José, cubierto por una lápida en la que se lee en latín: “In memoriam humus quam desideraverat umbra jacentis dilecti atris Fr. JOSEPHI CUETO et DIEZ de la MAZA O.P. dignissime Episcopi Canariensis. Fundatoris sororoum monialium scti dominici dedicatarum ad munus docendi in insulis fortunatis obiit in domino XVII augusti MCMVIII”.

Los primeros años en La Palmita

La Madre Pilar de la Anunciación, Superiora General de la joven Congregación, había realizado su primera Visita Canónica a la Comunidad de La Laguna, emprendiendo luego viaje a La Palma por el mismo motivo y para pasar los días de Navidad junto a sus religiosas en “La Palmita”.

Es curiosa la descripción que se hacía de las vistas de esta Hacienda: “está situada la Casa en una gran elevación del terreno sobre el plano de la ciudad, de tal manera que, con ayuda de anteojos, puede distinguirse el pasaje que vaya sobre cubierta al cruzar los buques”.

La llegada del barco “Montevideo”, que conducía a las viajeras, llenó de gran alegría a las hermanas. Las alumnas, concentradas desde las seis de la mañana, agitaban sus pañuelos saludando a la Madre desde lejos. Los parvulitos, “locos de contento”, la llamaban a grandes voces, animá
ndola a llegar cuanto antes: “pensaban que les podía oír...”.

Era el 20 de diciembre de 1909. Les parecía mentira contar con la Madre Priora entre ellas. Eran momentos felices. Los días transcurrieron entre alegres expansiones con las Hermanas, inspeccionando la Finca, observando los progresos realizados en el Colegio, atendiendo a las visitas... Cariñosamente se llamaba al lugar el “Palomarcillo”, posiblemente debido al clima suave, las flores, la luz, el conjunto armonioso...

Muerte de la Madre Pilar

Sin embargo, la Madre se empezó a encontrar mal. Súbitamente el día 23 y, sobre todo el 24 “lo pasó francamente mal”. Se levantó a las cinco de la mañana con grandes molestias y malestar general. Asistió a la Misa y comulgó. Asistió al rezo del Oficio de Navidad. Todos conocían que la Superiora “no concedía a la su naturaleza más alivios que los absolutamente imprescindibles”. Por ello, continuó ilusionada con los preparativos para la cena de las niñas que asistirían a la Misa de media noche, “La Misa del Gallo”. Su pobre cuerpo tan maltratado se negaba ya a obedecerle. Nadie sabe cómo pudo adquirió fuerzas para asistir a las Misas con aquel fervor, a los Maitines, a la Veladita que se hizo en su honor... La pulmonía hizo que empeorara el día 27.A instancia de las Religiosas, acudió el médico para observarla. Recibió alivio con el tratamiento, pero pidió confesar, ante la sorpresa de todas. Acudió el Padre Casimiro Arnáiz, “fervoroso religioso hijo de San Vicente de Paúl y muy estimado de nuestras Madres por su celo y por el mucho bien que hacía entre las niñas. Era todavía muy joven”.

El 28, Festividad de los Santos Inocentes, algo más recuperada, trataba que sus Hermanas hicieran una gran merienda junto a su lecho, en la Enfermería. Era precisamente quien animaba a la entristecida Comunidad. Sin embargo, los vómitos y la fiebre la volvieron a consumir. Solamente un día no pudo comulgar. Constantemente exclamaba a las religiosas: “Pidan hijas, pidan mucho para que sepa aprovecharme de lo que estoy padeciendo”, “Como yo pueda, he de hacer que sean todas Santas, Santas...”, “Hijas, no pidan por mi vida porque deseo irme al cielo. Desde allí haré más por vosotras...”.

Se abrazaba a menudo a una imagen de la Virgen y a la del Niño Jesús. Decía: “¡Qué abrazo te voy a dar en el cielo!, querido Niño...”.

A pesar de su debilidad, de sus 40 grados de fiebre, de tener el cuerpo acribillado por inyecciones, “ventosas sajadas”, etc., con pasmosa lucidez y serenidad, dictaba cartas, revisaba documentos, arregló asuntos... Se comenzaron a entonar la antífona “Salve Regina”, una costumbre en la Orden cuando se inicia la agonía de los religiosos o religiosas, implorando la protección de la Virgen.

El día 2 de enero pidió que cantaran... “¿Por qué no cantan?”. Y se cantó. Así aguantó hasta el día 5. No se desprendió del crucifijo. Lo abrazaba y besaba. Dijo que quería un ataúd muy sencillo.

Una de sus colaboradoras había dicho: “Así era nuestra MADRE: siempre la primera en los trabajos… la última para cuando pudiera redundar en su alabanza… Y en todo, alegre y jovial, como si no llevara en su alma penas amarguísimas que todas conocimos, a pesar de su discreta reserva”.

El día 5 de enero de 1910, la Madre Pilar, que contaba cuarenta y seis años, falleció en «La Palmita», su querida Casa palmera. La prensa local decía “... en su rostro quedó plasmada la sonrisa y una admirable expresión de paz...”. La conducción de su cuerpo hasta el cementerio capitalino fue una imponente manifestación de duelo, presidida por el Confesor de la Comunidad, Rvdo. P. Casimiro Arnáiz y todas las autoridades locales. Todas las asustadizas niñas querían acompañarla, diciendo que les parecía una santa. Inicialmente las Madres se negaron ya que no encontraban a alguien de confianza que las acompañasen. Mas, los padres de las niñas apoyaron sus ruegos y fueron ellos mismos los que lo hicieron. Un grupo de alumnas mayores pidió sostener la caja con el cuerpo hasta dejar depositado el ataúd en el nicho. Así quedó escrito ese emotivo instante: “Y ocurrió algo sorprendente... las más pequeñitas, desconsoladas y celosas, logran llegar hasta allí y puestas sin temor bajo el ataúd, levantan sus bracitos para tocarle, acariciándolo, como si la llorada Madre pudiese percibir aún tan tierna prueba de amor... Escena que conmovió profundamente a los asistentes”.

El Colegio

Se decía que el Colegio de Santo Domingo de Guzmán de Santa Cruz de La Palma, era “hermano gemelo” del Colegio de Santa Rosa de Lima de La Laguna (Tenerife). Se refería así a la fecha de fundación de ambos. Mientras que el lagunero fue en octubre de 1907, el palmero fue fundado en febrero de 1908. Justifica tal afirmación el que ambos colegios deben su existencia a la intervención personal, como hemos comprobado, de los “venerados Fundadores”.

Hemos visto cómo la Madre Pilar había llegado a la capital palmera el 19 de febrero de 1908, sin apenas casi descansar de los agotadores días que pasó en La Laguna tras la fundación de aquel instituto.

Después de su asentamiento en lo alto de la hacienda de “La Palmita”, comenzaron a llegar los muebles y enseres procedentes de Las Palmas.

Ansiaba la Madre Pilar con poder estrechar entre sus fatigados brazos a las Hijas que habrían de formar la nueva Comunidad; mas, tuvo que embarcar precipitadamente a la ciudad grancanaria el día 16 de marzo, puesto que acababa de fallecer una Novicia: Sor María Clotilde (Marta Hess, alemana). Le acompañaba en este penoso viaje la Madre Jesusa. Quedó en La Palmita -“tan valiente y decidida” como se la veía siempre-, la Madre Margarita, acompañada por la Hermana de Obediencia, Sor María Luisa.

Vimos cómo el grupo de religiosas designadas para constituir la Comunidad en Santa Cruz de La Palma llegaban en el buque “envuelto en las claridades de una mañana de Pascua de Resurrección”. Era el día 19 de abril de 1908. “Verdadero, feliz presagio, de la resurrección espiritual que habría de experimentar aquel pueblo, desorientado por las doctrinas jansenistas”.

Muy duro tuvieron que trabajar las religiosas fundadoras para acondicionar la Casa de La Palmita hasta transformarla en Colegio, “en espera de las almas que les habrían de ser confiadas”.

El Obispo de Canarias, el Padre Cueto, les infundía gran aliento en sus cartas, llenas de cariño y saludables consejos. “Miraba esta fundación como promesa de abundantísimos frutos”. Tampoco descuidaba la Rvdma. Madre Pilar el “instruirlas con sus luces y experiencia”.

Finalmente, el 1 de mayo de 1908 pudo llevarse a cabo la inauguración de la Escuela Gratuita con asistencia de once niñas. Más tarde, el tercer domingo de ese mes, pasaban de cincuenta las que asistieron fervorosamente a oír la Santa Misa en la Capilla del Colegio.

¡Con cuánto placer saboreaban estas enseñanzas…!¡Qué piadoso interés en desnetrañar el valor de los lemas dominicanos: «Veritas»; «Laudare, Benedicere et Praedicare»; «Contemplare et contemplata aliis tradere»… ¡Cómo hicieron suya la norma fundamental de nuestra orden: ORACIÓN Y ESTUDIO…! «Ora et Labora», se lee además en el escudo del Obispo Fundador PADRE CUETO.

Lista de algunos alumnos y alumnas

Una de las fotos más antiguas que se conservan de aquellos primeros años es la sacada en los jardines de La Palmita en 1913. Sobre las camisas blancas todas las niñas tienen un número, mientras que los diez niños que posan sentados sobre un muro blanco, denominados “Párvulos”, no los llevan.

1. María Cabrera, 2. María Poggio, 3. María Rodríguez, 4. Josefa Hernández, 5. Lila Cutillas, 6. Rafaela Cuevas, 7. María Nieves Gómez (que llegaría a ser la Superiora General de la Congregación), 8. Purita Sánchez, 9. Evelia Hernández, 10. Carmen Bethencourt, 11. Luz Leal, 12. Avelina Santana, 13. María Kábanas, 14. Josefina Barrera, 15. Concepción González, 16. Ana Kábana, 17. Argelia Rodríguez, 18. Amelia Abreu, 19. María Abreu, 20. Nieves Pérez, 21. Rudesindo Felipe, 22. Angelina Brito, 23. Amelia Barreda, 24. Concepción Cabrera, 25. Concepción Millán, 26. Pepita Egea, 27. Rosario Gómez, 28. Elena Bethencourt, 29. Isabel Hernández, 30. Dolores Morales, 31. Ángeles Cabrera, 32. Isabel Kábana.

2. Párvulos: izquierda a derecha: 1. Augusto cuevas, 2. Rogelio de la Torre, 3. Juan de la Torre, 4. Francisco Cabrera, 5. Rafael Barreda, 6. Félix Poggio, 7. José Millán, 8. Eugenio Egea, 9. Domingo Bethencourt, 10. Víctor Castel.

El Reverendo Padre General Manuel Suárez

Español, como lo fue el Fundador de la Orden de Predicadores”, Santo Domingo de Guzmán, el Padre General sigue sus huellas “con piadosa fidelidad y apostólico celo”. Fue elegido por el Capítulo General en Roma el 21 de septiembre de 1946, después de la Guerra Civil. Hacía el número 80 de los Maestros Generales, en una cadena ininterrumpida, cuyo primer eslabón fue el mismo Santo Domingo. En cuanto a nacionalidad, es el 14 de los españoles que han ostentado este cargo. Lamentablemente murió en Perpignan (Francia) en accidente de automóvil en 1954, resultando también muerto su Secretario particular, Rvdo. P. Aureliano Martínez. La radio y prensa, tanto nacional como extranjera, se hicieron eco del sentimiento general, destacando entre las muestras de condolencia tanto el Papa Pío XII como el General Franco. Este último asistió personalmente en el Convento de Padres Dominicos de Atocha, en Madrid- donde estuvieron depositados sus restos-, a las exequias.

Con respecto a la Congregación de Dominicas, había sido el instrumento destinado “por el Señor para llevar a feliz término la aprobación de nuestras Santas Constituciones, de cuya tramitación se había ocupado ya antes de su elevación al Generalato”.

El Padre General había acudido a Teror, a la Casa Generalicia en Scala- Coeli, el 14 de junio de 1934. Allí hizo entrega “del original del texto de las Constituciones acomodado a las recientes disposiciones canónicas, examinado y bendecido con el sello del Magisterio infalible de la Santa Iglesia, mediante el «Decretum Laudis»”. Toda la Comunidades religiosas lamentaron tal triste pérdida.

Imagen de Fátima

El 12 de junio de 1953, en el 58º aniversario de la vestición del Sto. Hábito de las primeras religiosas de la Congregación se bendijo una preciosa imagen de la Virgen del Rosario de Fátima, esculpida en auténtico mármol de Carrara. En la solemne ceremonia se dan cita la Superiora General de la Congregación, Rvdma. M. Milagro Gómez de Jesús, ex alumna del Colegio de La Palmita y la Consejera General y Priora de la Casa de Las Palmas. Completan la presidencia de honor las MM. RR. MM. Margarita Armendáriz de Sto. Tomás, Vicaria General y Amparo R. de la Purificación, ex Superioras Generales y la Superiora de la Casa Noviciado de Scala-Coeli, M.R.M. Leticia Capote, hija de La Palma.

Un nutrido grupo de antiguas alumnas, que habían contribuido a la adquisición de la imagen, también se dieron cita alrededor del pedestal de la Virgen. Así mismo acudieron todas las colegialas y la Comunidad, así como numerosísimo público y autoridades.

Así se describía ese momento en la prensa de entonces: “… Este conjunto de armonías naturales e inteligente orientación humana, requiere el dominio y presidencia de una REINA, la Santísima Virgen, que al propio tiempo se haga visible, desde su altura, a los habitantes de la Ciudad. En su imagencita de Lourdes, colocada en los sitios más pintorescos, había recibido ya, desde los comienzos de la fundación, el tributo de amor y veneración iniciado por la Rvdma. Made Pilar, tan amante de María Inmaculada… y llegó el día…

Recuerdos de la Madre Pilar

28-X-50
“… Me pregunta qué opinión tenía yo de la Madre Pilar. Pues con toda sinceridad le diré que era de las religiosas que no se olvida jamás: siempre la recuerdo con inmenso cariño. En muchas ocasiones la he nombrado ponderando aquel don superior que que como a Fundadora, le había concedido Dios; aquel carácter suyo que nos imponía respeto, pero, usando una manera tan especial de decir las cosas que siempre agradecíamos sus advertencias. A mí, personalmente me llamó en una ocasión para corregirme y lo hizo en tal forma que jamás lo olvidaré: se lo agradecí muchísimo. Me llamaba la atención aquel dominio que ejercía con sólo su presencia. Cuando más alborotada estaba la clase se presentaba ella en la puerta y sin decir ni una palabra «abría los ojos» y era lo bastante para dominarnos, pues se oía «volar las moscas», y a pesar de eso la admirábamos por sus grandísimos méritos. Tenía un atractivo tan especial que todas la amábamos intensamente”.
Carmen Martín

5-XII-50
Siempre oí decir a las alumnas mayores que era una mujer cultísima, inteligente y muy bondadosa. Yo recuerdo que la respetábamos enormemente y al mismo tiempo la queríamos mucho porque era muy cariñosa: cuando murió la lloramos como algo nuestro…
Juana Espino, Vda de Navarro.

22-X-50
Aunque niña no dejaba de darme cuenta: era la MADRE PILAR una gran inteligencia, con espíritu de Fundadora y Directora. ¡Cuántas veces, en el tiempo en que se fabricaba el Colegio vi tirar lo hecho por no haber seguido sus indicaciones y comprobar se habían equivocado! Ella era para todo… Recuerdo que una compañera de colegio fue llamada por Dios a la vida religiosa. Llegó el día de su Toma de Hábito. Yo la quería muchísimo. Sin reflexionar ni pensar en dominarme, me lancé a ella alegremente y la abracé y besé, cosa prohibida para nosotras… Todo lo vio la Madre Pilar; en sus ojos, que eran sumamente hermosos y expresivos, pude leer que le agradó aquel acto espontáneo, manifestación de mi cariño; sin embargo, para que la disciplina del Colegio no sufriera menoscabo, me impuso una pena y reprendió diciendo: «No hay más remedio Dolores, aunque te queremos mucho…»…
Dolores Yañez, Vda. de Araña.

8-XII-50
“… ¿No ves qué guapísima se pone la Madre Pilar cuando comulga? Tampoco he podido olvidar la especial simpatía, gracia, atractivo incomparable que Dios le concedió…nos alentaba en clase diciéndonos que casi sabíamos tanto como ella. Se sacrificaba muchísimo; aun estando enferma nos daba clase a nuestro grupo de las que aspirábamos al Magisterio, con una abnegación que sólo puede pagarse con oraciones y un agradecidísimo recuerdo… puedo afirmar que la Madre Pilar era algo distingo, completamente original y fuera de toda comparación”.
Luisa Cabrera de Barber

25-XII-50
Esa gigantesca figura que para el mundo se llamó: Madre Pilar y para nosotras solamente La Madre… perdura de tal manera en nuestro recuerdo que, al cabo de los años, pasado el deslumbramiento de nuestros juveniles y disipado por la niebla del tiempo, el resplandor que de ella irradiaba, su recia personalidad surge, cada vez más nítida y transparente, según nos vamos poniendo en contacto con nuestras experiencias, siendo con entera verdad el símbolo de todo lo que pudo llamarse bondad y cultura, en el final del siglo pasado…”
Pilar Benítez de Valido.

25-XII-50
“…Su andar majestuoso inspiraba respeto y admiración; su temperamento era recto y enérgico, exigiendo siempre el exacto cumplimiento del deber… Años felices que con ella y las demás profesoras compartíamos la vida, apenadas cuando llegaba la hora de salida y soñando, solamente, con volver al día siguiente. Fui de las primeras alumnas que, al llegar a Canarias las entonces Hijas de Cristo, tuve la suerte de ser admitida en este bendito Colegio, cuyas profesoras, ayudadas de mis santa madre supieron formar mi alma para entrar en la vida social, encontrando la mayor satisfacción en el deber cumplido…”
Mª del Carmen García Guerra de Ferrer.

15-XI-50

“… Lo que jamás podré olvidar es que su persona era un compendio de virtudes, santidad y simpatía…
Marquesa de Arucas.

1-XI-50
“… Tengo siempre presente la imagen de la Madre Pilar como el ángel tutelar de mi niñez…”
Carmen Quintana de Rodríguez.


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