Destacan entre sus imágenes las rodadas sobre la riqueza de la vegetación, el Puerto de Santa Cruz, el barrio de El Cabo, la salazón de pescado, mujeres cargando agua, lavando en la orilla del mar, las lecheras; los paseos por la Plaza de Candelaria y la Alameda. También capta un desfile cívico militar, los toros, la lucha canaria, las peleas de gallos, el embarque del plátano, etc.
Ives Allegret, se desplazó a Tenerife con su mujer, René Allegret, y el cámara Eli Lotar. Los tres eran izquierdistas y habían sido expulsados de la Península cuando intentaron hacer un documental sobre Las Hurdes y más tarde sobre la vida social en Andalucía. Estuvieron encarcelados durante cuatro semanas y posteriormente se desplazaron a Tenerife en un barco que salió del puerto de Cádiz.
Según Fernando Gabriel, Catedrático de Historia del Cine de la Universidad de La Laguna y principal investigador sobre este documental, los proyectos de Ives Allegret sobre Las Hurdes y Andalucía a los que tuvieron que renunciar, fueron compatibles con el de Tenerife, logrando filmar desde la misma línea social y política : “Está claro que los temas, una zona deprimida, una comunidad agraria o el lado sórdido de una sociedad insular, eran perfectamente adaptables a sus intereses de realizar un documental social, de intervención”.
Canarias era ya un destino turístico, un medio atractivo por ser mal conocido, por su imagen estereotipada de paraíso natural, y además con muchos problemas sociales en estos años (analfabetismo, sociedad clasista, huelgas obreras, miseria...). Y se encontraron con la mejor opción, la región más lejana y menos controlada, donde podían pasar más desapercibidos. Para ello fue necesario un discreto disimulo sobre el tipo de película que iban a realizar. El ambiente cultural de Santa Cruz de Tenerife en esos meses era totalmente propicio, sobre todo por la existencia de un grupo de vanguardia en torno a la revista Gaceta de Arte (1932-1936) y a la figura carismática del crítico y escritor Eduardo Westerdahl. Es bastante evidente, según Fernando Gabriel, “la simetría ideológica entre las posiciones de la película y algunos principios defendidos por la vanguardia canaria. Westerdahl y el grupo de cineastas debieron conocerse, y también tendrían alguna información a través del grupo surrealista y el pintor Óscar Domínguez en París, en esos años. La primera imagen que vemos de Tenerife en este documental es una playa de arena negra, motivo que atrae a todos los surrealistas”.
Los cineastas vuelven a París en mayo de 1932, pero el film no se monta hasta 1936. El texto en off de la película es obra de uno de los mayores y más influyentes escritores y poetas, Jacques Prèvert, también actor y guionista, que nunca estuvo en Tenerife, siendo evidente que los datos fueron recogidos por Allegret.
Las relaciones con Luis Buñuel de este grupo de cineastas fueron diversas: Allegret le presta una cámara a Buñuel, Prèvert fue actor en La edad de oro y amigo durante años de Buñuel, y Eli Lotar, fotógrafo de Tierra sin pan. “Cuando Allegret y Lotar regresan de Tenerife, convencen a Buñuel para que filme el documental sobre Las Hurdes. Y Buñuel va a rodarlo con el mismo Eli Lotar y con la cámara que filmó Tenerife y que le presta Allegret, y otra que le deja Braunberger, quien también le proporciona la película virgen; y los textos de Prèvert y Unik mantienen una sorprendente relación. Vemos que un proyecto rebota al otro y que ambos son casi simultáneos y bastante simétricos”, apunta Fernando Gabriel.