La palmera produce frutos durante doscientos años, y a partir de los siete. Le place un clima seco y cálido, mientras sus raíces alcancen el agua, y no requiere cuidado alguno. Pero durante los primeros cinco años necesita riego. Un solo árbol produce ocho o diez racimos de dátiles. Los dátiles constituyen un alimento excelente, no sólo agradable, sino también sano y nutritivo. Los huesos se muelen a veces para alimento de los camellos. Con la savia fermentada puede hacerse vino de palma, pero es un procedimiento costoso y perjudicial para los árboles.
Las hojas de la palmera, cuando son jóvenes, son enteras, pero luego se van partiendo desde el nervio principal, y acaban por estar formadas de colgajos con los que nada puede el viento. Los habitantes de muchas partes del Globo dependen de la palmera para su alimento, habitación y vestido. Los frutos de la palmera datilera y los del cocotero son alimenticios.
Con la fibra de palma se tejen sombreros, esterillas, cestos y ropas, y en los países tropicales las casas se hacen a menudo con las grandes hojas de la palmera. Una especie de este árbol nos proporciona el sagú, fécula que se obtiene a partir de la raíz. Entre otros productos de la palmera se puede citar también el aceite de palma, usado en la fabricación de jabón y margarina.
Existen más de mil quinientas especies de palmeras. La mayoría de ellas se encuentra en los trópicos pero también en países templados.
Este artículo ha sido previamente publicado en el número 16 de la Revista Aguayro, editada por la Caja Insular de Ahorros de Gran Canaria en junio de 1971,