Nacido en Santa Cruz de La Palma el 22 de julio de 1928, fue hijo de Maximiano Fernández de Armas y de Juana García Fernández. Un polifacético artista que sintió desde su niñez una señalada inclinación hacia la pintura y el dibujo.

Autodidacta en su formación artística, en sus obras - ceñidas a los cánones académicos- cultivó el retrato, los bodegones, la pintura religiosa, las marinas, etc. Era un apasionado de la historia de La Palma y un minucioso investigador de nuestro pasado, de las fiestas populares y las tradiciones. Unos completos trabajos que han sabido potenciar y difundir de manera ejemplar los valores culturales de su Isla. Unas publicaciones que, en su mayoría, vieron la luz en la prensa provincial, para el deleite de todos los ciudadanos y no sólo de una minoría intelectual. Entre ellas predominó su buen quehacer en el tema artístico-religioso. Muchas horas de investigación que era difundida con gran asiduidad en la prensa, muchas veces conjuntamente con su primo Jaime Pérez García (éste, cronista oficial de la ciudad, dedicó a su memoria una de sus obras: la “Calle Trasera de Santa Cruz de La Palma”). Constituye un estudio de inevitable referencia para el conocimiento e interés del patrimonio histórico artístico de La Palma. Sería preciso y necesario que todo este trabajo fuese recopilado en un mismo libro.
“Su tarea ordenadora de sistematización documental, su rigor al tratar las fuentes, su prudencia interpretativa, así como sus aportaciones históricas marcan un antes y un después en la historiografía insular”.
Artículos publicados en la prensa periódica fueron, por ejemplo:
«La Esclavitud y Hermandad del Santísimo Rosario. Fiesta de la Naval»
«Notas históricas de la Semana Santa en Santa Cruz de La Palma»
«El Señor de la Portería»
«Semana Santa en Los Llanos de Aridane»
«Historia de Las Nieves»
«Semana Santa en la Villa de San Andrés y Sauces y otras noticias histórico-religiosas»
«Apuntes históricos: San Sebastián»
«Notas históricas de La Palma: San Telmo»
«Santa Lucía (Puntallana), su historia y festividad»
«Ermita de Nuestra Señora del Carmen»
«Historia de Breña Baja»

Eran conocidas las tertulias vespertinas y nocturnas en su casa de la Calle Trasera de la ciudad. Como todo buen anfitrión, gustaba agasajar a sus invitados con comidas y azucarados postres palmeros. Según sus allegados y contertulios, era altamente valorada su conversación, llena de tino y sabiduría. En estas reuniones, según Galante Gómez, “se hablaba de todo se discutía por todo y se sentía por todo”. De pícara y vivaz mirada, dialéctico y embrollador con la palabra,

“Esa gran casa está llena de palabras, de presencias, de momentos imborrables. Las conversaciones podían durar hasta que el sol aparecía por el horizonte, que veíamos por las ventanas que dan al mar. Era el reino de la palabra, de la comunicación plena, y en los momentos donde tocábamos el resorte de la nostalgia surgían sus recuerdos de juventud o de su madre…”
Precisamente este profesor que firma el párrafo fue guiado por todas las ermitas e iglesias de La Palma así como por las colecciones de arte privadas de mano de Alberto-José de quien aprendió y disfrutó muchísimo. Así era nuestro investigador, frenético, incansable, que amaba enseñar las entrañas de su Isla y sus tesoros. Esta generosidad fue compartida por numerosos universitarios que se desplazaban a La Palma: “Alberto José fue el puente de unión entre la Universidad de La Laguna y sus jóvenes investigadores”. Su relación con dicha entidad era muy estrecha y ayudaba a estos estudiosos mediante brillantes orientaciones y documentación inédita. Ya no se concebía un viaje a La Palma sin contar con él. Esta misma entrega la tuvo años más tarde con la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (entonces politécnica), especialmente con la Escuela de Arquitectura y de la Historia del Arte.

Mención aparte en este capítulo merece destacar su producción religiosa, como reproducciones de la Virgen de Las Nieves y de la Inmaculada Concepción. La primera –“vera efigie”- es considerada la más importante obra de este apartado. Un excelente óleo donde destacan con gran precisión de detalles las telas y joyas que la arropan. Dedicó el trabajo a su abuela Enriqueta Fernández González de García Massieu. En la rúbrica aparece también la fecha: 3-5-1955. Así mismo, es obra suya el retrato del obispo García Jiménez – fundador de la Bajada de la Virgen en 1676 – en cuyo cuadro incorporó una imagen de la “Morenita” y de San Miguel (inspirado en el arcángel barroco de Breña Baja).
Su labor abarcaba muchos ámbitos del arte y la cultura. También logró diseñar con gran destreza y habilidad numerosos dibujos de calados en mantelerías, muebles, joyas, platería, etc. Ayudado por su gran amigo Felipe Henríquez Brito, dibujo juegos de cama, encajes de mantelería, juegos de

En cuanto al diseño de muebles, su actividad creadora parecía no tener fin. Fue muy admirado el espléndido conjunto que diseñó para la familia Lugo Castillo- Olivares en Buenavista (dos consolas, una mesa comedor de estructura elíptica y un aparador) así como la vitrina que tenía en su vivienda. Su estilo llegó a denominarlo como “barroco francés”, inspirado –tal vez - por las revistas gráficas que a menudo consultaba.
Obra suya también fue un numeroso catálogo de diseños de metales preciosos, como gargantillas y broches. Un ejemplo fue la reproducción del escudo del Tenisca en oro y perlas colgantes que el club deportivo donó a su Patrona, la Virgen de Las Nieves. También obra suya fue el diseño de la excepcional peana de plata repujada de la custodia procesional del Corpus de El Salvador.
Realizó numerosos diseños para conmemorar diversos actos de la Bajada de la Virgen. Por ejemplo, el vestuario para el Minué – tanto masculino como femenino-, o la caseta y los atuendos de los Enanos cantantes de la Loa a la Virgen, antes de su mágica transformación. Se pudieron contemplar en la exposición que tuvo lugar en el Palacio Salazar de Santa Cruz de La Palma entre el 13 y el 30 de septiembre de 2004. Fue organizada por la Sociedad de Estudios Generales de la Isla de La Palma para homenajear al polifacético artista cuando se cumplían veinte años de su fallecimiento. Allí se expusieron los miriñaques de las damas y las casacas de los caballeros, ejecutados en finas telas cuajadas de lentejuelas. Otro de sus diseños fue el escudo de la ciudad que aún hoy en día se siguen colocando en las puertas delanteras de los taxis.
Recordemos que para la Bajada de 1945, los que gestaron la magnífica idea del “Minué” fueron, junto con Alberto-José, Argelio Pérez Algarrada, Álvaro Rguez. Fernández, Celestino Cabrera, Ezequiel Pastor Cuevas Cabrera y Celio Díaz. Encargaron al músico palmero Luis Cobiella Cuevas – primer Diputado del Común de Canarias - la composición la música y el texto de un ballet inspirado en los jardines palatinos de Versalles.
El profesor Galante también nos informa de que Alberto-José también se atrevió con diseños para utensilios de carácter industrial, como algunos faroles que aún existen en su vivienda: “estos son de estructura poligonal con láminas metálicas en forma de perillones torneados y guarnecidos entre hojas de acanto, cuyos cristales están adornados a base de óleos y motivos vegetales en vibrantes colores de tintes oros, azules y rojos”.
En el apartado de las restauraciones de obras históricas - que ejecutó con gran delicadeza, sin alterar contenidos o perjudicar a las piezas – es interesante reseñar las pinturas de óleos sobre lienzo, como el espléndido San Felipe Neri, actualmente colgado junto al retablo de la Milagrosa (en la nave colateral del Evangelio de El Salvador). O también los magníficos y antiguos exvotos marineros: el de la capilla del Rosario (iglesia de Sto. Domingo, el más antiguo de España) y los del Santuario de Las Nieves (entre ellos el segundo más antiguo del país); una Santa Elena (propiedad de los herederos de la familia Castillo Olivares y Sotomayor); un Santo Domingo y la Virgen del Rosario (colección propia); los Desposorios de La Virgen (Santuario de Las Nieves), un San Antonio (pintura sobre lienzo propiedad de don Felipe Henríquez Brito). Así mismo restauró esculturas, como la Virgen de La Salud (de la parroquia de Montserrat de Los Sauces, antiguamente del convento de La Piedad de San Andrés). Se considera esta última como la actuación más afortunada “en la que aplicó un esmerado estofado y recuperó la policromía original de la talla”.

Fue alma de varias exposiciones de arte sacro dentro y fuera de la ciudad. Muy recordada fue la del Congreso Eucarístico Arciprestal de Santa Cruz de La Palma, por ejemplo. También fue inspirador y gestor de diversas donaciones artísticas al Santuario Real hechas por instituciones, familias y particulares.
Entre estas restauraciones efectuadas con cariño y celo, por ejemplo, se recuerda la de la imagen de la Virgen de la Luz, patrona de la Villa de Garafía. En su taller – de puertas abiertas- el artista recibía la visita de numerosos curiosos que acudían a ver la talla con sus nuevos ropajes. Con un grupo de amigos y colaboradores, él mismo la llevó a la parroquia norteña para presentarla tras su actuación.
También restauró – aparte de numerosos abanicos antiguos - la decoración de la cubierta de la ermita de Las Angustias (concluida más tarde por Isabel Santos, restauradora del Cabildo Insular) y las tres hornacinas del altar mayor de la parroquial de Los Remedios, templos ubicados en Los Llanos de Aridane. Actuación suya en otra ermita, ahora en la capital, fue el diseño del nuevo campanario en piedra de la parroquia de Candelaria de Mirca, aprovechando su restauración.
Tiene publicado un libro titulado Real Santuario Insular de Nuestra Señora de Las Nieves (Everest, León ,1980) declarado de “interés turístico” por la Secretaría de Estado de Turismo, por resolución de 16 de marzo de 1981. En esta magnífica obra, Alberto-José plasmó su amor por la actividad investigadora. Fue presentado en 1980 en Santa Cruz de La Palma por su gran amigo y maestro, el también palmero don Juan Régulo Pérez. Fue fruto de muchas horas de estudio, de consulta de archivos y documentos históricos de gran valor. Ha sido un referente imprescindible para conocer a fondo el primer Santuario nombrado en Canarias. Un brillante y exhaustivo libro que ha recibido el elogio de propios y extraños a través de los años.
Como curiosidad, sirva decir que su – nuestra - amada Virgencita de Las Nieves sólo se le viste con el llamado “traje de duelo” -confeccionado en valioso terciopelo de seda morado bordado en hilos de oro fino con ornamentación floral de mediados del siglo XX - en establecidas ocasiones excepcionales: con motivo del fallecimiento del Jefe de Estado (sucedió con Francisco Franco), del
Así mismo, fue un desinteresado colaborador de sucesivos párrocos de El Salvador en asuntos relacionados con la ornamentación del templo, los Monumentos del Jueves Santo y de la preparación de los tronos para las diversas procesiones. Ocurría esto desde la época del inolvidable don Félix Hernández Pérez.
Precisamente para él era una jornada muy especial e íntima el momento de la muda del traje de la “Morenita” y luego su enjoyado. Con gran calma, emoción y seriedad, el devoto maestro cambiaba las vestiduras de diario a las festivas. Esta ceremonia tenía lugar antes de la onomástica de la Virgen cada cinco de agosto, o en mayo en las Fiestas de Las Madres – fue su creador junto con el Santuario y los Coros y Danzas de La Palma-; y por supuesto antes de las Fiestas Lustrales de la Bajada de la Virgen. Las ocho o nueve horas que tardaba Alberto-José en cambiarle los ropajes y en engarzar una a una todas las riquísimas joyas en el manto triangular, lejos de agotarle, esta lenta y solemne ceremonia lo sumía en un estado de emoción y felicidad tal que su rostro irradiaba algo especial. Así lo decían quienes tenían el privilegio de ser testigos del acto.
Entre otros muchos obsequios, muestra de su gran generosidad y altruismo, Alberto-José legó a la Virgen un espléndido rosario, un busto de Cristo Yacente (s. XVII), una Magdalena, el rostro de la Virgen de la Soledad, etc.
En 1975 Nuestra Señora de Las Nieves -con motivo de su Bajada Lustral- estrenó un pesado y precioso sillón de viaje (el actual) – una gran urna rematada por una corona real - tallado por Pedro Daranas Roque, dorado por Fernández Molina y diseñado por Alberto-José Fernández García. Fue autor también del templete de la Loa en la Bajada Lustral así como de la escenografía del Minué y del Carro Alegórico y Triunfal. Otras muestras de cómo su nombre quedará para siempre ligado a la “Negrita”.

Alberto-José fue un auténtico dinamizador de la actividad cultural, desarrollando una intensa labor en la creación artística y en la investigación científica. Disfrutaba con la belleza y ésta lo inspiraba. Francisco Galante escribía que “perteneció a una cultura en extinción en la que se valoraba la ilusión por descubrir nuevos mundos, la transparencia y la honestidad por el trabajo bien hecho y, sobre todo, la generosidad y el sentido inmutable y permanente de la amistad.”
López García también nos informaba de que a este cordial humanista le preocupaba constantemente el acontecer insular. Recuerda en su artículo cómo se disgustaba ver el estado de abandono del Castillo Real de Santa Catalina, El Castillete. Defendía esta fortaleza con entusiasmo, especialmente por su vínculo a la figura de Anselmo Pérez de Brito, a la que tanto admiraba. Tampoco le gustó que le pusieran el nombre de Benahoare a la actual Urbanización capitalina. Comentaba que era un nombre demasiado importante para un grupo de Viviendas.
Lo más que quería Alberto-José – persona efusiva, generosa, hospitalaria, honesta y transparente- era a su Isla de La Palma. Nunca viajó por el extranjero, aunque sí estuvo en la Península y en el resto de Canarias. Sobre este punto, Poggio terminaba su artículo sobre el maestro diciendo que “por encima de todo para él estaba residir en su querida isla natal, investigando su historia de la que tanto dejó escrita. Dentro y fuera de la isla ensalzaba sus bellezas naturales, su historia y sus costumbres”.
Alberto-José – pintor, restaurador, escritor, investigador, poeta, diseñador, decorador- falleció en Santa Cruz de Tenerife el 22 de abril de 1984.

Un gran hombre y un gran artista merecedor del Premio Canarias a título póstumo y también de una calle, no de un callejón.
“Era él quien distraía a sus familiares y amigos dentro de su enfermedad. La sátira fina del terruño y de la familia, con su buen humor que jamás perdió, nos hacía olvidar su enfermedad y aún viéndole muerto el Domingo de Resurrección su semblante era para meditar que en ese día tan propicio había nacido a la vida eterna. Se notaba en él un semblante de paz y tranquilidad”.
BIBLIOGRAFÍA

- GALANTE GÓMEZ, Francisco. «Alberto José Fernández García, el vivo testimonio de una cultura extinguida»
- GARRIDO ABOLAFIA, Manuel. «Prólogo»
- LÓPEZ GARCÍA, Juan Sebastián. «El imaginario de una isla. Alberto José Fernández García: semblanza de La Palma (Canarias)»
- MARTÍN RODRÍGUEZ, Fernando Gabriel. «Evocación del artista y amigo»
POGGIO, Manuel. «Alberto-José, en La Palma para siempre», El Día, (1 de mayo de 1984).
Mi agradecimiento especial a don Pedro Rodríguez Castaños, don Felipe Henríquez Brito, don Manuel Poggio Capote, don Fernando Leopold Prats y a don Pedro M. Francisco de Las Casas.