La selección de estas imágenes, todas ellas ausentes de banda sonora por corresponder en su mayoría a la época muda de la historia del cine, contó con acompañamiento musical de piano, de la mano del intérprete Inocencio Negrín. Imágenes de diferentes parajes de Tenerife y Gran Canaria, fotogramas pertenecientes a sendos documentales sobre ambas Islas y un conjunto de secuencias de los dos primeros largometrajes realizados por cineastas canarios componen la muestra audiovisual que se exhibió en Madrid.

El primer segmento de estas imágenes recuperadas corresponde a los años 1909 y 1910. En él se pueden contemplar panorámicas del paisaje de Santa Cruz de Tenerife, con detalles de la Alameda del Duque Santa Elena y el Puerto de la ciudad, junto a otros enclaves de la Isla como el Drago de Icod. El pasado de Gran Canaria queda registrado en esta selección con fragmentos filmados del Gabinete Literario, el poblado de La Atalaya, el Puerto de la Luz, la calle Triana con el paso del tranvía, la Plaza Cairasco y el Mercado, un grupo de lavanderas de la época y un paseo de ciudadanos en bicicleta.

El género documental ofrece imágenes de Canarias de los años veinte. Partes de un documental sueco sobre Tenerife mostraron cómo era en aquella década el Norte de Tenerife, el Hotel Quisisana, la Plaza de la Constitución, el Castillo de San Cristóbal y el Valle de la Orotava, así como la celebración del Carnaval. Al mismo tiempo, un reportaje filmado por José González Rivero en 1924 ofreció diferentes perspectivas del Puerto de La Luz en la capital Gran Canaria.

Por último, la ficción fue el género cinematográfico que cerró esta proyección, con la selección de imágenes de los dos primeros filmes de larga duración llevados a cabo por cineastas de las Islas. Se trató de El ladrón de los guantes blancos, rodada en 1926 por José González Rivero, y de La hija del Mestre, que dirigió Carlos Luis Monzón en el año 1927.