Revista nº 1037
ISSN 1885-6039

40 años de la muerte de Antonio Padrón.

Miércoles, 10 de Diciembre de 2008
Redacción BienMeSabe
Publicado en el número 239

El profesor de Teaoría de las Artes de la Universidad Complutense de Madrid, Antonio González, imparte los día 11 y 12 de diciembre, en la Casa-Museo Antonio Padrón de Gáldar (Gran Canaria) el seminario denominado Reverenter absolvit que, a modo de homenaje cuando se cumplen cuarenta años de la muerte del pintor de Gáldar, abordará el testamento artístico del citado creador a partir del análisis detenido de la última obra que dejó inconclusa en su estudio, “La piedad”.


Antonio González se ha propuesto reflexionar sobre esta pieza inconclusa realizada por el pintor Antonio Padrón, cuando la muerte le sorprendió hace cuarenta años. El seminario es gratuito y tendrá lugar ambos días a partir de las 20.00 horas, en el mencionado museo galdense, dependiente de la red museística del Cabildo grancanario. En función de los códigos estéticos estudiados en “La piedad”, González estima que en este cuadro de 1968 Padrón recoge toda la variedad tipológica del alma canaria circunscrita a la región del norte, otorgándole un sentido historicista implicado con la cultura prehispánica.

Para el profesor de Teoría de las Artes de la Complutense, “en todas las piedad puede descubrirse el testamento vital de los artistas. Es muy probable que Padrón tuviera mientras realizaba este cuadro, un presentimiento de su muerte cercana, ya que en él no es habitual el tratamiento de una temática de tipo religioso como la del cuadro que nos ocupa. En esta pieza en la que se observa la relación íntima de Cristo y su madre más allá de la iconografía del contexto cristiano, puede verse el traumático trance que al pintor le ocasionó perder a su madre a los nueve años y a su padre cuando contaba con diez. A través de ese sentimiento de orfandad puede reconstruirse el código de cierta identidad histórica”.

Es posible que el pintor de Gáldar estuviera trabajando en su piedad desde antes de 1968. Esta obra nos sitúa a Padrón en un horizonte mucho más rico que contradice la pobre dimensión  -así dice el autor- que la historia de la pintura canaria de los últimos años ha otorgado a la producción de este creador canario, que “habla a los sentidos, que hay que despertar y retomar desde otra dimensión para ubicarla en un nuevo contexto de estudio y proyección, a pesar de que sus imágenes y su lenguaje no tiene el sello de vanguardia que los movimientos de aquellos años generaban, como El Paso o Dau al Set, explica González.

El profesor trabaja en la actualidad en una exhaustiva monografía a modo de ensayo razonado, encargada por el Cabildo grancanario, a través de la Casa-Museo Antonio Padrón, sobre el pintor de Gáldar, que podría estar concluida a mediados del año próximo. El profesor anima a los responsables culturales del Cabildo a que desplacen a Madrid el grueso de la producción plástica de Antonio Padrón para ser exhibida en una muestra monográfica en la capital y poder otorgarle al pintor una proyección más universal. Según el profesor se han barajado varios espacios, desde el Museo Reina Sofía al Conde Duque, aunque González sería partidario de que la muestra antológica del creador galdense se exhibiera en el Pabellón de Villanueva del Jardín Botánico de Madrid.

“En esta monografía detallada trato de insertar la figura y la obra del artista en un contexto más amplio, que ha caído lamentablemente en un reduccionismo al ser conceptuado como el último indigenista por la historiografía y la crítica insular de los últimos veinte años. Ello ha venido provocando una pereza intelectual que ha impedido que se haya profundizado aún más en la obra de Padrón, cuya rica y selecta biblioteca personal denotaba la profunda curiosidad del artista por los movimientos culturales contemporáneos que se estaban produciendo en la época. Padrón tenía una relación epistolar interesante con el mundo artístico parisino y con poetas españoles como Ángel González o Francisco Brines. Mantuvo una relación fluida con Eduardo Westerdahl y fue amigo de Millares, Felo Monzón y Chirino".

Al iniciarse la década de lo cuarenta se desplazó a Madrid a estudiar en la Escuela de Bellas Artes en donde permaneció hasta 1951. Allí tuvo una relación con figuras emblemáticas en el panorama artístico español de aquellos años como Vázquez Díaz, que fue profesor suyo y amigo de Picasso. En aquellos años dominaba la Escuela de Vallecas con Benjamín Palencia, y Padrón bebe de todas esas fuentes, al igual que del magisterio de otro personaje significativo en el ámbito de la historiografía artística como fue el profesor de Estética, Lafuente Ferrari.

Al regresar a la isla genera en dieciocho años todo un lenguaje propio que se trunca con su muerte prematura, pero su obra, además de prodigiosa, es configuradora de una visión en la que se proyecta el mundo local y de la isla a través de la contemporaneidad.


Comentarios