Revista nº 1037
ISSN 1885-6039

Felipe Damián López Rodríguez, El Maestro (II).

Viernes, 20 de Junio de 2008
José López Mederos
Publicado en el número 214

Segunda entrega de la obra del músico palmero Felipe López, en la que su hijo nos narra su buen hacer como músico, además de una serie de anécdotas surgidas en el transcurso de su vida entre instrumentos.


Obra conocida
Fue el primer músico profesional como Director de Orquesta por Conservatorio Superior de Música en la historia de la Isla de La Palma.

Como compositor, de melodía grata e inspirada, se le conocen, entre otras obras, el “Himno a San Francisco de Asís”; “Loa a la Virgen de La Luz” (que dedicó a su esposa): “Canto a la Madre”, que dedicó a la sociedad “Juventud Española” de Breña Baja, con letra del poeta Gumersindo Galván de Las Casas; la marcha procesional que tituló “Inquietud” (que dedicó a uno de sus cinco hijos); “Himno del Batallón de Cazadores del Serrallo Nº 8” (letra y música); Himno al General Franco (letra y música); “Loa a la Virgen del Rosario” (música); “Himno al Club Deportivo Mensajero”; y la parte musical del Carro alegórico “Los Cuatro Elementos” (letra de Antonio Rodríguez López y música de Victoriano Rodas, representado en 1875 y del que se había perdido buena parte de su partitura) para la representación en los festejos lustrales de la Bajada de la Virgen de 1935; Felipe López recibió el encargo de Don José Acosta Guión de rehacer la partitura y la hizo nueva, como consta en el programa de esa efeméride: “ha compuesto una nueva música para el que este año se presentará al público, el maestro de esta ciudad, D. Felipe López Rodríguez”, representación que se hizo en la Plaza de la Cruz del Tercero, hoy La Alameda. Se volvió a representar en el 7 de Julio del año 2000 en la Plaza de San Francisco por un grupo de aficionados bajo la dirección de Juan García Martín, como respuesta al carísimo “carro oficial” de dicha Bajada.



No hubo Bajada de la Virgen desde 1925 a 1965, exceptuando el año 1930, por su estancia en Madrid, en la que Felipe López no tuviera algo que ver, ya fuera componiendo, dirigiendo o interpretando. Lástima que no dejara firmadas algunas composiciones lustrales que realizó para otros, incapaz como era de negarle nada a sus amigos. No es ninguna exageración afirmar que, de entre aquel mundillo de aficionados de la mejor voluntad, el único que sabía música era él. Carros, loas, coros de Los Enanos, etc., pasaron por sus manos.

A Felipe López le encargaban siempre la realización de una buena idea: contratar en Tenerife a los solistas o “puntales”, músicos y cantantes, necesarios para la Bajada, habida cuenta de sus buenas conexiones con los músicos de la Orquesta Sinfónica y de la Banda de Música Municipal de Santa Cruz de Tenerife, intérpretes de la talla de Ernesto Correas o Mañero. Y con no más de diez o doce músicos profesionales que se contrataban y con músicos más o menos aficionados de la Isla de La Palma se conformaba una Orquesta de Cámara capaz de ejecutar muy decentemente los números punteros de nuestras Bajadas, sin grandes dispendios económicos. En esa “Orquesta de la Bajada” el maestro López tocaba la viola. Frecuentemente él y sus “camaradas chicharreros” acudían a los ensayos con un lápiz en la oreja con el cual iban corrigiendo notas y compases “imposibles” de algunas de las composiciones a estrenar.

También el Maestro López era “pieza” clave en las fiestas de La Patrona de los Llanos de Aridane, a la que acudió puntualmente durante muchos años, preparando y ensayando misas, loas y las muy especiales “Fiestas de Arte”.

Dejó escritas varias obras de tono menor, algunas desconocidas, como un Motete y una Carroza o Carro Alegórico para las fiestas patrones de la Virgen de Montserrat del pueblo palmero de San Andrés y Sauces. Otras sí existen en archivo, aunque desconocemos el motivo de su composición, (posiblemente de tono humorístico), como “Carroza para la independencia de Fuencaliente” que creemos incompleta; también es obra suya la conocidísima “Polca de Los Máscarones”, con la que bailan los gigantes y cabezudos de S/C. de La Palma. Originariamente esta simpática y muy popular composición la hizo el Maestro para celebrar un cumpleaños de su gran amigo el Doctor en Medicina Don Antonio Tejedor del Pozo, el “Capitán Médico”, cuya letra primitiva decía:

Hoy subimos a San Pedro
A comer con tenedor
En el día de tu santo
Antoñito Tejedor

Otra composición festiva del Maestro López es el “Himno a los Trece”, que hizo para su círculo de amigos que se reunían todos los martes y trece que hubiese en el año en plan de “tenderete”.

Fue su última composición (letra y música) un curioso villancico que tituló “Villancico palmero con arroró chicharrero”, de 1968, cuyo ritmo está inspirado en los toques de las campanas de El Salvador de S/C. de La Palma.



Por otro lado, destacó el Maestro López como organista, el único como profesional que existía en La Palma, razón por la cual conoció casi todos los órganos y armonios que aún sonaban en las iglesias de la Isla, en especial los muy deteriorados de la Parroquia de los Remedios de Los Llanos de Aridane y, particularmente, el grandioso órgano de la Parroquia de EL Salvador de S/C. de La Palma siendo, seguramente, el último interprete que lo hizo sonar.

También ejerció profesionalmente sus actitudes al frente de varias orquestas de música ligera y bailable, “orquestinas”, formadas por entre diez y quince músicos profesionales, como era entonces costumbre. Una de ellas fue la “Hollywood”, creada antes de la guerra civil. Con motivo de la histórica visita que hizo a La Palma el crucero alemán “Emden” en noviembre de 1934, bajo el mando del Capitán de fragata Kart Doenitz, luego Almirante durante la IIª Guerra Mundial y Presidente del gobierno provisional de Alemania a la muerte de Hittler, se realizaron una serie de actos de agasajo a los visitantes, todos ellos amenizados por la orquestina “Hollywood”, en especial un espectacular baile celebrado en el Circo de Marte; “…la orquesta del crucero “Emden” y la de Felipe López interpretaron selectas piezas, la mayor parte de las cuales tuvieron que ser repetidas por los insistentes aplausos de la concurrencia….”(D. de Avisos). Otra de su creación fue la “Benahoare” (nombre aborigen de La Palma), compuesta por un gran número de músicos, que no era permanente y que el Maestro López utilizaba en ocasiones muy especiales. Sin duda alguna, por su permanencia en el tiempo y su participación en muchos eventos, la más famosa de sus orquestinas fue la que lleva su apellido, la “Orquesta López”, adecuadamente adaptada para interpretar loas, misas, marchas de procesión, etc., como aún se recuerda en muchos pueblos de La Palma.

La “Orquesta López” fue seguramente la que con mayor prontitud estrenaba en Canarias los entonces famosos temás del “Festival de la Canción de Benidorm”; a las veinticuatro horas de conocerse la canción finalista, ya “la López” la tocaba, pues el Maestro, una vez oída en la radio, la trascribía al pentagrama para su orquestina. Esto hoy, en un mundo de “internet” y de ordenadores, no tendría importancia alguna, pero hace cuarenta años sí que la tenía. Con la “Orquesta López”, formada por más de doce músicos, amenizó los más variados espectáculos que, durante muchos años, se hicieron en el Teatro Circo de Marte, tanto con agrupaciones de La Palma como con artistas y compañías venidas de fuera de La Isla, como en los bailes y “asaltos” (bailes vespertinos) de C.D. Mensajero, la S.D. Tenisca, Casino y Real Club Náutico, especialmente en este último, del que casi llegó a ser su orquesta fija.

La “López” no sólo actuó en la Isla de La Palma; durante el verano de 1942 realizó una gira triunfal en Tenerife, según cuenta la prensa de aquellos años, continuando sus visitas a S/C de Tenerife entre los años 1943 y 45, cuando menos, amenizando los bailes de Fin de Año y Reyes en señeras sociedades como el Casino Principal y el Club Náutico, entre otras, aprovechando para intervenir en audiciones históricas organizadas por Radio Club Tenerife, oídas másivamente en la capital de la Provincia y en La Palma.

También tuvo un terceto que, en el bar “La Perla” que existió en los bajos de la llamada “Fonda La Cubana”, en la Calle Real, interpretaba por las tardes obras clásicas y zarzuelísticas. Alguna velada amenizó al Marqués de La Eliseda, Don Francisco Moreno y Herrera, asiduo cliente de este establecimiento en el que solía cenar con su esposa y grupo de amigos, y entonces desterrado a La Palma por Franco por pedir, entre otros monárquicos, la restauración de la monarquía en la persona de Don Juan de Borbón. Corría el año 1943.

Asimismo creó un trío de acordeones, el “Trío Blanco Marfil”, con dos de sus alumnos más cercanos, Antonio Herrera, “El Maño” y Felipe García, “Felipe el del Club”, con el que amenizaba actos musicales, bailes y verbenas en todas las localidades de la Isla, con sonados éxitos.

Otros aspectos sobre el Maestro López.
Tenía buen sentido del humor (con cierto grado de acidez), como demuestran muchas de sus anécdotas, como las que siguen:

En los años 50, la Banda de Música Santa Cecilia, solía ir a las fiestas patronales de San Andrés y Sauces quedándose casi una semana completa en ese pueblo. Una mañana, en la única pensión que por entonces existía, después de una noche de “fogalera”, los músicos hicieron cola en el único retrete que había. El último fue un personaje característico de la historia local de Santa Cruz de La Palma, Don Manuel “Tomate” (tocaba el helicón); éste, al terminar, se encontró que se había acabado el papel y le gritó a Don Felipe: “¡maestro, que no hay papel!”, a lo que éste desde lejos le respondió: “¡pues caga de oído!”. Huelga decir que para un músico la palabra “papel” es sinónimo de partitura.

También, de los músicos aficionados (que eran casi todos) y que tenían pocas dotes interpretativas, solía decir: “Tocan como hablan”, al igual que cuando desafinaban y salían “gallos” les gritaba “¡Úntale mierda a ese pito!”. Cierto es que, algunos de sus más allegados, como “El Maño”, solían hacerlo adrede, sabedores de que al Maestro se le erizaban los pelos y que a la segunda ocasión (no había tercera) saltaba como un tigre de Bengala.

En aquel entonces, muchas de las procesiones de la Semana Santa de S/C de La Palma que salían de San Francisco habían de bajar por El Lomo o Mataviejas, con su endiablada pendiente que hacía imposible a los músicos tocar. Desde el momento en que se enfilaba el Lomo, el Maestro mandaba parar de tocar a la Banda hasta que se llegaba a la trasera del Real Nuevo Club. En una de estas procesiones, el cura párroco de San Francisco, el primero de su historia, Don Miguel Pérez Álvarez, envió a un monaguillo para decirle al Maestro que, de parte del Sr. cura, tocara la banda. Respuesta del “Maestro”: “Dígale al Sr. cura que por aquí no se puede tocar”. Pero el Sr. cura insistió en dos ocasiones más recibiendo la misma respuesta; a la siguiente “embajada” el Maestro, ya cabreado, ni siquiera dejó abrir la boca al enviado eclesiástico, y gritó a voz en cuello para que se le oyera bien “¡Dígale al Sr. cura que yo no digo misa por que no sé, que él no se meta en música que tampoco sabe!”. Y ahí se acabaron las insistencias clericales. Por esto y por otras actitudes de Don Miguel Pérez Álvarez (al que luego sustituyó su hermano Don Juan Dionisio), el Maestro lo “bautizó” como “Don Viga”.

Los ensayos semanales de la Banda de música daban, en muchas ocasiones, motivo de jolgorios sólo conocidos por los presentes. En cierta ocasión, a un joven caja sobrino del Maestro no le cuadraba el ritmo con que se inicia la conocida zarzuela “Gigantes y Cabezudos“; reiteradas veces se comenzaba la pieza y no había forma de que el joven músico acertara y ante el “mosqueo” generalizado expresó: “Tío Felipe, pues yo voy bien”, a lo que el “Tío Felipe” contestó: “¡Coño, cuarenta músicos van mal y el único que va bien eres tú!”. Acto seguido le hizo venir al atril de dirección, le pidió las baquetas de la caja y con ellas le “repicó” en la cabeza el ritmo adecuado. Jamás se le olvidó el dichoso ritmo al joven caja, hasta la fecha.



Otra vez el Maestro quiso ensayar una versión para banda de música de la ópera de D.F.E. Aubert, “Fra Diávolo”, endiabladamente complicada, “a ver qué pasaba” (el Maestro tenía esas “humoradas”)…No hubo manera humana de que aquella “cosa” se pareciera a la partitura original y el Maestro hubo de desistir en sus intentos a la carcajada limpia, pero…..esa misma tarde ensayaba la Orquesta Nacional, bajo la dirección de Ataúlfo Argenta, la misma obra. Esa noche murió este gran director, noticia que dio Radio Nacional de España en el “parte” nocturno y que el Maestro López, gran aficionado a la radio, oyó. Al día siguiente le comentó a su cuasi hijo Antonio Herrera, “El Maño”: “Maño, anoche nos “cargamos” a Argenta”.

En otra ocasión, el inefable Julio Hernández Gómez (continuador de la obra del Maestro hasta casi hoy día), se quedó dormido ( algo muy usual en él) mientras tocaba el helicón en un ensayo en la antiguas Escuelas Públicas ( hoy juzgados ); la banda terminó la pieza que interpretaba y Julio, dormido, continuó mecánicamente el “tu-tu-tu” que marcaba el ritmo, el sólo por su cuenta y riesgo; el Maestro desde el atril de dirección le lanzó la batuta cual arma arrojadiza y con tal puntería que la “clavó” justo en el centro de la gran campana del helicón, con la consiguiente escandalera a ruidos de latas, lo que provocó el súbito despertar de Julio al grito de “¡Coño, ¿que pasa?!” El posterior cachondeo “musical” hizo historia.

En cierta ocasión, durante uno de los bailes del Club Náutico y durante uno de los descansos de éste, cierto socio cometió la estupidez de despreciar a SUS músicos que tomaban un refrigerio en el bar de dicha sociedad (el Maestro López era socio de ella desde que nació en 1909), acto seguido, el Maestro ordenó a sus muchachos “empaquetar” los instrumentos y abandonar la sociedad.

No sólo se preocupó de la enseñanza musical, sino que enseñó a leer y a escribir a más de uno de sus alumnos, en la ya citada “Academia” de sede itinerante como la misma Banda de Música: la vieja cárcel de la plaza de Santo Domingo, la vieja panadería de la calle Jorós, las Escuelas Reales, cuando eran tales y posteriormente cuando derruidas (¡que barbaridad!), se convirtieron en los actuales Juzgados.

Sabía tocar varios instrumentos, el piano, el violín, la viola, el clarinete, el oboe y el acordeón.

Desgraciadamente, el páramo cultural que era La Palma en la larga posguerra, no fue el clima más adecuado para un artista tan avanzado e inconformista como era el Maestro López, en muchísimás ocasiones incomprendido, lo que le llevó a una posición de aislamiento libremente asumido, apartándose progresivamente de lo que había sido una parte importante de su vida: La Música. Varias decepciones, como las provocadas por la más absoluta falta de sensibilidad de los políticos franquistas de turno, en especial la de algún Alcalde al que sólo le preocupaba la existencia de la Banda de Música en las proximidades de la Semana Santa o de La Bajada de la Virgen, o cuando el Cabildo Insular de La Palma creó la Academia de Música, dependiente del Conservatorio Superior de Tenerife y Felipe López, el único en la Isla con título adecuado y preparación suficiente, optó a la plaza de Director, ésta le fue dada por amiguismo y enchufismo político–cultural a quien estaba a años luz de sus conocimientos. A partir de entonces, década de los 60, se refugió en su casa con su familia, sus pájaros y sus perros, aunque nunca estuvo alejado de las últimás innovaciones musicales, de cualesquier tipo, forma y manera, y prestó su colaboración y ayuda siempre que se le pidió. Tan desprendido era que, en una ocasión “prestó” su título del Conservatorio y su nombre a un amigo que necesitaba trabajar de profesor de guitarra en cierto centro oficial de La Isla. Ese amigo se “olvidó” de cotizar a la Seguridad Social y ésta le “cayó” encima al pobre Felipe. Menos mal que uno de sus hijos pudo solucionar el entuerto. Así era el Maestro.

Sobre él, Manuel Henríquez, amigo y amante también del mundo musical, dejó escrito:

Con su abierta sonrisa, sus espaldas encorvadas y su calva prematura, llenó muchos años de la vida musical palmera y cooperó, de una u otra manera, a todos los acontecimientos artísticos isleños.

Muchas veces hablamos de Música; sus opiniones, sus preferencias las expresaba pudorosamente, con cierta timidez, tras la que se escondía su saber técnico-profesional de la mejor ley. Le vi por última vez en el año setenta; le encontré avejentado, triste; la pena por la muerte del hijo seguramente le tenía atenazado moralmente, paro volvimos a hablar de Música unos momentos; esta vez me dijo sus impresiones sobre un moderno compositor catalán de última hora, recomendándome su conocimiento. Fue un excelente, verdadero pianista, con nos conocimientos técnicos adquiridos en el Conservatorio de Madrid y refrendados por el título académico pertinente. Su personalidad ocupa, sin lugar a dudas, una etapa en la vida musical, en la pequeña historia de La Palma, y su nombre formará inexcusablemente entre los de quienes hicieron algo por nuestra Cultura en el Arte.”

Jamás vivió de la música, entre otras cosas por que no se podía. Trabajó toda su vida como contable de la empresa de Transportes de La Palma, S.A. (“La Exclusiva”). Dominaba los números como la música; mantenía la tesis de que para saber música antes había que dominar las matemáticas. Cuando las primeras calculadoras llegaron a su oficina, logró en varias ocasiones ganar a la máquina en competiciones de largas sumás.

Felipe López Rodríguez contrajo matrimonio el 9 de Agosto de 1939 con Nieves Mederos Cabrera, hija de José Mederos Martín y de Nieves Cabrera Perera, del que nacieron cinco hijos: Damián, Antonio, José, Felipe y Juan Ramón.. Falleció en su ciudad natal el 12 de Noviembre de 1972, a los sesenta y cuatro años de edad., dejando gratísimos recuerdos a todas aquellas personas que con él trataron.

Ya sólo eres sombra de ausencia,
instante de lo eterno que vislumbra
el pentagrama azul en que se alumbra
el arpegio de luz de tu presencia.

El ángel negro pidió obediencia
Con poca educación, como acostumbra,
Y te llevó con él, a la penumbra,
Cumpliendo cruelmente la sentencia.

Avisando con letales besos,
Llegó la muerte que, en fatal giro,
Se apropió de tu carne y de tus huesos.

Pero tu música se quedó en el viento,
El viento la convirtió en suspiro
Y, junto al piano, nos dejó tu aliento.


Con motivo de su entierro, los músicos, SUS MÚSICOS de la ya entonces desaparecida banda de música Santa Cecilia que él había creado, decidieron por última vez despedir al Maestro

El Maestro era un estimulador nato, algo que debiéramos copiar, en este HOY de la contemplación y de mirarnos tanto el ombligo, sin espolear y fortalecer el deber de formarnos para un futuro mejor.

Nos queda de él su lección magistral, reflejada en algunas personas -cada vez menos- que aprendieron sus enseñanzas de forma tan personal, y sintieron que un nuevo horizonte se abría a su paso.

En muy pocas ocasiones su ciudad natal le ha recordado y, oficialmente, nunca. Sólo dos instituciones lo han hecho: el Casino de Los Llanos de Aridane, en reconocimiento a su colaboración por muchos años a las fiestas de La Patrona, le rindió un homenaje en su sede, y el Ayuntamiento de Breña Baja, bajo la presidencia de Don Jaime Sicilia, acordó en Mayo del 2002 poner el nombre de Felipe López a su Casa de La Música de la Villa de Breña Baja.

En Santa Cruz de La Palma, sólo los componentes del “Cuarto Son” se han acordado del Maestro López, al dedicarle su IV Semana Cultural. El día trece de Noviembre del 2004 le fue hecho un homenaje, glosando su figura y su obra, el investigador de la música palmera, Don Juan García Martín.

Santa Cruz de La Palma tiene una deuda histórica con uno de sus más ilustres músicos, que entregó buena parte de su vida y su saber a sus conciudadanos. Es esta una gran e injusta deuda pendiente.

De todas maneras, el Maestro dejó dicho: “Honores y agasajos, en vida; a la tumba me llevan cardos borriqueros”. Amen.

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Comentarios
Sábado, 23 de Mayo de 2009 a las 10:27 am - Carmen Nieves López

#03 ...¡me sabe a poco!...aún se podría escribir mucho más...,además del músico también estaba la persona, el padre, el marido, el abuelo...recuerdos de anécdotas contadas por mi padre con mucho cariño, en las reuniones familiares con mis tíos, como si estuviera de algun modo através del recuerdo, de los bailes con mi abuela...

¡Tio Pepe, sigue escribiendo!

Sábado, 22 de Noviembre de 2008 a las 16:48 pm - Manuel

#02 Creo que sería una buena idea grabar la polca de los gigantes y cabezudos (mascarones) anímense porque creo que vale la pena

Sábado, 21 de Junio de 2008 a las 22:59 pm - Pedro

#01 Me has hecho revivir mis primeros años de bailoteos y algunas cosas que tenía guardadas en el \"cajon\" de los recuerdos. Aquí queda reflejada su vida contada en pocas palabras, con el cariño que se merece, por uno de sus hijos. Creo que podrías escribir otro articulo dedicado a sus simpáticas anécdotas pues tiene muchas más. En cuanto a los agradecimientos, amigo Pepe, ¿que se puede esperar de una ciudad que no le ha dado aún las gracias a su fundador?