Notas realizadas por su hijo José López Mederos, extraídas de documentación familiar, prensa y memoria viva de amigos y familiares.
Datos genealógicos.
Nacido en Santa Cruz de La Palma el 29 de octubre de 1909, hijo de Damián López Sánchez, músico militar, natural de Leganés (10 de Septiembre de 1885, Madrid), destinado a Santa Cruz de Tenerife (Noviembre de 1903, Regimiento de Infantería Canarias nº 1) y posteriormente al Batallón de Cazadores de La Palma nº 20 en 1906, y de Antonia Rodríguez Gutiérrez, que lo fue de la capital de La Palma. Heredó la afición de su padre y de su abuelo, Don Damián López Sánchez (Jaén, 5 de Junio de 1859 – Alicante), Músico Mayor del Ejército, quien desarrolló una amplia actividad en Filipinas y Marruecos español (Melilla). Destinado en Filipinas en 1895, en Cavite y Manila, en el Regimiento de Línea Magallanes. Participó en la defensa de Manila en 1898, con el Regimiento nº 73 hasta la capitulación de Manila el 13 de Agosto del 98. Por su participación en la Guerra de Filipinas recibió la Medalla de Luzón y la Cruz de Primera Clase con distintivo rojo. Participó en la guerra de Marruecos en la campaña de Melilla de 1911 a 1914. Durante esta etapa, como Músico Mayor del Batallón de Segorbe, dirigió una retreta militar de título ¡Viva el Rey!, ejecutada por las bandas de los regimientos de línea y los batallones de cazadores de guarnición en la plaza y cornetas, tambores y clarines de los cuerpos montados, unos trescientos noventa y dos músicos. Llegó a ser el Músico Mayor de más alta graduación en el Ejército español en su época.
Datos biográficos.
Desde joven manifestó muy buenas cualidades para el estudio y la interpretación musicales, particularmente en el piano, bajo la tutela de su padre, el Músico Militar Don Damián López Sánchez y de otros músicos y directores de la Banda del Batallón de La Palma. En la revista HESPÉRIDES de Tenerife. (nº 48, del 28 de noviembre de 1926, un especial dedicado íntegramente a Santa Cruz de La Palma), el Director de la revista Don Rafael Peña León, publicaba el siguiente artículo.
Un artista de Santa Cruz de La Palma.
Robándole unos momentos al excesivo trabajo que me impuse en La Palma para tomar informes de este extraordinario, debido a una invitación de un amigo que conocía mis aficiones artísticas, asistí a una reunión en la que dio un concierto musical el joven pianista Felipe López Rodríguez, hijo de la citada población.
La grata impresión que en mí causó el joven pianista -casi un niño-, aún la recuerdo como algo de eso que no puede olvidarse nunca.
Sentado en la banqueta giratoria, ante el piano, ejecutó obras clásicas de los más grandes maestros, con un dominio del teclado y una manera de interpretar el sentido y valor artístico de las notas, que para sí quisieran muchos de esos que se titulan genios y viven a costa del moteado pentagrama.
Donde dio la nota más definida de su arte, este joven imberbe, fue interpretando los Cantos Canarios de Power y Granada y Sevilla de Albéniz; su temperamento meridional se reveló notablemente en estas composiciones magistrales de música propia.
Es lástima que las entidades oficiales –-anto insulares como de la provincia- no se preocupen de este joven artista el que debido a sus inclinaciones, con eficientes estudios en los grandes conservatorios, podría dar mucha gloria a la patria chica, en fecha no lejana. Pues pesar de ser tan joven, también pude escuchar algunas composiciones escritas por él bastante inspiradas.
Fue uno de los más entusiastas creadores, junto con Don Elías Santos Rodríguez, de la Masa Coral de Santa Cruz de La Palma, participando activamente en el primer concierto que esta señera institución celebró en el Circo de Marte el Viernes 15 de Julio de 1927, formando parte de la Orquesta de dicha agrupación, participando en los Conciertos del Jueves, de excepcional calidad, entonces y hoy, y que hicieron a la Masa Coral muy popular en La Palma, fructífera colaboración que mantuvo hasta su marcha a Madrid en 1928 y que reanudó con más bríos y conocimientos a su regreso en 1934.
En Diciembre de 1927, bajo la dirección del muy joven (18 años) Felipe López, la “Agrupación Juventud Ideal” visitó Valverde de El Hierro con notable éxito, al decir de la prensa de la época. Con tal motivo, el poeta de El Hierro, F. Ramos, dedicó a Felipe López estos versos:
Felipe no fuma en pipa
pero ejecuta primores
y en el piano estereotipa
dulces sonatas de amores,
infiernos crueles de celos,
fiero rugir de pasiones
diafanidades de cielos
y aleteos de ilusiones.
López busca en recta senda
Los ocultos manantiales
de divinas armonías
donde el Arte-Dios ofrenda
las sublimes melodías
que allí brotan a raudales.
En 1928, a los 19 años, sin ninguna ayuda oficial y a expensas de su familia, marchó a Madrid para estudiar la carrera de piano y composición en el Real Conservatorio Superior de Música y Declamación. Su estancia en Madrid fue sumamente importante para su formación musical, formándose con importantes personalidades del ámbito musical, como Don Joaquín Larregla, Don José Cubiles o Don Manuel de Falla. En el concierto de fin de curso de su promoción, ejecutó varias interpretaciones al piano ante los monarcas Don Alfonso XIII y su esposa, Doña María Eugenia de Battemberg.
El advenimiento de la II República en 1931, le coge en Madrid realizando el servicio militar, incorporado al Regimiento de Infantería nº 31 de aquella plaza, en la que tuvo que actuar como retén militar durante la quema de los conventos de los días 11 y 12 de Mayo de 1931. Los azarosos y “movidos” años del Madrid republicano los vivió Felipe López vibrante e intensamente, actuando como músico en ciento de actividades, tanto culturales como políticas, sin haber estado afiliado jamás a un partido político. Pero, la participación, siempre como pianista contratado, en relevantes actos políticos, algunos de izquierdas, estuvo a punto de costarle muy caro al producirse la Guerra Civil, ya de regreso en La Palma. Contaba a sus hijos que en cierta ocasión vio un anuncio en el Sindicato de Músicos solicitando un pianista para un mitin del PSOE, por el que pagaban unas veinticinco pesetas y, evidentemente, no se lo pensó dos veces. Fue a tal acto y participó en él como pianista. Al día siguiente la portada del periódico El Socialista publicaba en primera plana una fotografía del mitin y en ella aparecía el joven Felipe López al piano rodeado de toda la plana mayor de dicho partido. Ese periódico llegó a La Palma y “alguien” tomó nota. Cuando se produjo el golpe militar de 1936, sirvió para acusarle de “rojo socialista”, lo que entonces se pagaba con la vida.
De su estancia en Madrid, destaca también su presencia asidua a las famosas tertulias del Café Pombo, donde conoció y trató a intelectuales de la talla de Ramón Gómez de La Serna, Federico García Lorca, Joaquín Entrambasaguas, entre otros. También es de resaltar su amistad con otros estudiantes palmeros, especialmente con el pintor Gregorio Toledo, con el cual compartió pensión y alguna que otra correría. Su familia conserva un óleo de este pintor que retrata al joven estudiante al piano.
Se vio obligado a regresar a su ciudad natal en 1934, ante la grave enfermedad de su madre, teniendo que abandonar muchos y queridos proyectos, como la oferta para la dirección de la orquesta del Teatro María Guerrero o la dirección de la Banda Municipal de Madrid, proyectos truncados para siempre por la terrible Guerra Civil que comenzaría dos años después. Siempre le quedaría al Maestro aquella “magua”.
Entre 1934 y 1936 participa activamente en la vida cultural de su Isla, dirigiendo entonces el conjunto de cuerda de la Agrupación Cultural Proletaria “Octubre” y su querida “Agrupación Juventud Ideal”, a la que con anterioridad ya había dirigido, como queda dicho. El periódico de Tenerife La Prensa del 1 de Julio de 1936, se hace eco de los éxitos de la “Agrupación Octubre” comentando: el conjunto de cuerda de la “Agrupación Octubre”, bajo la dirección del joven maestro Felipe López, después de ejecutar el himno de la Agrupación, interpretó los cadenciosos aires de nuestra tierra, refiriendo un apoteósico acto literario-musical celebrado en el Circo de Marte el sábado 28 de Marzo de 1936, en el también intervino la Orquesta López, ejecutando una selección de cantos regionales de Don Damián López Sánchez, padre del Maestro López . El éxito fue tal que este acto tuvo que repetirse el lunes siguiente.
Agrupación 1º de Octubre. Director: Felipe López Rodríguez. Circo de Marte. Archivo: José López Mederos.
Al estallar la guerra, y por su supuesta simpatía hacia las ideas de izquierdas que, como queda dicho, estuvo a punto de costarle gravísimas consecuencias, tuvo que alistarse como voluntario en una Bandera (Regimiento de Infantería de Tenerife nº 38) que preparaba en Santa Cruz de Tenerife, quien sería su padrino de bodas, el Comandante de la Guardia Civil, Don Rafael Herrera Zayas. Bajo la protección de éste y de quien fuera uno de los mas eminentes músicos de aquel entonces en Tenerife, Don Ernesto Correas Negrín, músico militar y civil, Felipe López pudo ingresar como “educando” en la Banda Militar de Música, como “oboe”, instrumento que tuvo que aprender a tocar en 24 horas, puesto que era la única plaza disponible. Posiblemente, su condición de músico le salvó la vida en aquellos duros años de la Guerra Civil. De Tenerife fue destinado a Marruecos al Batallón de Cazadores del Serrallo nº 8 (Tetuán, Xauen, etc.), en Agosto de 1938, y no marchó al frente de guerra en la Península al convertirse en indispensable organista de las Monjas de la Caridad, que le mantuvieron perpetuamente en “baja médica”. En esta época hizo la letra y la música del Himno del Batallón del Serrallo nº 8, en el cual servía, hecho que tuvo eco en la prensa local: Un canario que destaca. Según noticias que nos llegan de nuestra zona del Protectorado de Marruecos, nuestro paisano, el pianista don Felipe López, ha obtenido grandes triunfos, con la preparación de diversos festejos para celebrar la “Fiesta de la Patrona del Arma de Infantería”. Dicho paisano que sirve en uno de los Cuerpos de Guarnición en aquella plaza, organizó un cuadro artístico y una agrupación de cuerdas, que llamó mucho la atención, habiendo sido felicitado por los Jefes y Oficiales de su Unidad. Enviamos nuestra felicitación a sus padres, residentes en ésta y nos agrada sobremanera que nuestros paisanos dejen bien puesto el nombres del terruño (Diario de Avisos).
Es evidente que al Maestro López no lo paraba ni la guerra; su formación y amor a la música no le dejaban pasar mucho tiempo sin meterse en “harina”. También compuso en esos momentos un laudatorio himno al General Franco.
Terminada la Guerra Civil y desmovilizado (30 de Mayo de 1939), regresó a Santa Cruz de La Palma, fundando la Banda del Frente de Juventudes en su ciudad natal. Hubo de vestir el uniforme azul no por convicciones sino por supervivencia (como muchos en aquellos momentos). Exponente de lo dicho es que jamás permitió a ninguno de sus cinco hijos, todos varones, afiliarse a ninguna de las organizaciones juveniles de Falange Española o del Movimiento Nacional, y siempre estuvo “marcado” por los franquistas palmeros. Muchos años después de su prematura muerte, uno de sus hijos encontró en el archivo policial de S/C. de La Palma su petición, entonces obligatoria, para la prórroga del servicio militar por estudios universitarios; al dorso de la misma aparecía escrita a mano y lápiz la siguiente anotación: Ojo: su padre fue directivo de la Agrupación Octubre, de marcado carácter izquierdista. Y esto fue en 1966, ¡Veintisiete años después de la guerra!
Establecido en su ciudad natal llevó a cabo una meritoria labor de enseñanza y difusión de la música en unos años difíciles, en los que era imposible contar con ayudas económicas de entidades estatales o locales, pero sembró buena semilla en la juventud palmera. Fundó y dirigió las bandas de música del Frente de Juventudes (1940), como ya se dijo, y la denominada “Santa Cecilia” (1952), así como la Academia de Música, gratuita, de la que saldrían la gran mayoría de los músicos de la Isla de La Palma; se preocupó por la divulgación de la música de cámara. Introdujo en los ambientes musicales de La Palma el conocimiento de músicos de la talla de Rimsky-Korsakov, Stravinski, Débussy, Respighi, por aquella época aún muy desconocidos y poco aceptados. Su labor pedagógica de este nuevo concepto de la música sinfónica, le hizo famoso en los ámbitos intelectuales y musicales como Vitrina, por su frase “Beethoven a la vitrina”, que definía la postura del Maestro ante la música clásica: bien está conocer a los clásicos pero abierto a todas las innovaciones, de las que, en buena parte, estaba al día, algo harto difícil en una isla y en aquellas décadas. Recibía en su casa variada literatura, entonces prohibida por la dictadura franquista, procedente de Argentina (“Ruedo Ibérico”) y Venezuela, donde tenía buenos amigos y discípulos, como su otro “cuasi” hijo, Domingo Lorenzo, El Capullo, exquisito y genial trompetista, que le enviaban libros y música, y a veces discos de “cosas raras” que mantenían al Maestro enterado de lo que había no ya fuera de La Palma sino de España. Fue toda su vida un lector empedernido de todo. Otra frase que ilustra sobre su pensamiento poco acomodaticio es: Estudiar mucha armonía y cuando se sepa bien tirar el libro a la papelera y dejar volar la imaginación.
Su saber musical no lo aplicó a la exhibición sino al servicio; su técnica ennobleció muchas veces fáciles composiciones ajenas, en una época en que se valoraba más la ocurrencia melódica que la trascripción al pentagrama y la instrumentalización. Felipe López rechazó el divismo y alcanzó la maestría (Luís Cobiella).
Como intérprete, su temperamento le llevaba preferentemente a la ejecución de obras de los grandes maestros de la música española:
Cuando las notas se oyen en cascada,
Suben y bajan la escala de armonía
Y persiguen en suave melodía
La santa inspiración idolatrada…
Cuando llega ese instante dorado
Y se nota en las sienes el latido
De algo más hondo, como el nido
Donde se halla gozoso lo esperado…
Sentado ante el piano, sólo, inspirado…
Tocando la mejor de las baladas,
En una de esas noches encantadas,
Atento al tiempo y la medida,
El Maestro, nos da música y vida
En claves de sol emparentadas.