Las procesiones comienzan con dos Via Crucis: El Stmo. Cristo de las Siete Palabras (de la Parroquia de El Salvador), obra de Marcelo Gómez Rodríguez. de Carmona de 1781; y de Ntra. Sra. de La Luz de la Pasión, obra reciente del imaginero palmero Pedro Miguel Rodríguez. Perdomo.
- VIERNES DE DOLORES.
Otras tres tienen lugar el Viernes de Dolores, como antesala de la Semana Santa: preciosas vírgenes como La Dolorosa (1885) de la ermita del Santísimo Cristo del Planto, obra de José Aníbal Rodríguez Valcárcel. Está entronizada en el altar mayor, junto con el Cristo, San Juan y una bella Magdalena -de reminiscencias flamencas- en actitud penitente a los pies de la cruz. Este Cristo mexicano gozó de gran devoción entre los marinos de la Isla. Es de tamaño natural y representa a Jesucristo, llagado y cubierto de sangre, acorde con la estética expresionista indígena.
Por último Ntra. Sra. de Los Dolores, perteneciente al Calvario de El Salvador; valiosa y antigua talla de candelero de autor anónimo. Este hermoso Cristo fue denominado de Los Mulatos, ya que su Hermandad, creada en 1708, estaba compuesta mayoritariamente por pardos libertos o esclavos. Es el mayor de los crucificados que llegaron de Flandes a Canarias en el siglo XVI. Aparece ya documentado en el templo desde 1603.
- DOMINGO DE RAMOS.
Comenzamos el Domingo de Ramos con la Entrada de Jesús en Jerusalén. Desde la ermita de Ntra. Sra. de La Luz y de San Telmo (fundada a principios del siglo XVI y reconstruida entre 1675 y 1680 por la Cofradía de Mareantes), sale el popularmente conocido como el Señor de la Burrita, obra de mediados del siglo XX y cuya primera salida fue en 1968.
También en el Real Santuario de Ntra. Sra de Las Nieves (Patrona de La Palma), desfila durante esa mañana un bello Cristo de pie -realmente un Sagrado Corazón que cambia de advocación- y que bendice con una mano mientras sujeta una palma con la otra. Es de autor anónimo de principios de siglo XX.
Otras procesiones se suceden en otras parroquias de la ciudad, pero sin imágenes. Como entre el Hospital de Dolores y la Parroquia de San Francisco de Asís, o entre la ermita del Planto y la Parroquia de La Encarnación… Desfiles de feligreses entonando apropiados cánticos y agitando las palmas en signo de alegría.
Ya por la noche, a las diez, y siguiendo la narración de la Biblia, sale en procesión, desde San Francisco de Asís, el magnífico Cristo del Huerto, obra de Juan Abascal Fuentes (1969), acompañado por un ángel (obra de Nicolás de Las Casas Lorenzo, del siglo XIX). Desde el año 2007 se incluyen en el estrenado trono las imágenes de tres apóstoles dormidos.
El proceso de restauración fue descrito por Domingo Cabrera Benítez con gran profusión de detalles en el programa del año 2003. Tal y como refleja en sus apuntes, se ha recuperado así una de las piezas secundarias de nuestra Semana Santa, pero “no por ello menos digna de admiración”.
Independientemente del grado de religiosidad que tenga cada cual, el aspecto que muestra esta imagen de Jesús es sobrecogedor. Inteligentemente se encienden unos fanales en la base del trono y se ilumina el rostro y las manos con unos focos disimulados entre las ramas de olivo que lo adornan. Curiosamente este paso no lleva flores naturales como los demás, a fin de simular el paisaje de un huerto. Lo acompaña un gran olivo recién cortado procedente del patio de la Orden Tercera Franciscana, que es divisado desde lejos, por las callejuelas del casco antiguo y cuyo movimiento sugiere que es el viento el que agita su copa.
La Cofradía de Nuestro Señor del Huerto, creada en 1987, se cubre con hábito rojo granate y capuchón beige, con cíngulo de soga de esparto.
Los portadores o costaleros tienen su origen en el s. XVII y no eran, como ocurría hasta hace apenas veinte años en Santa Cruz de La Palma, hermanos cofrades. Al contrario, entonces sí que recibían remuneración por su trabajo. Éste era generalmente menospreciado y considerado como mera fuerza bruta necesaria para soportar los pasos. Por suerte, su importancia se revalorizó a principios del siglo XX y han llegado a constituirse como auténticas cofradías de carácter penitencial.
A esta procesión le correspondía el motete In Monte Olivete (vulgarización de Olivarum). Quizás toque ya recuperarlo.
- LUNES SANTO.
El Lunes Santo procesiona a las 22:00 pm el elegante y precioso Cristo del Perdón, obra de Fernando Estévez del Sacramento (primera mitad del siglo XIX). Sale en el mismo trono dorado junto con San Pedro Llorando (también del mismo autor, de 1822) y un pedestal con el gallo (delicada obra del polifacético artista palmero Aurelio Carmona López de finales del s. XIX).
Se cuenta que el imaginero orotavense estaba ultimando la talla cuando oyó una voz atronadora que le dijo: ¿Dónde me has visto que tan bien me has imitado?
Acompaña al paso, antiguamente llamado La Procesión de los Niños, la única cofradía de España que es simultáneamente Masa Coral, Cofradía propia de Cargadores y banda de música.
En el pasado, desde 1661 hasta 1866, lo hacía la extinta Cofradía de San Pedro, hoy llamada Cristo Preso y Lágrimas de San Pedro. Gracias a estos jóvenes que integran todas las hermandades, la Semana Santa palmera ha recuperado mucho de la majestuosidad de antaño. Un ejemplo de esto ha sido la misa solemne cantada por este coro durante la tarde de este día, recibiendo una crítica excelente. Ya por la noche, los mismos jóvenes, cargaron al Cristo, portaron los faroles de la cofradía y también tocaron los tambores y cornetas.
Son dignos de mención: el ropaje de terciopelo y oro del Cristo, las ropas de San Pedro y el acabado del paso dorado: flores, focos, fanales… Es un paso francamente espectacular.
Si bien hasta 1968 las procesiones del Lunes y Martes Santo, partían desde sus templos en hora temprana (18:30 pm), los aires renovadores del 68 permitieron su traslado a las diez de la noche. El ilustre periodista palmero Ortega Abraham opinaba que si bien privaba a los chiquillos de una de sus tantas distracciones, redundaba en beneficio de las dos razones que las hacen durar: devociones añejas y manifestaciones espectaculares.
- MARTES SANTO.
El Martes Santo comienzan las multiprocesiones. Es decir, varios pasos simultáneos.
Acompaña a esta Virgen la cofradía homónima que en el año 2003 estrenó capucha verde, en lugar de la toga beige de años anteriores. Es una hermandad penitencial femenina exclusivamente de Luz (portan faroles) y de vocación impúber, fundada el 14 de abril de 1992.
Cuando este Cristo llega cerca de la cárcel capitalina, se produce un momento de gran excitación. Aún se recuerda el un año en el que se oyó una saeta desde el interior de una celda, viéndose tan sólo la silueta del preso que la interpretaba. Se recuerda también cómo muchos lloraron. La Virgen lleva un manto larguísimo y valioso de terciopelo verde.
Esta procesión recorre un largo itinerario por el casco antiguo y alto de la ciudad para luego bajar la escalinata de la Cuesta Matías (estrecha y pronunciada) hacia la Calle Real.
Es increíble cómo los cofrades miman, protegen y, a la vez, hacen un alarde de profesionalidad y fortaleza para que todos las imágenes retornen a sus templos sin incidencia alguna, y cómo éstas son balanceadas de un lado a otro, como si caminaran, como si se mecieran lenta y majestuosamente. Es digno de alabanza. ¡Qué sería de nuestra Semana Santa sin ellos!
Mientras que la espléndida banda de cornetas y tambores Gayfa acompaña al Divino Cautivo, imagen que corresponde con el segundo misterio doloroso del Sto. Rosario, La Flagelación, la insuperable Banda de Música San Miguel lo hace tras la Virgen, interpretando las marchas tradicionales que corresponden al día de la semana en el que se está.
Así, por ejemplo, marchas con nombres como Santos Lugares de Ricardo Dorado, Sueño Eterno de Teixidor, Amor Eterno de Alejandro Henríquez, La Esperanza de Tomás Padrón, y así un largo etcétera. J.J Rodríguez Lewis en sus magníficos apuntes sobre el Martes Santo, relaciona varias de estas composiciones y hace un recorrido detallado por lo que ha supuesto esta procesión en la historia de Santa Cruz.