Revista nº 1041
ISSN 1885-6039

La historia del azúcar en Canarias.

Viernes, 24 de Octubre de 2008
Redacción BienMeSabe
Publicado en el número 232

Esta publicación del Museo de Historia y Antropología de Tenerife es una compilación del ciclo de conferencias en la que participaron diversos historiadores en la materia.


El Museo de Historia y Antropología de Tenerife, dependiente del Organismo Autónomo de Museos y Centros (OAMC) del Cabildo de Tenerife, ha publicado un libro bajo el título Azúcar. Los ingenios en la colonización canaria, que compila las distintas intervenciones del ciclo de conferencias que, sobre este mismo tema, se celebró el pasado año. La obra será presentada hoy viernes día 24, a partir de las 20:00 horas, en la casa Lercaro, en La Laguna (Tenerife).

Esta publicación, financiada por el proyecto Museumac (red que integra a los museos de Madeira, Azores y Canarias), fue coordinada por Ana Viña Brito, Mariano Gambín García y Carmen Dolores Chinea Brito y reúne las intervenciones de un grupo de especialistas en la investigación histórica del azúcar canario en el siglo XVI para hacer una puesta al día de los conocimientos científicos en la actualidad.

En los primeros años de la colonización europea del Archipiélago canario, el motor económico que impulsó el desarrollo de la sociedad isleña fue su principal fuente de riqueza: el azúcar. Producto muy apreciado en su época y de gran aceptación en los mercados europeos, su comercialización facilitó la inserción cultural y comercial de Canarias en el ámbito europeo mediterráneo y atlántico.

A principios del siglo XVI las fábricas de azúcar o ingenios eran una de las industrias más complejas y avanzadas tecnológicamente de su tiempo. La complejidad venía dada por los diferentes y necesarios pasos que exigía el azúcar para su elaboración. Cada etapa del proceso productivo exigía un especialista propio, una maquinaria o utensilios singulares e incluso unos espacios y construcciones individualizados donde realizarlo.

Para plantar cañas, levantar un ingenio y ponerlo en funcionamiento era necesaria una inversión de dinero muy importante, y para comercializarlo fue necesario conectarse a redes internacionales de mercaderes que lograron hacer llegar este producto -desde un origen tan lejano como podían ser las Islas en aquel tiempo- a los mercados europeos.


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