Revista nº 1040
ISSN 1885-6039

Las campesinas canarias, mujeres coraje.

Sábado, 11 de Octubre de 2008
Teresa González Pérez
Publicado en el número 230

El día 15 de octubre se celebra el Día Internacional de la Mujer Rural. Las mujeres rurales de Canarias, portadoras y sintetizadoras de nuestra cultura y tradiciones, desempeñaron el papel de madres y padres, ejerciendo un auténtico matriarcado, aunque sin apartarse del canon que establecía la sociedad patriarcal. Con el marido ausente (emigrado o fallecido), sufrieron la marginación social porque quedaban excluidas de los actos, reuniones y diversiones... pues debían mantener el recato y una conducta intachable para evitar ser censuradas.


Trabajadoras sin pausa, han sido las mujeres isleñas del mundo rural, imprescindibles en la evolución de la vida cotidiana y pilares básicos en la familia. Derrochadoras vitales que han sabido sobreponerse a las adversidades, a las malas cosechas y a las ausencias del marido. Las campesinas, mujeres señeras en nuestra cultura, aprendían desde la infancia que la meta de su vida era cumplir con los deberes de esposa y madre en el ámbito del hogar, además de colaborar en las faenas del campo. Ocupaban parte de su vida sembrando, cuidando los cultivos, recogiendo la cosecha, atendiendo a los animales... participaban en las labores de las explotaciones agrícolas familiares compatibilizando con las actividades domésticas.

Aunque han trabajado siempre, no se les abonaba un salario por hacerlo en las propiedades familiares y ser considerado una ayuda a tiempo parcial. Esta consideración ha provocado el ocultamiento de una larga jornada laboral con múltiples tareas agrícolas, ganaderas, elaboración de productos alimenticios y artesanos.

Mayor responsabilidad asumían las mujeres cuando el marido emigraba, pues se quedaba al frente de la prole y del trabajo agrícola para sacar adelante a la unidad familiar. La situación de olvido o abandono les obligaba a ejercer funciones de cabeza de familia, supliendo las ausencias del progenitor. De este modo, la escasez de hombres en la actividad productiva movilizó a las mujeres; así cogió el arado para sembrar los campos, segó el trigo, cuidó las yuntas y otros animales, serró madera, destejó, construyó muros... Caso similar fue el de las mujeres viudas, pues tampoco podemos ignorar que las circunstancias sociales provocaron la evolución de comportamientos que en otros momentos fueron atípicos.

Las mujeres rurales de Canarias, portadoras y sintetizadoras de nuestra cultura y tradiciones, desempeñaron el papel de madres y padres, ejerciendo un auténtico matriarcado, aunque sin apartarse del canon que establecía la sociedad patriarcal. Con el marido ausente (emigrado o fallecido), sufrieron la marginación social porque quedaban excluidas de los actos, reuniones y diversiones... pues debían mantener el recato y una conducta intachable para evitar ser censuradas. No obstante, como la generalidad de las mujeres, tuvo un espacio de actuación muy restringido, ausente de la vida pública y limitado a su función en el hogar y la familia.



Mujeres canarias en un alpendre. Principios del siglo XX. Fedac



En la actualidad, según la federación española de Mujeres Rurales, existen cinco millones de mujeres rurales en España, de las que trescientas mil son titulares de la propiedad. El 82% no gana salario, trabaja sin remuneración alguna; al tratarse de explotaciones familiares no ve compensado económicamente su esfuerzo laboral; compatibilizan las faenas agrícolas con la realización de las tareas del hogar. En este caso se incluyen las campesinas canarias; no detentan apenas propiedades, pues el minifundismo isleño junto a otros factores ha esclavizado a muchas féminas cerrándoles otras perspectivas. No son personas con formación, carecen de cualificación profesional y cada vez hay menos mujeres rurales, porque el sector servicios absorbe su mando de obra. Les cuesta acceder a la formación, por la lejanía del medio y la ruptura que supone con su entorno tener que desplazarse a otro lugar.

El aporte económico, social y cultural de las mujeres en el medio rural canario ha permanecido oculto. La realidad presente y pasada ha ignorado su contribución, a sabiendas de que ellas han sido imprescindibles en las transformaciones acaecidas en el agro isleño. Los datos estadísticos tampoco valoran su trabajo real, porque se refieren al cómputo global y no distinguen entre hombres y mujeres. Invisibles pero decisivas han sido las campesinas canarias, mujeres coraje capaces de solventar la problemática generada en su entorno; no en vano han propiciado el sustento a muchas generaciones. Ignoradas por una sociedad masculinizada que no ha sabido reconocer su mérito, pero la memoria colectiva da fe de ello.



Teresa González Pérez es Catedrática de Escuela Universitaria. Universidad de La Laguna. Publicado en El Baleo, Boletín Informativo. Número 4, mayo 2003.


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Comentarios
Viernes, 05 de Junio de 2009 a las 10:20 am - Patri19

#01 Mi abuela siempre dijo que ella fue señora de nacimiento, y que nació con trabajo...siempre nos contaba todas las miserias que pasaban hombres y mujeres del campo, explotados, marginados, anulados en cualquier aspecto. La identidad canaria está precisamente ahí, en todas esas personas, en todos esos campesinos y campesinas de la cumbre y de la mar que aún habiendo sido anulados o ridiculizados durante siglos, son el pilar de la canariedad. Hablando de esos tiempos, pocas mujeres y hombres fueron niños, pero sí madres y padres, abuelos maravillosos y sacrificados desde la infancia hasta la vejez.

GRACIAS a todas esas mujeres canarias, cuya esencia hace imposible que caigan en el olvido, y que se hable de la mujer, de la campesina, de la madre, madre canaria, con un sentimiento totalmente diferente.

Y gracias especialmente a las que han llenado mi vida de aromas, colores, cantares y raíces desde mi nacimiento.