Revista n.º 1073 / ISSN 1885-6039

La Dolorosa de Carmona. Parroquia de San Francisco de Asís.

Sábado, 16 de febrero de 2008
Jose G. Rodríguez Escudero
Publicado en el n.º 196

Se cuenta que este artista quiso plasmar en el semblante de la Virgen el recuerdo que tenía de la imagen de una madre que asistió aterrorizada a la caída de un hijo suyo dentro de un horno de cal en Breña Baja. Carmona fue testigo de aquel terrible suceso y no pudo hacer nada para salvar a la criatura. El rostro de angustia de la mujer le quedó grabado para siempre en su memoria y logró plasmarlo con todo el realismo en la cara de La Dolorosa.

Rostro expresivo de La Dolorosa de Carmona, de Santa Cruz de La Palma.

Don Domingo Carmona y Cordero, pintor y escultor, nació en la capital de La Palma el 25 de abril de 1702. Sus magníficas dotes artísticas pueden ser apreciadas en la sobrecogedora imagen de La Dolorosa (1733) -o también llamada Virgen de la Soledad, según consta en el Libro de la Misericordia-, de la Parroquia de San Francisco de Asís.

Don Juan Bautista Lorenzo Rodríguez, en su célebre obra Noticias para la Historia de La Palma, II (página 216), dice erróneamente, que tanto esta Virgen como el magistral Cristo del Calvario del Santuario de la Virgen de Las Nieves, son obras de don Manuel Pérez Carmona. Lo cierto es que, desconocida la autoría del segundo, sí se sabe que la imagen mariana que nos ocupa es de don Domingo Carmona.

Detalle del rostro expresivo de La Dolorosa de Carmona de Santa Cruz de La Palma.Se cuenta que este artista quiso plasmar en el semblante de la Virgen el recuerdo que tenía de la imagen de una madre que asistió aterrorizada a la caída de un hijo suyo dentro de un horno de cal en Breña Baja. Carmona fue testigo de aquel terrible suceso y no pudo hacer nada para salvar a la criatura. El rostro de angustia de la mujer le quedó grabado para siempre en su memoria y logró plasmarlo con todo el realismo en la cara de La Dolorosa.

Desfila procesionalmente en dos ocasiones durante los actos de Semana Santa: en la noche del Jueves Santo, acompañando al venerado Señor de la Piedra Fría, y al magnífico Calvario en la procesión matutina del Viernes Santo. Esta última procesión estaba vinculada en esta ciudad a la Noble Hermandad de la Vera Cruz, desde su creación por la Bula del Papa Paulo III en 1558, así como también a la Cofradía de la Misericordia.

Durante su majestuoso desfile por las empedradas calles capitalinas, la imagen de la Virgen era transportada a hombros en un trono pintado de negro. En palabras de don Alberto-José Fernández García, como si se quisiera plasmar la máxima expresión de dolor y tristeza.

La procesión se iniciaba a las seis de la mañana del Viernes Santo, después de que fuera así ordenado por el Venerable Beneficiado Rector de El Salvador y Comisario del Santo Oficio, don Cristóbal Manuel Martínez y Méndez, en sesión celebrada el 27 de marzo de 1785. Precisamente se dispuso en atención a que estaba prohibido hacerlo por la noche. Posteriormente se trasladó a la hora en la que actualmente sale, once de la mañana.

Hace ya algunos años que la Virgen no toma parte en el Vía Crucis del Viernes de Dolores. Tampoco en la procesión previa a la Semana Santa, en cuyas estaciones se rezaba el Santo Rosario. Ahora se efectúa con la imagen de la Virgen de La Luz de La Pasión, obra del querido imaginero palmero y contemporáneo Pedro Miguel Rodríguez Perdomo.

A la impresionante escultura de la Soledad se la ha denominado, también recogiendo las palabras del historiador palmero Fernández García, como la máxima expresión del Stabat Mater en la que se logró plasmar el inmenso dolor de una madre: sus manos fuertemente contraídas y sus ojos arrasados en lágrimas que miran al cielo implorando consuelo para su hijo muy amado.

En el mencionado Libro de la Misericordia, concretamente en las cuentas que presentó el Mayordomo don Juan Antonio Vélez y Guisla el 22 de junio de 1733, se da cuenta de un donativo que da un devoto de 50 reales, como limosna para ayudar a hacer una nueva talla de la Virgen de la Soledad, por ser la que había muy antigua y estar muy deteriorada.

También allí se especifica que se sustituyó la antigua imagen por la que nos ocupa de don Domingo Carmona, que costó 200 reales: 150 que llegó por la hechura del autor, y 50 que se gastaron en madera, clavos y lo que cobró el oficial que formó el cuerpo.

Como nos recuerda el profesor don Jesús Pérez Morera, el también autor de la Santa Margarita de Cortona (c.1734) de la Venerable Orden Tercera, recibió elogios de don Juan Primo de Rivera, quien, en su diario de 1804, menciona a un célebre pintor llamado Carmona, que años ha floreció en estas islas, el cual salió del país y estuvo en Inglaterra…, del que había visto retratos y pinturas suyas muy estimables.

Se conoce la antigüedad de la primitiva talla mariana por el testamento que otorgó la noble dama isleña doña Luisa García de Aguiar, esposa del Regidor de la Isla, don Baltasar Pérez, en 17 de septiembre de 1563, donde se lee: mando un caballón de tafetán negro de gasa que tengo a la imagen de Nuestra Señora de la Vera Cruz que está en el Monasterio de San Francisco de esta ciudad.

La familia García Aguiar dejó de sufragar los gastos de los cultos de Semana Santa. Se hizo cargo de ellos la Venerable Orden Tercera Franciscana, para lo que se hizo petitoria pública, excepto para los cargadores de La Dolorosa, que eran costeados por un tributo de 45 pesetas que se cobraba al año.

Alberto-José nos explica: Este tributo fue en sus primeros tiempos para celebrar las novenas de Dolores y misa, que siempre se dijeron a la imagen hasta el año 1928. Más tarde no daba para pagar ni una cosa ni la otra, razón por la cual empezó a sufragar los gastos de los cargadores desde 1945 doña Isabel Fernández de Armas, Vda. De Rodríguez Martínez.

Más tarde los descendientes de la familia de Aguiar retomaron la costumbre de asumir los gastos de la procesión del Calvario. Todavía se conserva la tradicional parada y descanso de la comitiva en la Calle Real ante la casa de esta familia.

El cinto de la Virgen luce un magnífico broche de oro y topacios, otro de plata con topacios en el puñal, una valiosa botonadura de oro y azabaches en las mangas, y gemelos también de oro, joyas éstas que han pertenecido a la imagen desde antiguo. El fastuoso traje de terciopelo negro de seda bordado en oro que viste en la actualidad se lo donó doña Rosario González Pérez.

Destaquemos un gesto, una facción, un atributo y un color. La Virgen cruza sus manos y eleva los ojos al cielo, al tiempo que ladea ligeramente su rostro. Nos habla del dolor, no desesperado, sí asumido y profundo, no comprende, pero se fía de Dios. La facción indica, no obstante, lucha interior y arrobamiento. El puñal/espada hace referencia a la profecía de Simeón y el color negro nos recuerda su condición de viuda y la más que probable muerte de su Hijo. Así nos la describe el querido cofrade Francisco J. Acosta Felipe.

También Carmona fue autor de los diez angelitos que acompañan a los pasos del Calvario y de La Soledad. Seis con la Virgen (ahora son cuatro) y cuatro con el primero.

La Virgen, nimbada por un sol dorado que nos recuerda a la profecía del Apocalipsis, lleva a sus pies, un angelito llorando (porta un pañuelo de encaje), otro con la corona de espinas (acostados ambos), otro con un látigo y el último de pie con la escalera.

Son dos los ampulosos y ricos ropajes de terciopelo de seda que luce la Virgen en sus dos mencionadas salidas procesionales. La noche del Jueves lleva un espléndido hábito granate bordado en oro y un gran manto azul.

Nos recuerda Acosta Felipe: sus ropas, ahora azules por su pureza, aludiendo a ese firmamento apocalíptico, y rojas por su martirio, nos unen así, de una manera misteriosa, con el Cordero de Dios, divino sufriente exento de toda culpa. En los últimos años va entronizada en unas magníficas andas de baldaquino de plata y una gran mandorla o sol del mismo material.

La mañana del Viernes, la Virgen, ahora sí enlutada, parece aun más cansada, extenuada. Como dice el imaginero Rodríguez Perdomo: detrás del paso del Calvario, con luto de Viernes Santo, nimbada de áureo sol, María Santísima de Los Dolores será la viva representación del dolor más intenso. Trenzadas sus delicadas manos e implorando al cielo nos dirá: ’Ved si hay dolor mayor que el mío’… En María se concentra todo el dolor del mundo.




Bibliografía.

ACOSTA FELIPE, Francisco J.; RODRÍGUEZ PERDOMO, Pedro Miguel; FELIPE DIAZ, Eddy: Programa de Semana Santa. Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma.
FERNÁNDEZ GARCÍA, Alberto-José: «Notas históricas de la Semana Santa de Santa Cruz de La Palma». Diario de Avisos (5 de abril de 1963).
PÉREZ GARCÍA, Jaime: Los Carmona de La Palma. Artistas y artesanos. Servicios de Publicaciones de Caja Canarias, Excmo Cabildo de La Palma, 2001.
PÉREZ MORERA, Jesús: «Valoración del patrimonio histórico-artístico de la Isla de La Palma». Arte en Canarias [siglos XV-XIX]. Una mirada retrospectiva, Gobierno de Canarias, 2001.


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