Doramas no habla español y es la española la lengua que debe emplear en su discurso de bienvenida. La solución viene a ser un bebedizo, una pócima que es ofrecida a Doramas para que pueda expresarse en la lengua del obispo. Tras beber dicha pócima el aborigen cae en un sueño profundo y, durante su sueño, es descubierto por Gáldar y Guía, personajes que encarnan los dos enclaves norteños grancanarios y que se dirigen a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria a recibir al nuevo obispo. Una vez que Doramas se expresa en español, realiza su discurso de recibimiento, discurso que ha merecido y merece profundos análisis por cuanto tiene de singular y de sabia declaración de intenciones. La obra culmina, y es ésta la parte a la que quiero referirme, con una suerte de panegírico coral dirigido al nuevo obispo que realizan los seis personajes que intervienen en la Comedia: Sabiduría, Curiosidad, Invención, Doramas, Gáldar y Guía. Este fragmento final comienza tras el largo parlamento en el que Doramas hace el recibimiento con el que, en principio, se daría fin a la obra. Comienza Curiosidad:
CURIOSIDAD Espérate, Doramas, no concluyas, pues es razón que yo y mis compañeras también al gran pastor digamos algo. SABIDURÍA Dice muy bien Curiosidad; espera, y cada cual con brevedad proponga al pontífice sacro su concepto. INVENCIÓN Allá vienen también Gáldar y Guía, que dirán su razón por ser discretas. GÁLDAR Lo que se nos mandare, hermosas ninfas, lo cumpliremos luego, yo y mi hermana. DORAMAS Pues alto: ¿qué sujeto tomaremos, para acertar mejor en el remate? SABIDURÍA Dígalo la Invención, que ése es su oficio INVENCIÓN Pues que de mí se fía este negocio, doy por mi parecer que cada una le diga al Ilustrísimo una octava sobre su sobrenombre, que es la Rueda. SABIDURÍA Bien dice la Invención, y es campo largo para varios conceptos; y así digo que la misma inventora sea primera que yo quiero quedar para postrera. |
Toda la Comedia del Recebimiento está escrita en verso, pero es este final el que de forma explícita yo relaciono con el contexto y las características que en muchos espacios del mundo tiene la improvisación oral en verso. Si atendemos a los parlamentos, a las intervenciones de los distintos personajes que transcribí más arriba, encontramos que el discurso final de cada uno de ellos, que viene a ser al mismo tiempo un elogio al recién llegado y el colofón de la obra, viene impuesto tanto por Sabiduría, que insta a los personajes a que ofrezcan su “concepto” al prelado, como por Invención, que no sólo secunda el parecer de Sabiduría sino que impone el tema sobre el que debe versar la composición, la Rueda, y la estrofa a la que debe adecuarse: la octava real, estrofa de ocho versos endecasílabos con la siguiente estructura: ABABABCC. Como decíamos, el tema propuesto por Invención es la Rueda que, como señalaré, no agota sus posibilidades únicamente en el apellido del obispo.
Desde ese momento, los personajes quedan en la misma situación en la que en muchas ocasiones se ven los poetas improvisadores, por ejemplo los verseadores canarios. A estos improvisadores, la tradición les impone una estrofa, en este caso la décima espinela, y el tema puede ser libre o impuesto. Dicha imposición puede ser efectivamente un tema o un verso concreto, que suele ser el último y que recibe el nombre de pie forzado. La Rueda viene a ser el tema forzado por la situación a la que deberán responder los personajes que, por primera vez, hacen explícita una relación con el verso que, sin embargo, los compromete durante todo el transcurso de la obra. La puesta en escena del final de la Comedia, donde los personajes ofrecen ordenadamente sus versos guardando de alguna manera turnos, recibe en el argot de la improvisación oral en verso diversos nombres. Uno de ellos, usual en Cuba y en Canarias, es el de ronda. Cuando se canta una ronda se suele hacer al mismo tema y puede ser, efectivamente, el saludo o la despedida al final de una velada de improvisación. En este caso también se correspondería con un colofón, con un adiós.
La elección de la octava real por parte de Cairasco es habitual en toda su obra. En la propia Comedia hay otros fragmentos compuestos íntegramente en esta estrofa y fueron octavas, por ejemplo, las que Cairasco incluyó en su traducción de la Jerusalem Liberata de Torquato Tasso. La vocación italianista de Cairasco es palpable y habitual. La Comedia fue escrita en 1582 y la décima espinela en la que se cantan el punto cubano, el seis puertorriqueño, ciertas variantes de milonga rioplatense o el galerón venezolano, por ejemplo, comenzaría su proceso de popularización más tarde, después de que Lope de Vega las bautizara como espinelas atribuyéndoselas a Vicente Espinel, que quedó por tanto como el creador de esta estrofa que publicó en su libro Diversas Rimas en 1591; si bien es verdad que existe cierta controversia al respecto de la paternidad de la estrofa ya que no debe olvidarse a Juan de Mal Lara, que pudo haber escrito lo que hoy conocemos como décimas espinelas antes que Espinel.
Sin embargo, la octava real no es una estrofa ajena al mundo del verso improvisado. En el norte de Italia esta estrofa es la que utilizan los cantastori para sus improvisaciones. He tenido la oportunidad de presenciar en alguna ocasión la tradición de estos poetas y doy fe de que su vinculación con esta estrofa es tan estrecha como la que tienen por ejemplo los poetas cubanos y canarios con la décimas. Ottava rima es el nombre que recibe en Italia esta estrofa en la que de alguna manera “improvisan” los personajes de Cairasco. Evidentemente, la composición del final de la obra no debió variar excesivamente con respecto al resto. Quiero decir que no supongo en ningún caso que las octavas con las que concluye la Comedia fueran improvisadas por Cairasco ni mucho menos. Sin embargo, la representación de la obra posibilita la creación de un contexto que, unido al texto, hacen de esta escena una suerte de panegírico en verso que no está lejos de lo que distintas tradiciones en el mundo han consolidado como discurso espontáneo y, de alguna manera, colectivo, en ese complejo espacio de la tradición que contiene la improvisación oral en verso. Lo que sí hace Cairasco con cierta habilidad dramática es resolver de diversas maneras la misma propuesta, tal y como correspondería, efectivamente, a una sesión en la que concurrieran seis sensibilidades distintas, seis poetas improvisadores distintos. El pasaje está inserto en una obra de teatro pero no olvidemos que, originalmente, fue concebida como una obra por encargo con un claro fin y una vida digamos exigua, para un auditorio reducido y fundamentalmente para un privilegiado espectador, don Fernando de Rueda, el obispo. El resto de representaciones de la obra de las que tengo noticias han tenido lugar en este siglo. La obra nació, como el verso improvisado, para un espacio y un tiempo únicos e irrepetibles.
No cabe duda de que otro detalle que no escapa a esta comparación entre el final de la Comedia y la tradición del verso improvisado es el tema impuesto por Invención. En primer lugar, lo propone precisamente Invención, virtud, como la Curiosidad y Sabiduría, pero sobre todo ella misma, que anhela todo poeta y más, si cabe, un improvisador. En segundo lugar, porque es un tema en sí mismo polisémico que abre distintas posibilidades a los declamadores. El prelado se apellida Rueda, como la de la Fortuna, y va a gobernar espiritualmente las Afortunadas. Con esta circunstancia juega Cairasco durante toda la obra, pero es en este remate donde explota con mayor profundidad este recurso.
Las octavas “improvisadas” son ingeniosas y responden, de algún modo, al efecto esperado, pero todas ellas recurren a distintos itinerarios para alcanzar el final deseado. Las hay narrativas, enumerativas… La más llamativa es quizá la de Doramas, una octava enumerativa ciertamente curiosa que cito como ejemplo del colofón rimado:
DORAMAS La esfera, el tiempo, la fortuna, el hado, Favor, privanza, suerte, amor, ventura, Mar, tierra, fuego, viento, el naipe y dado, Linaje, fama, edad, fuerza, hermosura, Paz, guerra, honor, y todo lo creado, Rodando, pierde o gana coyuntura: Mas la heroica virtud que el cielo enreda, Siempre, señor, se aumenta en vuestra Rueda. |
Cuadro de la Capilla de Santa Catalina, en la Catedral de Las Palmas