A esta importante noticia hay que añadirle otra, no menos grata, como es el acuerdo del Consejo de Ministros de concederle un millón de euros al citado ayuntamiento, a propuesta del ministro de Cultura D. César Antonio Molina, para rehabilitar este edificio, actualmente en estado ruinoso, declarado Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento en 1993.
Comparto la alegría del alcalde de la antigua ciudad de los Guanartemes y la de todos sus vecinos. A uno y a otros les expreso mi más sincera felicitación.
Quiera Dios que algún día, no demasiado lejano, los palmeros podamos celebrar con igual satisfacción, la noticia de la adquisición, por cualquier organismo público, de otro emblemático inmueble: el Castillo Real de Santa Catalina, más conocido como El Castillete.
Oficialmente ignorado, se mira (lo ven) como parte del paisaje de nuestra vida cotidiana. Olvidan unos, y desconocen otros, que se trata de un Monumento Histórico Artístico, declarado como tal el 22 de junio de 1951 (BOE 184 de 3 de julio), además de ser el único ejemplar de fortaleza militar de la época de los Austrias que existe en Canarias. Propiedad privada, adquirida en pública subasta por una importante firma comercial palmera después de ser considerado por Real Orden de 2 de mayo de 1924 inadecuado para los servicios de la guerra, se encuentra inscrito en el Registro General de Bienes Inmuebles de Interés Cultural de España bajo el código 51-0001239-00000.
Que no sea época propicia para emprender compras es evidente, pero ello no impide tomar hoy iniciativas dirigidas a dialogar con sus propietarios, conocer sus condiciones, negociar un convenio económico que permita, con las garantías políticas y jurídicas que sean necesarias, darle cuanto antes una utilidad social, cultural o turística a este antiguo e histórico castillo, parte del considerable y rico patrimonio de Santa Cruz de La Palma. Cerrado, solo sirve para contemplar sus negras murallas de piedra. Abierto y adecuadamente preparado, contribuiría a ampliar y enriquecer los servicios culturales y turísticos que ofrecen los cercanos museos del antiguo Convento Real de San Francisco y Naval en el Barco de la Virgen, y otros lugares de interés como la Cruz del Tercero, en la Alameda, Castillo de la Virgen en la Encarnación y la pequeña Fortaleza de Santa Cruz del Barrio en la plaza de San Fernando.
Padrinos y madrinas que saben cómo y en qué puertas tocar para obtener ayudas encaminadas a modificar su actual situación, los hay. Las pruebas están a la vista para quienes quieran verlas. Nuestra Constitución los ampara: Los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran, cualquiera que sea su régimen jurídico y su titularidad (art° 46). Solo falta retomar el espíritu emprendedor que, aparentemente, parece estar despertando de su, ya más que prolongada, siesta.
En un futuro más distante, más próspero y favorable, surgirán, probablemente, otros padrinos o madrinas que acometerán la reordenación urbanística de su entorno que permita su visión completa sin el impedimento que suponen los edificios colindantes, tal y como acertadamente estiman los redactores del Plan Especial de Protección del Conjunto Histórico-Artístico.
(Fotografías de José María Calero Bermejo).