Al divisar Tacoronte y El Sauzal su texto, partiendo de las expresiones de Humboldt, describe la belleza del paisaje que abarca su retina con el inconmesurable Teide de fondo. En La Orotava se detiene en la visión de su célebre Drago, ya en grave deterioro, hasta el punto que, como él mismo señala, será el último de los científicos en acceder a su visión. El Drago de Franchi se hallaba en los jardines de la casa que le da nombre, incendiada el nueve de enero de 1902, en la que residió Berthelot durante su estancia en La Orotava. En 1819 un violento vendaval destrozó parte de sus ramas y el huracán del siete de marzo de 1867 lo doblegaría finalmente. Humboldt le dedicó uno de sus Cuadros de la Naturaleza, y tuvo constancia de los graves daños sufridos en 1819. Pero Haeckel no es sólo el último viajero en dejar constancia de la existencia de ese arbusto milenario, es el primero en glosar el de Icod, convertido desde entonces en el “milenario” por antonomasia.
Su ascensión al Pico le permite hablar en profundidad de los diferentes espacios vegetales existentes entre la costa y el Teide, una caracterización de la evolución del paisaje físico y humanizado de la costa norte de Tenerife que fue un paso de primer nivel en el desarrollo de la Geografía como Ciencia. Culminó de esa forma uno de los anhelos de juventud de Ernest Haeckel, cuya obra contribuyó de forma significativa al conocimiento y difusión de la geografía isleña en el mundo germánico siguiendo la estela de sus predecesores Humbodlt y Buch.
Su traductor, Juan Carandell y Perigay, está ligado a los ideales regeneracionistas de la Institución Libre de Enseñanza. Dio a luz su traducción en el marco de su última etapa de su vida intelectual, una época en la que gira con una renovación epistemológica profunda hacia los estudios geográficos, geomorfológicos primero, y antropogeográficos después. Es, pues, su contribución e intercambio científico con los geólogos extranjeros en el marco del Congreso Geológico Internacional de Madrid de 1926 un período crucial en su desarrollo intelectual y en el avance de la ciencia en España, cuyas repercusiones se dejaron ver no sólo en la Península Ibérica, en la que su protagonismo personal, como señalamos, fue indudable en Andalucía, sino en la extensión del simposio hacia Canarias, en lo que se puede apreciar la labor del catedrático de Cristalografía de la Universidad Central de Madrid Lucas Fernández Navarro.
HAECKEL, Ernst. Una ascensión al Pico de Tenerife.
Trad y prólogo de Juan Carrandell. Estudio crítico de Manuel Hernández González.
ISBN: 978-84-8382-732-1.
Tenerife, Ediciones Idea, 86 págs.
Página web: www.edicionesidea.com