Sumidos hasta hace pocas décadas en un sistema de costumbres y creencias poco influenciadas desde el exterior, los canarios han mantenido vivo en su palpitar ese legado ancestral y enriquecedor que hoy configura nuestra cultura popular.
Si bien es cierto que el panorama en la actualidad es diferente, también es el que la preservación de estos elementos suele hacerse con una finalidad bien distinta para la que fueron creados. Hoy por hoy la palabra rescate suele estar unida a la de investigador, quien, motivado por un estudio del tema, logra aportar datos concretos en ese campo.
Las zonas más alejadas de la costa, y por tanto menos expuestas a contactos con el exterior, tienen, para aquellos que buscan las formas culturales más puras, un aliciente especial. Así, el pago icodense de El Amparo, rozando con el vasto pinar que se extiende a las faldas del Teide, fue el último reducto donde estuvo en vigencia un singular baile, el baile sentado o de a cuatro. Sabemos por nuestros informadores que no fue exclusivo de este lugar, ya que en un pago cercano, el de Santa Bárbara, también llegó a gozar de gran popularidad hasta finales del primer tercio de este siglo. Sin embargo, ha sido en El Amparo, bajo su “media naranja”, y juntamente con ese otro baile que, afortunadamente, en la actualidad se sigue interpretando, el “baile corrido”, donde más perduró.
Originariamente la base musical sobre la que se ejecutaba, un tajaraste con un tiempo más moderado que el usual, era interpretada por un solo tocador, “algo así como el gaitero astur o galaico”, quien utilizaba sólo dos instrumentos, la flauta y el tambor. Ambos instrumentos, fabricados por él mismo, eran de construcción tosca. La flauta de un árbol al que se denomina sabugo, con embocadura de plomo, medía aproximadamente 50 ó 60 cm, con tres huecos para los dedos mayores de la mano izquierda, casi en el extremo opuesto al de la boca, y uno más en su parte inferior para el dedo pulgar. El tambor, de unos 30 ó 40 cm de diámetro, se construía, para su mejor sonorización, con dos fondos, uno de piel de gato y otro con la de un perro.
El baile es de ejecución simple, formado por cuatro personas (de aquí el origen de uno de sus nombres), dos hombres y dos mujeres que se situaban de manera que en las diagonales del cuadrado estuviesen personas de un mismo sexo. Danza de requerimiento y rechazo, sus ejecutantes forman dos parejas, pero a medida que avanza el baile, y al grito de “cambio”, se gira y forma una nueva pareja, así como también se suele cambiar de esquina. Si alguien deseaba participar sólo tenía que ocupar el lugar de uno de los bailadores, y éste le cedía el puesto, retirándose inmediatamente.
El baile del Gorgojo
Lothar Siemens, refiriéndose al baile del gorgojo, nos dice: La alusión al baile del gorgojo se recuerda vagamente en el norte de Gran Canaria (altos de Guía y Gáldar) y también en la zona de Telde. Destaco en primer lugar la información de un hombre sexagenario, natural de los Altos de Guía (Andrés Díaz Benítez, de Lomo el Pino, nacido en 1901), quien afirma (como otros informantes de aquella zona) que en su tiempo el baile del gorgojo no se practicaba, pero que oyó hablar muchas veces de él a sus mayores como de cosa muy antigua. Siendo, según recuerda, menor de cinco años, su madre solía ponerle a él y a sus hermanos “a bailar el gorgojito” de cuclillas. Asegura que era baile de dos parejas, formando un cuadrado, en los extremos de cuyas diagonales se situaban los dos hombres y las dos mujeres. Dando saltos se mudaba en el transcurso de la danza de esquina y de pareja…
Si bien la música recogida por Siemens de este y otros informantes difiere bastante de la estructura de un tajaraste, la coreografía del baile es similar a la del baile de a cuatro, con la única variante de que este último se efectúa de pie. Pero aquí hallamos el origen perdido del otro nombre de la danza, baile sentado, pues originariamente el baile hubo de ser en cuclillas, postura muy similar a estar entados, pero de esta forma ya nadie la recuerda.
No sólo de Gran Canaria proceden los datos del baile del gorgojo pues Lothar Siemens continúa diciendo: Otro informante, que aporta datos muy completos, procede de Tenerife (María Cabrera Ramayo, de 65 años en 1969, natural de La Laguna, y aún le oyó hablar sobre el tema muchas veces a su madre) (…). Las mujeres agarrando y torciendo con una mano las dos puntas de la falda entre las piernas, para darle forma de pantalón, se disponían en filas de cuclillas frente a otra hilera de hombres en igual postura.
Es un hecho probado el que el baile del gorgojo era un baile de brujas, aunque posteriormente, como en el caso de El Amparo, se popularizara. Así lo demuestra Siemens Hernández cuando lo localiza en un proceso de la Inquisición fechado el 5 de Marzo de 1682, presentándose este día ante el comisario inquisitorial en Telde (Gran Canaria) María Muñoz, de treinta y nueve años, mujer de Juan Martín de las Indias, vecino de las cuevas de San Francisco de Telde, la cual denuncia: que estando en casa de Juan Calderón, su Níger, que no nombró, bailaba de noche, a la media noche, desnuda, el baile del gorgojo, que es de cuclillas dar saltos, y a estas palabras estaba presente el dicho Juan Calderón y que la dicha Antonia Ramires estaba en opinión de bruja, y que esta es la verdad por el juramento que tiene fecho…
La noche de San Juan
La noche de San Juan toma, en esta zona del noroeste de la isla, una especial importancia. Además de constituir una noche mágica para la práctica de la brujería, también por las siempre llamativas hogueras y todas las supersticiones y creencias que alrededor de ellas giran.
En todo el valle de Icod, y en este pago al que nos hemos venido refiriendo durante el presente trabajo, la tradición continúa y vemos como junto con las hogueras, los antiguos jachos de tea se han modernizado y dan paso al hachito de estopa y gasoil. Pero el rito preserva su forma, así, las largas cadenas de fuego se ven serpentear por las laderas de las montañas en la oscuridad de la noche, a ritmo de tambor y acordeón que hacen sonar el indispensable tajaraste.
El baile no falta en cualquier alto en el camino, interpretándose ahora sólo el corrido pero las letras del de a cuatro se mantienen vivas, incluso cuando encontrándose con el santo que sale a su encuentro, se entonan delante de éste con toda su carga antirreligiosa.
Así pues, la noche de San Juan mantiene una incógnita ya que el posible efecto purificador de las hogueras en que se suele buscar su origen, se ve aquí mezclado con un baile propio de las brujas. ¿En qué punto de la historia llegan a fundirse ambos, o es tal vez demasiado aventurado el buscar alguna conexión entre ellos, máxime teniendo en cuenta que en los aquelarres se solía cantar y bailar alrededor de una hoguera, costumbre que se mantiene en la actualidad, aunque interpretada de distinta manera?
En relación con este hecho de la participación de las brujas en la fiesta tenemos un dato importante que aportó D. José González Hernández, natural de Santa Bárbara, de 70 años de edad, en 1984: Yo le oía decir a mi hermana que ella había escuchado las risas y canciones de las brujas cuando pasaban volando de noche “pa” las fiestas del Amparo.
Rincón de Icod de Los Vinos
Coplas del Baile Sentado
Las coplas guardan estrechas relaciones con hechos brujeriles, como así lo apunta Elfidio Alonso: … mezclando lo religioso con lo pagano, entre alusiones fálicas y restos de rezados brujeriles.
Una de las coplas, que sin embargo Tere Fernández Falcón da como propia del “baile corrido”, aunque con ligera variante al final del tercer verso, es de especial importancia, pues no habla del culto del macho cabrío (materialización del diablo), por el cual las brujas creían sentirse poseídas en los aquelarres:
Reverendo macho,
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Otras coplas que he podido recoger por informantes de El Amparo, son inéditas y se distinguen por tener, una de ellas, un cierto espíritu antirreligioso y provocativo contra la virginidad, así como la otra hacer alusión a la figura del animero (persona que está en contacto con las ánimas):
Dígame cho Juan,
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El baile sentado o de a cuatro es, sin duda, la última reminiscencia de lo que fue el baile del gorgojo, originariamente practicado por aquellas brujas cuyos ritos tienen elementos culturales de los que fue la arribada a las islas de negros y moriscos, en los anales de nuestra historia más reciente. Esta historia demuestra que ni tan siquiera los elementos más fanáticos y represivos, como fue en su día el Tribunal de la Santa Inquisición, terminan por extinguir las creencias y cultura de un pueblo, llegando hasta nuestros días con las consabidas transculturaciones y deformaciones que su propia supervivencia le exige.
El baile al que nos hemos venido refiriendo es uno de estos ejemplos, máxime cuando elementos propios de brujería han llegado a practicarse juntamente con otros de claro signo religioso como son las coplas en honor a la Virgen de El Amparo, tan venerada por aquellos lugares.
Este artículo fue publicado en el Cuaderno de Investigación Folklórica que organizó el Colectivo Cultural Bencheque, de Icod de los Vinos (Tenerife), en 1984.