El Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada cerrará sus puertas los días 13 de octubre y 10 de noviembre por motivos de conservación. Desde que la instalación abrió sus puertas al público en julio de 2006, se ha incidido en la necesidad de hacer compatible la responsabilidad de salvaguardar este excepcional bien patrimonial con el compromiso de garantizar su disfrute social. También se ha insistido en la necesidad de tomar conciencia de la complejidad de las patologías que aquejan a la Cueva Pintada y de la necesidad de emprender acciones respetuosas y sostenibles, que han sido tenidas en cuenta tanto en las intervenciones realizadas en el yacimiento como en el control de afluencia de público.

Los problemas de conservación de la cámara decorada se manifestaron pocos años después de su descubrimiento, en 1862, y desde ese momento se alzaron las primeras voces de denuncia ante el deterioro de la toba y de las pinturas murales. Sin embargo, hubo que esperar hasta 1970 para ser testigos del primer proyecto de intervención que, hija de su tiempo y sus circunstancias, adoleció no sólo de un diagnóstico de la problemática de conservación, sino especialmente de una evaluación de sus consecuencias a medio y largo plazo. Los efectos de esta actuación condujeron, de hecho, al cierre de la Cueva Pintada en 1982 y a la elaboración de un nuevo plan de actuaciones. Así nació el proyecto de parque arqueológico que supuso, entre otras acciones, la puesta en marcha de un complejo programa de estudios y actuaciones relacionados con la conservación de la cámara decorada. Este programa sigue constituyendo un eje fundamental dentro de la gestión integral del centro.

Cuando se habla de conservación preventiva se está haciendo alusión a una intervención continua e integral que afecta a los bienes culturales en conjunto. Su campo de actuación implica a múltiples variables, tanto a las condiciones ambientales (temperatura, humedad relativa y contaminación), como a la intensidad y calidad lumínica, o el control orgánico de plagas. Por ello, no existen unas recomendaciones que puedan ser aplicadas a contextos diversos, se trata, en última instancia, de realizar un diagnóstico de las condiciones óptimas y tomar las medidas oportunas para que no varíen de forma brusca esas variables. Alcanzar la estabilidad es la vía para evitar tener que pasar de la conservación preventiva a la curativa, es decir, a la intervención sobre el bien patrimonial.

En el caso de que un bien cultural necesite unas condiciones ambientales especiales, deberá instalarse en un contenedor que pueda ofrecer las máximas garantías para la conservación del bien. Esto es lo que se hizo al diseñar la cubierta que protege el yacimiento Cueva Pintada y la burbuja desde la que se contempla la cámara decorada.

El nuevo programa de conservación preventiva de Cueva Pintada tiene dos objetivos esenciales. En primer lugar evaluar de forma correcta el impacto que los tres años de apertura del museo y parque arqueológico está teniendo en la condiciones de conservación de la cámara decorada, comparándolos con la serie de registros que desde el año 2003 se tiene de esos mismos parámetros. Hay que valorar que en estos tres años de apertura, han visitado el museo y parque arqueológico más de 170.000 personas, y después de contar con dos anualidades de registros completos, se pueden ir estableciendo líneas de actuación a seguir. En segundo lugar, establecer, con la mayor precisión posible, la velocidad de recuperación del clima en la cámara decorada. Alcanzar estos objetivos es esencial para realizar ajustes en el protocolo de conservación que actualmente está establecido.

En su día, las consideraciones previas a la apertura al público de la Cueva Pintada, realizadas por los especialistas vinculados al equipo de conservación, establecieron la posibilidad de ampliar los días de ‘descanso’ de la cámara decorada en determinados periodos. Por ello, además del habitual cierre semanal de los lunes, el programa de conservación ha iniciado el diseño de un calendario de cierres programados, entendidos como paradas técnicas, seleccionando a lo largo del año los periodos en los que se pueden acometer dichos estudios. Es este protocolo el que permitirá evaluar la mencionada capacidad de recuperación de la Cueva Pintada, directamente relacionada con el nivel de ventilación del recinto.

Así, en el año 2008 se seleccionaron los días que el museo sólo abría media jornada: los días 24 y 31 de diciembre, así como al 5 de enero de 2009. Para esta nueva etapa se ha buscado fechas que permitan ampliar el tiempo en el que la Cueva está cerrada creando un periodo de más de 48 horas en las que la cámara decorada no recibe visitas. Se ha escogido los días 13 de octubre y 10 de noviembre para evitar la interferencia con los momentos de mayor afluencia de público, los vacacionales.

De forma complementaria, a lo largo del último año se han ampliado los sistemas de control sísmico que están registrando cuál es la incidencia real de la actividad diaria del entorno en la Cueva Pintada. Está resultado evidente que el tráfico rodado, muy próximo al yacimiento, provoca una serie de vibraciones que de forma diaria se transmiten al complejo troglodita en el que está inmerso la Cueva Pintada. Esta realidad requerirá en el futuro el establecimiento de un protocolo de actuación específico. Por otro lado, el aumento de la contaminación también se está mostrando como un elemento clave a tener en cuenta, pues provoca el calentamiento del ambiente y la dificultad de la ventilación al colapsar los poros de las telas microperforadas que sirven de protección perimetral del yacimiento. Pero también influyen las vibraciones que de forma diaria se transmiten al complejo troglodita en el que está inmerso la Cueva Pintada.