Revista n.º 1073 / ISSN 1885-6039

Los canarios en la Independencia de Venezuela. (y VI)

Lunes, 29 de junio de 2009
Manuel Hernández González.
Publicado en el n.º 268

Un canario partidario de la independencia, el majorero Agustín Peraza Bethencourt, certificó que después que 'los isleños dieron entrada el año de 12 a los españoles que debían respetar el resto de sus familias no compatriotas; son perseguidas atribuyéndose a sí mismos las glorias; sus intereses usurpados, el saqueo y el ultraje sus operaciones.

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Pero sin duda el más singular de los llaneros isleños fue el lugarteniente de Boves y último Capitán General de Venezuela, Francisco Tomás Morales. Modesto salinero en el Carrizal de Ingenio en Gran Canaria, emigró como tantos isleños de humilde cuna a Venezuela a labrarse un porvenir. Sobre sus orígenes, una vez más los epítetos son clamorosos. Baralt dice:" El canario Morales, rastrero y bajo desde los principios, había comenzado por soldado y asistente del teniente coronel español don Gaspar de Cagigal", frase que copia de Heredia. Parra Pérez dice de él que era " antiguo vendedor de pescado frito en Píritu y llamado a terrible notoriedad en los años siguientes"89.

No era, por tanto, como todos los anteriores, un militar profesional. El mando del Capitán General Montalvo en Venezuela en 1815 fue siempre nominal, porque Morales, como los anteriores, ejercía la autoridad por su cuenta. Había mandado fusilar, según Heredia, a 7 capitanes de su ejército por estar inclinados al reconocimiento de la autoridad. "Envió las 7 cabezas al Gobernador militar de Caracas para que las fijase en parajes públicos"90. Cajigal reafirma que la insubordinación, la no aceptación de la jerarquía, el no sometimiento a los superiores es una constante en Morales. Yanes dice de él que sus atrocidades llevaron a extremos deleznables, como el que aconteció con el canario Tomás Losada en Cariaco. Partidario de la independencia había huido de Caracas y se había refugiado en esa localidad: "mandó matarlos a todos y que le llevasen el dinero y efectos que encontrasen en su posada"91.

La restauración del absolutismo en España en 1814 posibilitó el envío en 1815 de una fuerza expedicionaria al mando de Pablo Morillo constituida por diez mil soldados que ocupa Maracaibo y entra en Caracas. Se dirige hacia Nueva Granada, que reconquista en octubre de 1816. Con estos refuerzos la Guerra de Independencia venezolana dejó de ser por vez primera una guerra social interna, una guerra civil, para introducir un elemento foráneo. Morillo necesitaba con urgencia recursos económicos y para ello recurrió a la subasta de tierras de los dirigentes republicanos. De esa forma más de las 2/3 partes de las familias oligárquicas venezolanas vieron vendidas sus propiedades. De esa forma las autoridades españolas rompían de forma definitiva con los garantes del antiguo orden social. Pero a la larga se quedarían sin la base social que garantizase la continuidad del dominio colonial en América.

El gobierno español trató de consolidar su hegemonía en el país a través del ejército expedicionario, con lo que trataba de convertirlo en el valuarte para restaurar la estructura social colonial. Por vez primera la jerarquía y la subordinación deberían ser los principios militares. Pero esa decisión les fue distanciando de los llaneros y de los isleños. Para ellos eran unos recién llegados, parásitos sin ninguna conexión ni raíces en Venezuela, cuyo único interés era amasar fortuna y abandonar el país. La deserción paulatina de los canarios en el ejército realista se hace más evidente. Uno de ellos será el futuro General Cerdeña, que se integraría en las filas republicanas dejando el batallón Numancia y participando en la guerra hasta la conquista del Perú, país en donde se estableció y ocupó diversos cargos políticos hasta su muerte en Lima. Incluso los que se mantuvieron fieles como Morales tuvieron numerosos enfrentamientos con los militares profesionales.

Las tropas que habían luchado por el Rey fueron menospreciadas y consideradas de segunda fila. el capitán Rafael Sevilla reflejó una conversación entre Morales y Morillo que confirmó su distanciamiento. El último se opuso a sus consejos, ante lo que el canario le señaló que “en adelante me abstendré de darlos”. Le podrán reprochar que la nueva autoridad militar “fue vilmente engañada, pero no que lo fueron los veteranos del ejército de Venezuela. El tiempo, mi general, el tiempo y la historia dirán cual de los dos se equivoca”92. El propio Morales en una carta dirigida al propio Morillo dejó constancia de esa postergación, a diferencia de los actuado por Boves y por él: “los jefes españoles que podían tomar o tenían en la mano las riendas del Gobierno, o no tenían el conocimiento necesario de la localidad, de los pueblos e índole de sus habitantes, o queriendo hacer la guerra por lo que han leído en los libros, se veían envueltos y enredados por la astucia y viveza de las tropas, sin poder dar un paso con feliz éxito, a menos que fuese seguido de los mismos naturales. Tuvo la fortuna D. José Tomás Boves de penetrar los sentimientos de éstos y adquirir un predominio sobre ellos por aquella simpatía, o como suele decirse, por un no sé qué suele sobresalir en las acciones de un hombre y hacerle dueño de sus semejantes. El difunto Boves dominaba con imperio a los llaneros, gente belicosa y tal que es preciso saberla manejar para aprovecharse de su número y de su destreza. (...) Comía con ellos, dormía entre ellos y ellos eran toda su diversión y entretenimiento, sabiendo que sólo así podría tenerlos a su devoción y contar con sus brazos para los combates, reluciendo más estas verdades con el contraste de los ejércitos o divisiones mandadas por los jefes de la provincia con nombramiento o patente de la soberanía (...) . Verdad es que las tropas disciplinadas saben hacer la guerra por principios, pero es contra otras tropas que operan por la misma táctica, y están arregladas a unas costumbres militares, pero venga un jefe, cualquiera que sea, y entre en combate sin contar con los modales y genios de sus soldados, hallará seguramente su destrucción y su ruina. Diecinueve mil hombres mandaba Boves y tenía reunidos para acciones hasta 12.000. ¿Y podrá algún otro hacerlo en el día? Usted lo sabe y nadie lo ignora”93.

Mientras tanto en los republicanos se opera un cambio que será decisivo. El objetivo de Bolívar era organizar un ejército sobre la base de la igualdad legal y la americanidad, que posibilitara a los pardos un cierto acceso al poder a través de la milicia. Gracias a ello un amplio número de llaneros, decepcionados con la marginación con que habían sido tratados por los nuevos dirigentes militares españoles, se integran en el ejército republicano. Agrupados en torno a un caudillo de origen isleño y de procedencia social baja, José Antonio Páez, son conquistados por las promesas de Bolívar de darle parte de las tierras tomadas al enemigo y garantizarles su parte en las de propiedad nacional. Ese cambio de actitud republicano fue esencial para el éxito final de la causa independentista.

Morales, en su interpretación de este proceso, sostuvo que el ejército anterior a la llegada de Morillo no eran tropas desordenadas sino batallones arrojados y valientes. Con Morillo se hizo la guerra con más mérito y regularidad y con ascensos regulados a ordenanza94. Álvarez Rixo, que bebió directamente de los testimonios de sus paisanos, entre ellos del propio Morales, apuntó que la tropa peninsular, bien vestida y equipada "con aquel garbo que es peculiar a los españoles de raza pura" contrastaba con los pobreza de los del país, descalzos y con trajes rotos. En su opinión Morillo cometió la imprudencia de "considerar a los criollos sólo por su mezquino aspecto", sin atender a su mayor mérito para una guerra en tierra para la que los españoles no estaban preparados. La marginación y la altanería con que los militares profesionales miraban a los criollos hizo que "en poco tiempo se vio que estos hombres despreciados, afiliados después en las filas patriotas supieron y pudieron ir destrozando a los ufanos e indiscretos soldados del General Morillo, al paso que radicando el odio contra los incorregibles españoles"95.

Instantánea del un video sobre la influencia de los canarios en la isla de Puerto Rico.

Un canario partidario de la independencia, el majorero Agustín Peraza Bethencourt, certificó que después que "los isleños dieron entrada el año de 12 a los españoles que debían respetar el resto de sus familias no compatriotas; son perseguidas atribuyéndose a sí mismos las glorias; sus intereses usurpados, el saqueo y el ultraje sus operaciones. Corren los isleños con estos motivos en turbas a las banderas de la República; las relaciones que los une con las familias del País y sus generales ha borrado en estos los procedimientos anteriores con que violaron el juramento prestado de la independencia, único requisito que exigía la República de nuestros compatriotas originarios, considerándoseles como canarios, pues la circunstancia apuntada les eximía de las presiones que por ley general se deben ejecutar en los españoles"96.

En los años finales de la década segunda del siglo y en la de los Veinte la aceptación del nuevo orden por parte de los canarios se hizo cada día más patente. En El Correo del Orinoco, en la Gaceta de Colombia, en documentación oficial, aparecen muchos de ellos inscribiéndose con la nacionalidad americana. No pocos tratarían de nadar entre las dos aguas para lidiar la marcha de los acontecimientos, como la isleña rica de Cagua que relata Rafael Sevilla que se hospedó en su casa que “había tenido la habilidad de hacerse querer y respetar por ambos contendientes, pues lo mismo recibía a Morillo, a Morales y a los demás jefes españoles, que a Bolívar, a Páez y a cuantos insurgentes querían participar de su espléndida hospitalidad”97. Otros tantos fallecieron en la cruel guerra de exterminio que sufrió Venezuela, unos pocos regresaron a las islas, otros se dispersaron por Cuba y Puerto Rico. En el Congreso de Angostura Onofre Vasallo sigue representando la voz de los isleños republicanos. Agustín Castro, Antonio Rosales y Antonio Padrón son capitanes de buque que colaboran activamente con los republicanos en la guerra, bien a través del corso, como el primero, o bien auxiliando a las tropas y transportándolas como los segundos. De ahí su reintegración en la sociedad venezolana como emigrantes no iba más que un paso. En 1831 Páez como Presidente de la recién creada República de Venezuela promociona su emigración, pero sólo quiere mano de obra barata para la agricultura. Como especificará un cónsul británico, "la verdad es que los inmigrantes son bienvenidos, no tanto por su condición de colonos como por el papel que puedan jugar sustituyendo la decadencia gradual de la mano de obra esclava"98. Con ello se abre una nueva época en la historia de la emigración canaria a América.


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89. BARALT, R.M. , DIAZ. R. Op. cit. Tomo II , ,p.177. PARRA PEREZ, C. Op. cit. Tomo I. p.365.
90. HEREDIA, J.F. Op. cit. p.197.
91. YANES, F.J. Relación documentada.. Caracas, 1943. Tomo I. p.232.
92. SEVILLA, R. Memorias de un oficial del ejército español. Campañas contra Bolívar y los separatistas de América). 3ª ed. Bogotá, 1983, p.37.
93. Reprod. en PÉREZ TENREIRO, T. Op. cit. pp.60-61.
94. MORALES, F.T. “Relación histórica de las operaciones del ejército expedicionario de Costa firme”. En Materiales para el estudio de la ideología... Tomo I. pp. 1144-1147.
95. ALVAREZ RIXO, J.A. Anécdotas...
96. PAZ, M. BRITO, O. “Canarias y la emancipación americana: el manifiesto insurreccional de Agustín Peraza Bethencourt”. Tebeto nº3. Puerto del Rosario, 1990. p.70.
97. SEVILLA; R. Op. cit. p.204.
98. Cit. en LYNCH, J. "Op. Cit". p.27.


 
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