El presidente del Cabildo de Gran Canaria, José Miguel Pérez, visitó el yacimiento arqueológico del Cenobio de Valerón para conocer de primera mano los pormenores de las obras de restauración y consolidación que se están realizando en este importante enclave arqueológico del norte de la isla. El máximo mandatario del gobierno insular, acompañado de Luz Caballero, consejera de Cultura y Patrimonio Histórico y Cultural de la institución cabildicia, y Fernando Bañolas en calidad de alcalde de Santa María de Guía, recorrieron las galerías del imponente conjunto monumental que sirvió de granero colectivo a los primeros canarios donde pudieron ver el trabajo que realizan los técnicos y arqueólogos de la empresa Arqueocanaria, adjudicataria de unos trabajos de conservación que suponen una inversión de más de 330.000 euros. Está previsto que las obras finalicen en el mes de junio de este mismo año aunque el yacimiento no ha cerrado sus puertas al público.
Pérez destacó que estos trabajos financiados por el Cabildo de Gran Canaria son “fundamentales para lograr la conservación de uno de los yacimientos más importantes desde el punto de vista patrimonial de todo el Archipiélago canario” y añadió que el complejo sigue abierto al público durante las obras para familiarizar a los ciudadanos y turistas con el trabajo de los arqueólogos y restauradores. El máximo mandatario insular incidió en el “esfuerzo que se está realizando en el área de Patrimonio” que en la actualidad está llevando a cabo un intenso plan de inversiones a lo largo de toda la geografía insular.
La intervención de los técnicos especializados se centra en la limpieza de los silos destinados al almacenamiento de grano y en la consolidación de la toba volcánica, un material muy frágil que ha sufrido grandes alteraciones a lo largo de los siglos. Mediante el uso de resinas y refuerzos metálicos se procederá a la fijación del arco y a la consolidación de los propios espacios de almacenamiento, que sufren la agresión de agentes como la humedad, la erosión o la acción de animales y organismos vegetales que inciden de manera negativa en la conservación de este espacio. El objetivo fundamental de esta intervención es, a la par de garantizar la conservación de un yacimiento clave para entender los mecanismos económicos de la sociedad prehispánica grancanaria, favorecer su uso social.
El acondicionamiento de esta oquedad natural como almacén se basa en un complejo sistema de cámaras o silos, dispuestos en diferentes niveles. Consta de varias galerías, superpuestas unas a otras, que se adentran en el interior de la montaña. En sus paredes y en el piso se abre una gran cantidad de silos de una gran variedad en cuanto a formas y capacidades. Estas cavidades fueron labradas en las paredes de toba con herramientas de piedra y madera de manera sistemática y ordenada hasta conformar un gran depósito de unos 300 silos en los que se guardaba el grano y otros productos valiosos para los primeros canarios. Además de los silos, el granero incluye otras obras de habilitación que permiten su correcto funcionamiento tales como andenes y escaleras de acceso labradas en la toba.
Para la realización del Cenobio los primeros pobladores de la isla aprovecharon las condiciones geológicas de un cono volcánico, conocido actualmente como Montaña del Gallego. En este volcán situado en el municipio de Santa María de Guía, por efecto de la erosión, se fue abriendo un arco natural de unos 20 metros de altura por 27 de ancho. Los aborígenes lo habilitaron como lugar de almacenamiento, ayudados por la propia naturaleza del sustrato rocoso, un tipo de roca blanda, de baja consistencia, que puede ser horadada con relativa facilidad.
Esta cualidad, junto con las condiciones de temperatura y humedad que se dan en el interior de este espacio, hicieron de éste un lugar ideal para guardar grandes cantidades de grano y otros productos de vital importancia para los antiguos canarios. Además, a estas propiedades, hay que añadir el carácter estratégico de su emplazamiento que lo convierte en una auténtica fortaleza natural, disimulado y desapercibido desde el exterior y ubicado en una pared casi vertical de fácil defensa que obstaculiza cualquier acto de asalto o saqueo por parte de otros grupos, incluidos los piratas que con frecuencia se acercaban hasta las islas en busca de esclavos, pieles o granos.
Pérez destacó que estos trabajos financiados por el Cabildo de Gran Canaria son “fundamentales para lograr la conservación de uno de los yacimientos más importantes desde el punto de vista patrimonial de todo el Archipiélago canario” y añadió que el complejo sigue abierto al público durante las obras para familiarizar a los ciudadanos y turistas con el trabajo de los arqueólogos y restauradores. El máximo mandatario insular incidió en el “esfuerzo que se está realizando en el área de Patrimonio” que en la actualidad está llevando a cabo un intenso plan de inversiones a lo largo de toda la geografía insular.
La intervención de los técnicos especializados se centra en la limpieza de los silos destinados al almacenamiento de grano y en la consolidación de la toba volcánica, un material muy frágil que ha sufrido grandes alteraciones a lo largo de los siglos. Mediante el uso de resinas y refuerzos metálicos se procederá a la fijación del arco y a la consolidación de los propios espacios de almacenamiento, que sufren la agresión de agentes como la humedad, la erosión o la acción de animales y organismos vegetales que inciden de manera negativa en la conservación de este espacio. El objetivo fundamental de esta intervención es, a la par de garantizar la conservación de un yacimiento clave para entender los mecanismos económicos de la sociedad prehispánica grancanaria, favorecer su uso social.
El acondicionamiento de esta oquedad natural como almacén se basa en un complejo sistema de cámaras o silos, dispuestos en diferentes niveles. Consta de varias galerías, superpuestas unas a otras, que se adentran en el interior de la montaña. En sus paredes y en el piso se abre una gran cantidad de silos de una gran variedad en cuanto a formas y capacidades. Estas cavidades fueron labradas en las paredes de toba con herramientas de piedra y madera de manera sistemática y ordenada hasta conformar un gran depósito de unos 300 silos en los que se guardaba el grano y otros productos valiosos para los primeros canarios. Además de los silos, el granero incluye otras obras de habilitación que permiten su correcto funcionamiento tales como andenes y escaleras de acceso labradas en la toba.
Para la realización del Cenobio los primeros pobladores de la isla aprovecharon las condiciones geológicas de un cono volcánico, conocido actualmente como Montaña del Gallego. En este volcán situado en el municipio de Santa María de Guía, por efecto de la erosión, se fue abriendo un arco natural de unos 20 metros de altura por 27 de ancho. Los aborígenes lo habilitaron como lugar de almacenamiento, ayudados por la propia naturaleza del sustrato rocoso, un tipo de roca blanda, de baja consistencia, que puede ser horadada con relativa facilidad.
Esta cualidad, junto con las condiciones de temperatura y humedad que se dan en el interior de este espacio, hicieron de éste un lugar ideal para guardar grandes cantidades de grano y otros productos de vital importancia para los antiguos canarios. Además, a estas propiedades, hay que añadir el carácter estratégico de su emplazamiento que lo convierte en una auténtica fortaleza natural, disimulado y desapercibido desde el exterior y ubicado en una pared casi vertical de fácil defensa que obstaculiza cualquier acto de asalto o saqueo por parte de otros grupos, incluidos los piratas que con frecuencia se acercaban hasta las islas en busca de esclavos, pieles o granos.