Este sábado, 24 de julio, se celebraba en la mañana del Muelle Chico y en la tarde de la Plaza Patricio Calero, el V Encuentro Internacional de Improvisadores por el Casco Viejo de Corralejo. El ritmo de los versos no dejó descanso, aunque en jolgorio, al pueblo durante todo el día, haciendo visible en el núcleo majorero del Norte que la música, y más si de palabra se hace, crea fiesta, amor entre los seres y eso que se hace llamar felicidad. Porque en este caso, desde la primera edición, la palabra-ritmo nace de lucha, pero sobrada de ansias de justicia (la causa de los habitantes de las casas del Casco Viejo) ducha al pueblo y a los poetas de fuerza, de abrazos. Y eso es lo que consigue este encuentro internacional de poetas: renovar las garras de un sufrimiento por los hogares, esas casas donde lloraron y lloran los moradores y las familiares de muchas y muchos de los presentes en la escena tomada por las improvisaciones en el municipio majorero cada año. Todo, como cada edición, organizado por la Asociación de Afectados del Casco Viejo de Corralejo, el Cabildo majorero y algunas otras instituciones.
Las luchas en los juzgados siguen ganándose a los especuladores; y con ellas, en las diferentes ediciones del Encuentro Internacional de Improvisadores, el punto cubano y las polcas han ganado infinidad de adictos, durante estos cinco años, nunca contabilizados en tanta cantidad durante la historia oral de la improvisación de versos en Canarias.
Por la mañana, a eso de las 12:30 horas, el Muelle Chico de agua y arena, con los ojos de Lobos puestos, era testigo otra vez del aperitivo-almuerzo del Festival. Nadie queda indiferente cuando oye las cuerdas de bandurrias, guitarras y timples haciéndole cosquillas a la marea alta donde pequeños y grandes se zambullen. Así que si suena la diana de la música y el verso, todas las miradas y más de la mitad de los cuerpos se acercan a la esquina artística en la que, uno a uno o de grupo en grupo, van dejándose ver los cultores del verso en el Muelle Chico que por este día, y cada julio del año, se hace más Grande que nunca.
Después de un lustro, los organizadores quisieron este año recuperar a poetas ya solidarizados con la causa; no sólo los que ya son de la familia y más (Yeray Rodríguez o el Cuco -sólo presente esta vez en la noche-, Ayoze Cabrera o Marcos Hormiga...), sino también a otros que de tierras lejanas se habían acercado en pasadas ediciones a la razón del pueblo del Casco Viejo de Corralejo: los hermanos Papillo, desde Cuba, o Picaflor y Radioloco, desde Colombia, que cerraban la actuación luminosa de la mañana.
Siempre hay sorpresas, y en esta edición no iba a ser menos. Hubo una inmensa, amplia, hermosa, emotiva, inesperada, improvisada: la presencia, en el escenario de la plaza, del histórico timplista y parrandero Casimiro Camacho, que quiso sumar su voz (también sus instrumentos, como diremos y veremos en las fotos) a las ronqueras del barrio marinero. Pero también se estrenaban en el Festival los jóvenes grancanarios Paco Ramos y José María Dávila, y no tanto pero sí exponiéndose a las sorpresas del repentismo, por primera vez en este acto, Expedito Suárez, el taxista-poeta de Valsequillo que mostró que lanzarse a la marea del verso le va que ni pintado: no es casual viniendo de familia.
En el Muelle Chico
Y así iba quitándose la magua la Patrona de los Marineros, la Virgencita del Carmen, que ya echaba de menos el esperado concierto. Como igual lo esperaba la joven majorería, en David Rodríguez y Ayoze Cabrera, que rompían la mañana de sol con sus polcas, como en la tarde deshacían la oscuridad de la noche junto a los dos músicos acompañantes del acto: esta vez grancanarios eran Samuel Pérez y su acordeón y la guitarra de David Pablos, partes imprescindibles para que volcanee el verso desde los corazones ingeniosos de los poetas.
Y Yeray Rodríguez siempre presente, como cada año de estos cinco; alma mater de todo, vate de la coordinación entre niños, jóvenes y mayores, regalo de los dioses de la inspiración para las Islas Canarias, era homenajeado por otros creadores participantes: su alumnado del Taller de Creatividad Verbal del Ayuntamiento de Puerto del Rosario, que llevaban todos y todas la camiseta que decía Yo, alumno de Yeray.
Cuando ya la vertical del sol rompía la música de la mañana, más o menos cuando salían al escenario, el público presente se puso el protector sombrero; algunos quisieron creer que se protegían del viento sesgado y diagonal de la poesía, pero todos sabíamos que los poetas son nobles y que de lo que se resguardaban era realmente de las cagadas de algunas gaviotas especuladoras que circundan la realidad majorera: aquellas que sin alas se quedan mientras pasa el tiempo y se hace la justicia. Por eso nos protegíamos por arriba, por si el poder de altura nos mancha; y es por ello también que dejábamos la mirada libre hacia el escenario-horizonte, para que las palabras nos abran el alma, que es decir: pongan en marcha la sonrisa y la vida.
Del chaquetero se desconfía, así como del que tiene y roba. Pero el humano no lo hace de aquellos que, con el valor de su historia y su vida, regalan e intercambian sus palabras y su música para desembocar en un coro. Y eso es lo que se hacía este sábado en el Encuentro de Corralejo: Hormiga romancea la vida de otros, el público majorero inspira con su pie forzado la formación de décimas cubanas; los repentistas de Cuba, verdaderos poetas de la cuna del verso oral, acogen su verbo con polcas majoreras, y todos se atreven con los compases embaucadores de los levantalmas colombianos; el son se hace verbena, y las palabras se deslizan, cabalgan hasta que llegan a morar la habitación infinita de la plaza del pueblo, ahora casa de la justicia, que no tiene un lugar concreto, sino que se expande por todas las calles del Casco Viejo. Pues nunca, en estos cinco años, se había visto tanta gente; pero nunca tampoco la sensación de conexiones directas entre público y poeta había derivado en tanto amor al arte verbal.
Por eso, cuando metidos estamos ya en el revolcón de la noche, cuando ya todo es verso y felicidad, se palpan los caminos a través de los más pequeños, los niños que asombrados en los alrededores del escenario median entre sus abuelas, sus padres, los poetas y el cielo. Ellos son los que más claro tienen todo, los que desde su automatismo inocente entienden enseguida que estamos de fiesta, y que la fiesta es un juego: por eso les encanta acercarse a sus padres en ese momento, y por eso se atreven a levantar la mano ante el escenario, a ver si cogen un poco de la pelota de este juego lindo de las rimadas palabras.
Y así, entre balón que va y viene en la plaza, del escenario a los presentes, como las olas del mar de la mañana del ya no chico muelle, el final -que no es cerrado- convoca a todos los que durante el día han participado, siempre con un tema recurrente sobre el que se improvisa y en el que nadie deja de participar a través de los estribillos ingeniados por Yeray. Así se hizo, en una edición anterior, con No hay gente pa tanta cama, por poner un ejemplo; y así la noche del sábado, con la música de la conocida Se va el Caimán, esta vez diciendo el estribillo: ¡que salgan ya, que salgan ya... los malos de Corralejo...! ¡Que salgan ya, que salgan ya... que dejen el Casco Viejo!
Casimiro Camacho y Yeray Rodríguez
Pero sorpresa, decíamos, siempre hay en estos cinco años de versos en Corralejo; y para aquellos que pudimos mantenernos despiertos un buen rato después al calor de la carne de cochino y la cerveza, al fondo de la plaza, donde lo más oscuro, surgía la improvisada parranda; y otra vez pudimos deleitarnos con los versos de Casimiro Camacho, al que todos mirábamos asombrados cuando cantaba, cuando tocaba la guitarra y cuando amamantaba el timple como sólo él sabe hacerlo. Yeray, los cubanos, los colombianos, los grancanarios, los majoreros... todos hacían, verso a verso, el homenaje al Maestro.
Ya sabemos que esto sólo puede darse donde la palabra y sus conjuros musicales hacen presencia: y otra vez volvió a pasar por las puertas de las casas del Casco Viejo.
Ver galería fotográfica del V Encuentro Internacional de Improvisadores de Corralejo (Fuerteventura)
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