Si tuviéramos que resumir nuestra impresión personal sobre lo que ustedes van a escuchar les hablaríamos de: buen gusto, frescura y respeto. Buen gusto para la elección de un repertorio que resume una declaración de intenciones tan amplia como las ganas que despliegan sobre el escenario. La frescura la obtienen de mezclar con exquisito equilibrio la exultante juventud de la mitad de sus miembros, con la ilusión de quienes, mayores de edad, todavía sienten la necesidad juvenil de hacer cosas nuevas.
Y el respeto que sienten por la música que hacen, popular y cercana, sin necesidad de camuflarla artificialmente, ni acudir para ellos refuerzos de un día.
Como no puede ser de otra manera si hablamos de música popular, el cimiento del edificio que ocupará el escenario es la música tradicional de la tierra, pilar imprescindible sobre el que se construye un armazón lleno de tantas influencias y estilos como capacidades ofrecen sus miembros, y sus cualidades individuales son muchas y muy buenas.
Hablar aquí de las distintas obras que componen este recital sería un atrevimiento. La música se escucha, y en este caso se comparte, se disfruta. Todas las melodías forman parte de la memoria musical de varias generaciones.
Desde los Aires de Lima de Teror, variante local de una de las formas musicales más interesantes y puras de la música tradicional canaria, hasta la recreación de un moderno estudio para timple como exquisita polca, tendrán muchas excusas para mantener los oídos bien atentos.
Les invitamos pues a un viaje que nos lleva desde las medianías a la costa, de la algarabía mejicana a la nostalgia de una noche chalchalera, de Santiago de Cuba a la pampa de Cafrune. Folías para llorar, rancheras para brincar, polcas para reír, boleros para enamorar... todo eso sin salir del Barranquillo, porque la música, y ellos lo saben muy bien desde el primer momento, la música solo tiene sentido si es capaz de transmitir emociones.