Teror (Gran Canaria) es el único municipio de Canarias que ha mantenido la tradición de la Quema del Barco y el Castillo, un espectáculo de pirotecnia artesanal que tuvo su apogeo en la primera mitad del siglo XX en varias fiestas de las Islas y que ha perdurado en el municipio como uno de los principales actos de la Fiesta de San José y La Cruz, gracias al apoyo del Ayuntamiento y de la familia de fueguistas de Benjamín Dávila.
El espectáculo pirotécnico, que tendrá lugar el próximo sábado 8 de mayo, en la Plaza de Sintes, a partir de las 23:30 horas, escenificará la defensa de la Cruz con una batalla desde un barco y un castillo. Pero el montaje pirotécnico de una media hora de duración incluye además la exhibición de unas 15 figuras móviles a las que se les aplica efectos de fuego y color que varían cada año.
La tradicional Quema del Barco y El Castillo se remonta a principios de la década de 1930, promovida por el gremio de carpinteros de Teror, que patrocinaba el programa de la fiesta de San José y La Cruz y encargaba a la afamada familia de pirotécnicos de los Dávila la confección de estos fuegos artificiales sobre estructuras de madera realizadas por los carpinteros. Muchas de aquellas estructuras se han mantenido y otras han sido mejoradas y adaptadas al espectáculo, perfeccionando los modelos originarios para la aplicación de los fuegos. Benjamín Dávila se encarga actualmente de la preparación del espectáculo, siguiendo la tradición que aprendió de su abuelo y de su padre.
Puede que la Quema del Barco y el Castillo se importara al municipio en los años 30 de la Fiesta de la Naval en Las Palmas de GC, donde existieron también los fuegos del Barco y el Castillo. Sin embargo, la tradición ha perdurado en Teror, tierra sin costa donde muchos habitantes se refugiaron en tiempos de invasiones de piratas, huyendo hacia el interior de la isla.
Benjamín Dávila. Un fueguista que mantiene una tradición familiar.
La familia de fueguistas de los Dávila en Teror se remonta al siglo XIX. El pionero de la saga de los fueguistas de El Palmar fue Juan Dávila, hombre de Guanchía, que confeccionaba los fuegos en una cueva. Como anécdota se cuenta que para unas fiestas preparó una pieza de tal tamaño que el día de la Quema no fue posible sacarla fuera.
Heredaron el oficio de fueguistas sus hijos Pancho y Pedro Dávila, el viejo, con su taller en El Cuevón en La Peña de El Palmar. Heredó la tradición familiar su hijo Pedro Dávila Rodríguez, y continuaron el oficio de fueguistas su hijo Benjamín Dávila y su nieto, también Benjamín, que actualmente se encarga de la realización de la Quema del Barco y el Castillo.