Con los pies en el abismo de La Caldera de Taburiente
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Martín Macho
El Paso
Transitar por ellas es jugarse la vida. El abismo es lo que le espera al que tiene un resbalón. Adentrarse en las pasadas, las peligrosas sendas prehispánicas de la Caldera de Taburiente, es una operación de altísimo riesgo. La lanza es la única herramienta que ayuda a fijar los pies al terreno y evitar una segura caída al vacío.
La Palma está surcada por una densa red de caminos y veredas que fue trazada, en su mayoría, por los aborígenes y que permitía la explotación estacional de los terrenos. Dentro de esta compleja trama viaria se encuentran las pasadas, unas rutas pastoriles singulares, únicas en el Archipiélago, cuyo recorrido conlleva un alto riesgo. Los investigadores Jorge Pais, Néstor Pellitero y Carlos Abreu han realizado un trabajo conjunto titulado Los antiguos caminos de La Palma. Vías de comunicación para la subsistencia que ha sido editado por el Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio y el Cabildo.
Las pasadas, explican los citados autores, «permitían comunicar dos zonas de pastoreo comunal situadas en los bordes y en el interior de la Caldera». Muchos tramos de estas veredas, afirma Pais, «sólo es posible salvarlos gracias al uso de cuerdas o salientes minúsculos, en los que es preciso practicar escalada». En estas incursiones por las paredes verticales del Parque Nacional «te juegas la vida a cada paso o salto», resalta. «Esta vías de comunicación», alega Pellitero, «es imposible utilizarlas sin el uso de una herramienta vital como son las lanzas de pastor».
cabreros.Las referidas pasadas «fueron utilizadas por los aborígenes, como lo demuestra la existencia de infinidad de yacimientos arqueológicos localizados a los largo de las mismas, y lo continuaron siendo de forma intensiva por los cabreros históricos hasta 1954, cuando se creó el Parque Nacional de la Caldera de Taburiente». A partir de entonces, su uso fue cada vez más esporádico, llegando incluso a desaparecer muchas de ellas.