Los Hachitos son unos candelabros de dos o tres metros de altura, con un palo de madera, que antiguamente era de tea, en cuya parte superior se alojan unas latas con unas telas mojadas en gasoil para hacer las antorchas. Esta estructura puede contar también, en otros casos, con una decoración especial, con ramas del monte, flores y cintas de colores, que luego se prenden. De hecho, se confeccionan como estandartes con formas de mariposas, cruces, corazones, con representaciones de los guanches o incluso del mismo municipio.
Cuando caía la noche, coincidiendo con el comienzo de las hogueras, salían los Hachitos desde los distintos rincones del municipio, dibujando a lo lejos las luces parpadeantes que desde las medianías hasta la costa caracterizan esta singular fiesta icodense.
Desde El Amparo el recorrido se realizaba a ritmo de tajaraste, con el baile sentado, con dos hombres y dos mujeres dispuestos en forma de cuadrado; o el corrido, más animado, con dos hileras de personas que durante el baile se entrecruzan, alternándose hombres y mujeres. En el lomo de Las Canales también son características las ruedas de fuego, que representan el descenso de la lava.
En esta noche tan mágica y especial los Hachitos hicieron, un año más, que durante horas Icod de los Vinos brillara en la isla con luz propia, dando muestra además del valor de sus costumbres y demostrando que es un pueblo que cuida y protege con celo sus numerosas y centenarias tradiciones.
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Foto: Ángel Hernández