• La oralidad es una de las fuentes que más riqueza vierte desde la diversidad de campos de investigación relacionados con el medio natural en el que viven o vivieron nuestros antepasados.

• Es prioritaria la protección de las manifestaciones de nuestro patrimonio etnográfico en relación con la cultura tradicional: la medicina y los remedios populares, el patrimonio oral, el folklore, la indumentaria y la gastronomía; en definitiva, todos los elementos que han configurado una forma de vida; fomentando la recuperación de la tradición oral a través de la investigación de campo, previa formación en cursos que capaciten a los interesados para realizar esta labor.

• Se debe exigir el cumplimiento de la ley de Educación en cuanto la inclusión de la cultura popular en el proceso educativo de nuestros jóvenes, con una disposición analítica, reflexiva y crítica, evitando las meras experiencias o acercamientos a nuestra cultura tradicional de manera anecdótica.

• Es necesario desarrollar y potenciar canales para la difusión, comunicar lo investigado, con el compromiso de devolver al pueblo las claves culturales que lo definen.

• Es fundamental impregnarnos del entorno, como fuente de conocimiento y armonización, en el descubrimiento de nuestras señas de identidad, como elemento cultural propio, válido para la formación personal, fomentando la interrelación generacional.

• Debemos apostar por la recuperación y rehabilitación de espacios y lugares que guarden un valor social e histórico, favoreciendo la creación de empleo, regenerando oficios perdidos y dando alternativas de disfrute en el mundo rural y en el litoral.

• Es necesario promover en las aulas el conocimiento y el aprecio de nuestro patrimonio cultural, natural e histórico, así como la participación activa en su conservación y mejora, desde un espíritu de respeto de estos mismos valores en todas las culturas.

• Se debe potenciar la organización de foros permanentes de debate de cuantas iniciativas o propuestas interesen al patrimonio histórico-cultural y natural de Canarias.

• Recuperar la memoria histórica de hombres y mujeres de las Islas que destacaron por su actividad profesional, política, cultural o por su dedicación desinteresada y solidaria con la comunidad.

• Planteamos la necesidad de establecer una nueva selección de criterios meritorios en la concesión de reconocimientos públicos a los defensores y divulgadores de nuestra cultura popular a través de los Premios Canarias, evitando la confusión entre la sociedad sobre los valores culturales que se reconocen en los nominados en esta categoría.

Los Premios Canarias de Cultura Popular deben ser algo más que un mero reconocimiento público a una labor en defensa de nuestras señas de identidad. Para ello, sería interesante tener en cuenta sus opiniones en momentos puntuales y/o a través de un consejo de sabios que pudiese aportar parte de sus conocimientos en beneficio de nuestra comunidad, que enriquezcan aún más los valores que definen nuestra cultura popular

• Por último, los cinco Premios Canarias de Cultura Popular reunidos en Pinolere (La Orotava) acordamos mostrar unánimemente nuestro total apoyo a la candidatura de Las Palmas de Gran Canaria para convertirse en Capital Cultural Europea en 2016.