Abajo en la playa se respiraba el aroma especial del Día del Charco, con la ilusión prendida en la mirada y el corazón a punto de echarse a volar. Y es que este sábado, 11 de septiembre, La Aldea se despertó con un anhelo en el alma, el de recibir la bendición anual del Charco.
Desde las diez de la mañana, la playa era un hervidero de gente, con los mayores preparando las mesas en el parque, y la juventud esperando en el cruce, para sacudir el cuerpo y agotar las últimas fuerzas que quedaban, después de dos días de intensa fiesta.
Cuando el sol marcó el mediodía, la Banda de Agaete llenó de música celestial el puerto, y un año más las cestas que serían empleadas en la pesca de las lisas, las guitarras y timples, se alzaron al cielo, en esa ofrenda de vida que hace el pueblo aldeano cuando llega el día del Charco. Se bailó hasta el Muelle, con el gusto en los labios del sabor especial del Charco. Ese sabor auténtico que dio la ilusión de Jose, que a sus ocho años estrenaba su primer terno oficial para meterse en las sagradas aguas.
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Día 10: Procesión y la Romería.
El pueblo aldeano se volcó con su Patrón San Nicolás. Celebró La Aldea el día principal de sus Fiestas Patronales en honor a San Nicolás, abriendo sus brazos para recibir a los vecinos que residen fuera y que cada año regresan a casa para disfrutar de los actos principales de las fiestas.
La Aldea se quedó pequeña este viernes con la celebración del día del Patrón, con una masiva participación vecinal en los actos religiosos de la mañana.
Sobre la una de la tarde, el repique de campanas y la salva de voladores anunciaban la salida de la imagen de San Nicolás, en su procesión anual por las calles del casco. Autoridades y vecinos acompañaron al Patrón por las calles engalanadas, en un recorrido en el que no faltó la música de la Banda Aires de La Aldea.
Romería de la tarde
Todos esperaban el regreso del Patrón a la iglesia para entonar voz a capela la canción "Quiero volver a La Aldea", que llenó de lágrimas los ojos de los vecinos, en ese instante inigualable en el que el corazón aldeano canta a su Patrón. “Es que por fin compañero he regresado a mi pueblo”, cantó La Aldea en peso a los pies de su Patrón, en uno de los momentos más emotivos de las fiestas patronales. Y esta estrofa solo fue el preámbulo de lo que se avecinaba, ya que una vez la Imagen retornó a la iglesia, los músicos entonaron los sones de La Rama para que los vecinos que se la perdieron el día anterior disfrutaran, como es tradición, de ese regalo que trae el aroma del Charco.
En la tarde siguió la Romería. Para seguir leyendo y ver cerca de 400 fotografía, pinchan aquí.