Opinión | Personajes | Tornaviaje | Batijero | Folclore | Historia Canaria | Jolgorio | Pueblos | Vestimenta | Literatura Canaria | Más... |
Viernes, 01 de Julio de 2011
Manuel González Ortega
Publicado en el número 372
De los materiales folclóricos que hemos recogido a lo largo de estos años en Fuerteventura, hemos prestado especial atención al folclore infantil de la isla, muy poco conocido con respecto al de otras que han merecido mayor interés de los investigadores.
La poesía popular infantil majorera es, globalmente, la misma que la de otras islas del Archipiélago, aunque ofrece curiosas variantes, alguna de ellas incluida en este disco. Cantos de cuna, adivinanzas, canciones de corro, juegos con representaciones o trabalenguas son entretenimientos que se han mantenido hasta hoy en la memoria de los niños majoreros gracias, fundamentalmente, al núcleo familiar.
Muchos de esos cantos y juegos muestran, a través de su lenguaje, significativos aspectos de la vida insular. Aunque nos detendremos en ello en mejor ocasión, hemos observado que el mundo del folclore infantil de la isla es susceptible de ciertas divisiones: entre los pastores se conservan un número de juegos tradicionales que son menos usuales en otros ámbitos. Pero la música aparece solo en las canciones de cuna, en algunos juegos con representaciones o en cantos y juegos de plaza.
Como en las restantes islas del Archipiélago, en Fuerteventura a la canción de cuna se le conoce bajo el nombre de arrorró. Como ya se sabe, esta designación de origen onomatopéyico tiene símiles tanto en la Península como en América. Al igual que en otras sociedades rurales, las madres majoreras criaban a sus hijos compaginando las atenciones al hogar con el trabajo en el campo. Si en la célula familiar se contaba con las abuelas, eran estas las que cuidaban a los niños pequeños o, en su defecto, sus hermanas mayores. En todo caso, casi siempre eran las mujeres las que entonaban las canciones de cuna.
En el plano musical se puede observar que en el arrorró la modulación es algo libre por lo que, sin descuidarse el motivo melódico esencial, es cantado a veces con numerosos melismas. Es común que la intérprete, al principio y al final del canto, entone a boca cerrada notas graves y largas sobre sílabas como jum o jam. La métrica de la mayoría de los que hemos recogido entre nuestros informantes majoreros se ajustan al modelo predominante entre los canarios, esto es, una copla octosilábica con rima, por lo general asonante, en los versos segundo y cuarto. La primera de las estrofas, muy común y recogida por primera vez en Canarias por Picar, forma parte del grupo de coplas en las que la madre ofrece un regalo al niño. La segunda, dentro del ámbito de las de amenaza, es de novedoso interés en el cancionero isleño. No obstante, como otros muchos cantos tradicionales, aunque el íncipit literario siempre pueda ser el mismo, las coplas son variadas por la intérprete según su estado de ánimo después de empezadas para acabar improvisando otros versos.
El mundo del folclore del niño en el hogar no acaba aquí, pero por falta de espacio y el menor interés de otros ejemplos musicales que hemos recogido, hemos seleccionado cuatro canciones de corro. Dos de ellas, aunque sin referencia a sus músicas, han sido exhaustivamente estudiadas por Pérez Vidal en su Folclore infantil canario. Nos referimos a La jardinera y a La pájara pinta. Sobre esta última, nuestro etnógrafo nos recuerda su inclusión en cancioneros castellanos del siglo XVII, aunque en la versión majorera que hemos recogido se sustituye el corro de niñas por parejas de estas que, a la vez que cantan, van golpeando las palmas de una a otra en la habitual danza de espejos, tan usada entre los niños de todo el Planeta. El romancero también se encuentra presente en las canciones de los niños majoreros a través de clásicos títulos como Mambrú o Don Gato. En este caso, hemos elegido una versión de La malcasada por no encontrarse este romance en el Romancero de Fuerteventura de M. Trapero, hasta ahora la más completa colección romancística de la isla. Sin embargo, la música de la versión que aquí damos es la misma que la recogida con el número 59.1 por el citado investigador en su Romancero de Gran Canaria II. Esta versión se jugaba en filas enfrentadas, tocando palmas en cada parte. Una de las niñas de un extremo saltaba a la patacoja haciendo "eses" entre las compañeras de su fila y continuaba con las de enfrente hasta quedar colocada en la diagonal de su posición inicial, continuando por orden las que le seguían.
El último ejemplo seleccionado corresponde a una versión infantil del popular sorondongo, también conocido por La jeringonza en la isla, aunque no se reconocía con esos nombres cuando se refería a versiones de niños. Sabemos que tanto las versiones de adultos como las de mayores provienen de una danza cortesana, conocida también como la jeringonza, utilizada durante el siglo XVI por coreógrafos y vihuelistas españoles como Fuenllana o Flecha y popularizada en los siglos siguientes a través de casi toda la geografía del país. Estudiando cancioneros peninsulares que recogen jeringonzas populares hemos observado que el sorondongo majorero es, de los canarios, el que contiene mayores paralelismos con músicas y textos de sus símiles peninsulares. Pero en esta versión infantil, al contrario que en el resto de las canarias que conocemos, se guarda fidelidad al modelo melódico de los adultos, aunque se combina el ritmo ternario propio de estas versiones con el binario de las infantiles. La versión que aquí damos, titulada Solita y sola, se baila en filas enfrentadas, con una niña a su centro que salta al compás de la música con los brazos a la cintura y, a la orden de salga usted, saca a una de sus compañeras para que la acompañe al centro; a continuación, bailan juntas intercambiándose las posiciones al enredarse sus brazos derechos hasta que la última en salir deja a la primera en su sitio. Vuelve a bailar sola la recién incorporada y, a la nueva orden, saca a otra niña mientras sus compañeras tocan las palmas con una percusión en cada parte.
Estas cuatro canciones de corro infantiles fueron cantadas por alumnas de la Academia de ballet y música de Gran Tarajal. La versión de La pájara pinta que aquí se incluye fue recogida por nosotros en octubre de 1984 a niñas del mismo pueblo, aunque también nuestras intérpretes en este disco la sabían por tradición oral. Por encuestas que hemos realizado en la isla a adultos y niños hemos observado que esto ocurre con otras canciones del repertorio infantil majorero, lo que da fe de la resistencia que ofrece el folclore infantil de la isla ante su previsible desaparición. Las otras tres canciones fueron aprendidas por nuestras jóvenes cantantes que, coordinadas por Domingo Rodríguez, siguieron nuestras indicaciones en cuanto a la forma de jugar y cantar las mismas, ya que para conservar su tempo natural se grabaron realizando las coreografías respectivas. Por esta razón preferimos intentar reproducir estas canciones en el ambiente para el que fueron conservadas, los juegos de corro de los niños, aunque las recogiéramos de labios de adultos. La jardinera nos la cantó Bárbara Carreño, natural de Villaverde, en agosto de 1985. La malcasada, Juana Mederos García, de Agua de Bueyes (La Antigua), en febrero de 1987; y Solita y sola Tita y María Padrón Trujillo, de La Antigua, en febrero de 1992.
Dada la excepcionalidad del documento, hemos incluido, a pesar de haber sido interpretada con mucho esfuerzo debido a la avanzada edad de la informante, la única versión íntegra del Cho Juan Serenal majorero -el Baile del trigo en La Palma- que hemos recogido. Aunque su música es distinta a la de la versión palmera que ya conocíamos, también en Fuerteventura era un género de entretenimiento en el que se escenificaba cada una de las acciones a las que se va refiriendo el texto de la canción. Pero desapareció del cancionero de la isla hace muchos años, aunque debió tener cierta popularidad ya que Castañeyra lo cita en su Memoria. Es, sin duda, una valiosa reliquia musical que acentúa un curioso paralelismo entre los folclores palmeros y majoreros, que quizás pudiera explicarse a través de los trasvases migratorios temporales producidos en el pasado a la sombra de la recolección del cereal. También hemos recogido fragmentadas versiones, más ligadas a las canciones de trabajo, que hablan de la interpretación del Juan Serenal majorero en las trillas.
LA PRIMERA ENTRADITA
La primera entradita
- Y a mí me ha ido bien
Y esos amores nuevos
- Como la tengo ahora
- Cuando vienes a verme
- Si te estás desnudando
|
ARRORRÓ
Si mi niño se durmiera
Duérmete, mi niño chico,
|
LA PÁJARA PINTA
Estando la pájara pinta
Ay, ay, ay,
|
LA MALCASADA (Romance)
Chiquita y bonita me casó mi madre
|
LA JARDINERA. Corro con una niña en el centro. Canta el Corro:
Al levantar una lancha
La niña del centro
La niña del centro se dirige a una de las niñas del corro, que se arrodilla y a la que le canta:
Contesta la elegida:
Responde la del centro:
|
SOLITA Y SOLA
Solita y sola,
|
Texto publicado previamente en la separata del disco El folklore de Fuerteventura, editado por el CCPC, con texto de Manuel González Ortega, en 1993. La foto de portada es un detalle de uno de los discos del grupo Princesa Iraya.