Diego Cuscoy vivió y trabajó en una época difícil en la que “para sobrevivir” tuvo que “adaptarse”. El franquismo ya le había perseguido por “anticristiano”, por su compromiso con las ideas republicanas, y Cuscoy terminó por “renunciar a poner en práctica sus ideas pedagógicas” para volcarse de lleno en “el estudio del patrimonio de Canarias”, explicó el historiador Juan Francisco Navarro Mederos en el ciclo de conferencias El lugar escondido del Círculo de Bellas Artes de Tenerife.
El proyecto El Lugar escondido está organizado por el Círculo de Bellas Artes y la Dirección General de Cooperación y Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias. A través de una exposición colectiva y once conferencias, el programa pretende divulgar los hitos más relevantes de la arqueología de las Islas, así como sus protagonistas y su estado actual.
Las conferencias de esta semana trataron dos aspectos vinculados con la posguerra española: los trabajos de Cuscoy, que desarrolló su carrera como arqueólogo a partir de la década de los 40, y los desaparecidos por la represión franquista. El bioantropólogo Alejandro Gámez presentó el proyecto de investigación que desarrollará para la Asociación de la Memoria Histórica, en el que participa un equipo multidisciplinar formado por 9 jóvenes investigadores de la Universidad de La Laguna.
Mederos afirmó en la conferencia Luis Diego Cuscoy y la arqueología canaria de la posguerra que es “tremendamente injusto” haber calificado al arqueólogo como “prototipo de investigador franquista”. Cuscoy (Gerona, 1907-Tenerife, 1987) está considerado uno de los fundadores de la arqueología canaria. Director del Museo Arqueológico de Tenerife desde 1958 a 1987, es autor de obras básicas de la historiografía canaria como Los Guanches. Vida y cultura del primitivo habitante de Tenerife.
Navarro Mederos explicó que los estudios sobre arqueología canaria anteriores a los años 50 obedecían a los dictados de Alemania. Los nazis creyeron encontrar en las momias guanches los restos de los primeros arios, y la Ahnenerbe, el organismo creado por Heinrich Himmler para demostrar la prevalencia de la raza, creyó hallar en Canarias la Atlántida, patria de los arios. “Nuestros cromañoides eran arios puros”, dijo Mederos para subrayar el ambiente ideológicamente contaminado que se respiraba en esos años.
Con la mayoría de los arqueólogos españoles “en el exilio o condenados al ostracismo”, otros, “falangistas o no”, vinieron a ocupar sus puestos en la recién creada Comisaría General de excavaciones arqueológicas, la administración encargada del patrimonio arqueológico durante la primera etapa de la dictadura franquista (1939-1955). “Afortunadamente, los nazis se vieron ocupados en otros asuntos y entre los años 45 y 47 regresamos a las tesis africanistas”, señaló el profesor de Prehistoria de la Universidad de La Laguna.
Ese fue el contexto en el que Cuscoy, “republicano convencido, prolífico poeta, maestro nacional y teórico de la educación progresista”, comenzó a interesarse por la arqueología, “de la que no sabía absolutamente nada”. Su traslado desde Tenerife a un colegio en Galicia, donde descubrió un antiguo poblado celta, parece ser el origen de lo que más tarde, y a su regreso a la isla, convertiría en su válvula de escape.
Desde que entró a formar parte de la Comisaría en 1943, Cuscoy desarrolló “una intensísima labor como excavador”, se fue acercando a las posturas positivistas de Elías Serra Rafols. Se interesó cada vez más por la búsqueda de objetos, por los pastores “que creía descendientes directos de los guanches” y la naturaleza. En esta primera etapa, que Navarro Mederos sitúa entre los años 43 y 58, estaba más cerca del “determinismo geográfico”.
Aunque trabajaba sin descanso en prospecciones y excavaciones, encontró numerosos enterramientos, hábitats y restos, Cuscoy se había trazado “el claro objetivo” de crear un museo. “Buscó fondos y apoyos, y los encontró” porque en el 58 “Cuscoy ya había pasado de ser un maestro expurgado a un hombre instalado”. Dirigirá el museo desde su inauguración en 1958 hasta su muerte.
La segunda etapa de sus investigaciones (1959-1969) corresponde a la “etapa científica”. “Se aleja de los arqueólogos falangistas de camisa vieja y empieza a tratar con los africanistas”. Su interés continuaba centrado en el determinismo geográfico, en “las vicisitudes del hombre en la isla” y la cuestión de los orígenes le sigue pareciendo “secundaria”. Es en esta época cuando Cuscoy escribe sus “grandes obras de síntesis”, Los Guanches. Vida y cultura del primitivo habitante de Tenerife. En 1963 organizó el V Congreso Panafricano de Prehistoria y Estudios del Cuaternario, cuyo éxito dio al Museo una excelente red de relaciones internacionales y aumentó su reputación personal.
Los 17 años que van desde el 70 hasta su muerte en La Laguna en 1987 obedecen a “una etapa de madurez”, en la que se va acercando hacia “una arqueología de corte antropológico”, publica y excava menos, “pero lo hace mucho mejor, es más teórico y ya sabe muchísimo de Arqueología”. Entre otras muchas cosas. Cuscoy dejó un legado de 76 publicaciones arqueológicas, de las que escribió 71 en solitario.
Memoria Histórica. Alejandro Gámez Mendoza, director del equipo de investigación del proyecto Memoria Histórica en Tenerife, explicó los destalles científicos de las tareas que se desarrollarán en la Isla para localizar restos de personas desaparecidas violentamente durante la Guerra civil o la represión política posterior.
El equipo está formado por nueve investigadores y comenzó a trabajar en marzo pasado. Sus tareas se centrarán en Las Cañadas del Teide, una zona donde “numerosos” testimonios sitúan fosas de desaparecidos. Aunque en esta primera fase no harán excavaciones, porque “todavía carecemos de la información suficiente”, sí esperan delimitar las zonas donde puede haber ajusticiados y, con las informaciones recabadas a través de documentación y entrevistas orales, describir cómo funcionó la represión en Tenerife.
Otra de las cuestiones que pretende resolver la investigación es saber el número de desaparecidos que hubo en Tenerife, unas cifras que oscilan entre los 10.000 y los 2.000 según las fuentes. El equipo ha contabilizado hasta ahora dieciséis, aunque la investigación está todavía en proceso.
El proyecto se abordará “desde una perspectiva totalizadora” que incluye en una primera fase estudios documentales, una segunda con entrevistas orales y, en la tercera y última, prospecciones arqueológicas.
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Foto de portada: el arqueólogo Navarro Mederos